Capítulo 16- No lo digas...

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George's POV:

Me dispuse a subir las escaleras para arreglar las cosas entre los involucrados.

Nunca había sido el tipo de persona que habla abiertamente de cualquier cosa con cualquiera. Soy bastante callado. Tal vez sea por eso por lo que la gente se sorprenda cuando realmente soy capaz de ayudar a la gente y aconsejarles cuando están en un mal momento.

Vale, no soy psicólogo, ni mucho menos, pero he de decir que se me da bastante bien hacer sentir mejor a los demás (depende mucho del momento)

En cualquier caso, Lockwood era mi mejor amigo, y a pesar de nuestras diferencias últimamente, iba a ayudarle. T/n no me era alguien tan cercano, pero por mucho que me cueste admitirlo, empezaba a caerme bien.
La chica no me había hecho nada y en realidad era una persona bastante guay.
Entendía por qué a Anthony le interesaba tanto.
"Interesaba", correcto. Si Lockwood me pilla utilizando cualquier otro concepto más realista como "atraer" o "gustar" refiriéndome a su situación, me mataba.
Según él, ella no le gusta, sólo le parece interesante. Sí Locky, lo mismo dirían tus padres del otro al conocerse y eres el producto de ese "interés".

En fin, al grano, ¿no?
Llegué a su habitación y al subir el último escalón me dio un escalofrío.

Al final sería verdad que había un frío para cagarse en la habitación de la chica.

Miré al rededor y no la veía.

-¿T/n? ¿Hola?

Sin respuesta.

Me di un par de vueltas por su cuarto. Era amplio y sin obstáculos, no había donde esconderse. Incluso miré en el armario y bajo la cama. Nada.

Entré en el baño. Tampoco nada.

Entonces al volver al cuarto me fijé en que uno de los tragaluces estaba abierto y justo había una silla debajo.

Me subí a la silla con cuidado y salí por el tragaluz al tejado de la casa. Por suerte, las tejas eran planas y estaban bien acopladas. Ni me resbalaría ni me haría daño. Al salir por fin la encontré.

Estaba sentada en el tejado a escasos metros de la ventana por la que acababa de salir, con las piernas recogidas y la cabeza apoyada en las rodillas, mirando al frente.

Tratando de no caerme, me aproximé a ella y me senté a su lado.

-Hola.

-Hola

-¿Qué casualidad no? ¿Cómo tú por aquí?

Ella no reaccionó ni me miró. Vale tía, lo sé, no tengo gracia, pero haz un esfuerzo.

-No es el momento, ¿no?

Ella negó, manteniendo su mirada al frente.

-Vale.

Me senté más cómodo y miré hacia donde ella miraba.
Nunca se me había ocurrido subir hasta aquí, y jamás me hubiera imaginado las vistas que teníamos.

La calle de la casa estaba en cuesta, lo que hacía que a pesar de que el edificio no era especialmente alto, prácticamente se veía todo Londres desde nuestro tejado. Todas las luces de la ciudad, el Big Ben, el London eye, el tower Bridge, todos iluminados, además de la cantidad de edificios y farolas de las calles. Ya había oscurecido, y, para ser honesto, nunca había considerado la noche como algo bello.

Nacimos en un tiempo en el que la noche era razón de terror. Visitantes, muerte, peligros por todas partes. Desde pequeños nos han enseñado a temer la oscuridad a toda costa. Tanto, que ignoraba que pudiera ser tan bonita.

WITHIN DARKNESS, THROUGH LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora