Capítulo 12- Un sueño.

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Estaba muy oscuro. Hacía mucho frío. Muchísimo.

El olor a humedad y madera corroída con el tiempo invadían mi sentido del olfato.

Estaba parada, sin moverme. Mis latidos aumentaban en velocidad poco a poco y podía sentir el sudor frío bajar por mi frente. Algo aquí no estaba bien, y no sabía el qué.

Lo único que lograba ver estaba iluminado por una linterna vieja que amenazaba con gastarse en cuestión de segundos ya que parpadeaba de vez en cuando.
Alumbraba un pasillo. Uno estrecho e inquietante. Largo y con las paredes blancas (o así lo fueron en algún momento) con la pintura severamente agrietada, dañada y sucia.

Intentaba avanzar, lentamente, guardando silencio. Algo me decía que no debía hacer ruido.

El parqué, aún estando cubierto por moqueta, crujía delatandome por completo. Entonces lo vi.

Al fondo del pasillo, la puerta blanca que se encontraba cerrada y hacia la que avanzaba se había abierto un centímetro.
De inmediato me quedé petrificada. El corazón me iba a salir por la boca. Estaba aterrada.

Volvió a abrirse, esta vez un poco más, haciendo un estruendoso ruido por falta de aceite en las bisagras de la puerta.

Yo seguía allí paralizada. No tenía qué hacer. De repente, un rostro con poca consistencia y forma indefinida asomó por la rendija que estaba abierta la puerta y al verme se volvió a esconder.

Entonces escuché un llanto. No un llanto cualquiera, uno de un hombre adulto. Venía de detrás de aquella puerta.
A medida que me acercaba, la tensión aumentaba, y el crujido del suelo sólo la retroalimentaba.
A escasos centímetros de la puerta, comencé a empujarla con cuidado y esmero.
Frente a mi, vi una figura de espaldas y agachada, mirando al suelo. Era un hombre adulto. Seguía sollozando, pero no se giraba.
Estaba allí, dándome la espalda, echo una bola en el suelo mirando a la pared.

Quise acercarme pero el suelo una vez más me traicionó y crujió de tal forma que el hombre escuchó y notó mi presencia. Vi cómo levantaba la cabeza gacha.

El llanto eventualmente se transformó en risa. Una risa malévola y profunda.
Aquella figura se levantó de golpe y comenzó a caminar hacia atrás sin girarse acercándose hacia mí. Iba incrementando su velocidad hasta que se iba a chocar conmigo y entonces se paró.

El sonido de mi despertador me despertó alarmante.
Mi pecho subía y se hundía a gran velocidad y el sudor corría por mi frente.
Había sido una pesadilla extremadamente realista. Tanto, que me provocó malestar general físico, tenía náuseas y dolor de cabeza.

El sol se colaba por la ventana de la buhardilla, impactando de forma directa con mis sábanas y deslumbrando me un poco. Me levanté de la cama y me dirigí a mi ducha, me duché (grave error, se me olvidó que no tenía agua caliente), y tras una agónica ducha helada me vestí y bajé a desayunar.

Al entrar a la cocina solo me encontré con George. Lockwood aún no bajaba.

-Buenos días.- Dije mientras entraba en la habitación.

-Buenos días.- George se encontraba centrado en el fuego, estaba haciendo tortitas y olían de maravilla.

Me asomé a su lado para verlo.

-Huelen muy bien.

-Gracias.- Él continuó con su expresión seria y sus ojos puestos en el fuego todo el tiempo, así que me senté en silenció con la mirada perdida en el mantel de la mesa.

En ese momento Lockwood hizo acto de presencia y me sacó de mi trance. Vestido en su uniforme diario, claro que sí.

-Buenos días.

-Buenos días.

-Hola.- WoW George no vaya a ser que te excedas de amabilidad.

-Hmmm que bien huele eso George, eres el mejor cocinillas del mundo.

No obtuvo respuesta. Se sentó en su respectivo lugar de la mesa al igual que yo, mientras que George acababa de servir las tortitas e imitaba nuestra acción.
Comenzamos a comer cada uno de su plato y disfrutar de nuestras bebidas.

-Hoy haremos algo más de investigación, hay que indagar a cerca de nuestro encuentro en la casa de los Hope el otro día.

-Iremos al archivo, ya lo tenía planeado.

-Genial George, estás en todo, gracias.- Qué pelotero estaba hoy Lockwood.
-¿Te parece bien, Spellman?

Una vez más me había quedado empanada mirando a la nada. Ese estúpido sueño no abandonaba mi mente. Le estaba dando mil y una vueltas.

-¿Spellman?

-¿Si?

-¿Qué tal el viaje astral?

-Sí... disculpa, es que no dormí bien...- Solté mientras me frotaba los ojos lentamente.

-Bueno, pues más te vale no conciliar el sueño en el archivo, es nuestro trabajo de hoy. Bueno si no os importa tengo que terminar de preparar unas cosas, vuelvo a subir. Hasta ahora.

Nos abandonó solos ante la incomodidad y el resentimiento, pero en ese momento no me importó. Estaba como ida.

-¿Te encuentras bien Spellman?- George había fruncido el ceño mientras me miraba con atención.

Dios, si hasta George se había preocupado tal vez debería empezar a preocuparme yo.

Asentí y me levanté de la mesa. Dejé mi taza y mi plato en el lavavajillas y salí de la cocina con su mirada confusa clavada en mí.

Mientras subía las escaleras iba mirando al suelo, distraída. Desde luego no me trajo buenos acontecimientos. Sin darme cuenta de lo que tenía frente a mí, sentí un impacto directo de frente.

-Ey, ¿estás bien?, subías sin mirar.- Lockwood.

-Sí. Joder. Perdona, ha sido sin querer.

-No te preocupes. ¿algún problema?

-No. Todo está bien.

Traté de avanzar esquivandole y continuando mi camino pero me llamó de nuevo.

-T/n.- Me giré.

-No lo entenderías, además es una tontería.

-Intenta explicármelo. No creo que lo sea.

-Un sueño, ¿vale? tuve un sueño extraño, una especie de pesadilla. Fue muy perturbador y eso es lo que me está carcomiendo.

-¿Qué sucedía en el sueño?

-¿De verdad esto es necesario?- No quería hablar de ello. Tal vez se pondría a psicoanalizarme en silencio sin decirme nada, o tal vez se pensaría que estoy loca o algo perjudicada mentalmente. En cualquier caso, ninguna de las dos me hacía ilusión, así que decidí evitar tener que contarlo.

-Hablar las cosas ayuda.

-Mira quién habla. Don secretos.- Seguí caminando hacia mi cuarto dejándole atrás. No sé por qué contesté así, él no me había hecho nada, pero de algún modo, yo estaba molesta. O preocupada. O asustada. Algo me ocurría y no tomaba consciencia del todo de mis acciones y comentarios.

Al llegar a mi destino decidí alistarme para ir al archivo. Me duché y me puse unos vaqueros, un top de manga larga blanco con las mangas azul marino y mis converse. Me puse una chaqueta gris y mi abrigo y bajé de nuevo para encontrarmelos a ambos esperando.

***

En el camino al archivo ninguno habló, hubo silencio total durante todo el tiempo. Habitualmente me habría resultado incómodo pero hoy estaba muy pensativa a si que a penas me di cuenta cuando ya habíamos llegado.
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Holaaaa, perdonadme la espera, estoy teniendo algunos exámenes últimamente y no tengo demasiado tiempo para escribir, pero aquí os dejo un capítulo que ya tenía escrito de antes para hacer la espera más amena.

De nuevo siento la demora y que el capítulo de hoy sea breve y sin mucho fundamento jajaj

Espero que estéis disfrutando esta historia, le pongo muchas ganas y esfuerzo.

No olvidéis votar y comentar qué os parece.

hasta la próxima! gracias por leer! <3

WITHIN DARKNESS, THROUGH LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora