WITHIN DARKNESS, THROUGH LOVE

Capítulo 19- Fairfax.

Una vez más, nos encontrábamos desayunando todos juntos en la cocina. La noche anterior no paraba de repetirse en mi mente.

Realmente no había pasado nada, pero la conversación que tuve con Lockwood fue tan intima que no paraba de pensar en ella y en él. Mientras comíamos yo le miraba. Le miraba de forma diferente. Nunca me había parado realmente a admirar sus facciones. La luz gris por el exterior nublado se colaba por la ventana contrastando perfectamente con su perfil. Su pelo descuidado, su piel pálida y suave, su nariz, sus labios, sus ojos... Sus ojos. Esos oscuros ojos llenos de misterio y ojeras. Su mandíbula, sus manos... Todo se veía perfecto. Ni un solo defecto.

El sonido de su voz resonaba de fondo en mi cabeza mientras él y George mantenían una conversación que yo no escuchaba ya que estaba distraída. Un trueno en el exterior me sacó de mi sueño diurno. Todos nos giramos hacia la ventana. De un momento a otro, empezó a diluviar en la calle.

-Joder la que está cayendo.

-Ya ves.

-A mí me gusta.

Ambos me miraron raro.

-¿Qué?

-Nada, nada. Bueno pongámonos al día. Tenemos una deuda que pagar.

-Si pues a ver cómo nos las apañamos, porque estamos jodidos. Es demasiado dinero para tan poco tiempo.

-Sólo nos hace falta un trabajo grande. Lo tengo controlado.

-Cómo no.- Mencioné.

-Tengo un plan.

-Está bien, pero antes T/n tiene que conectar con Annabel.-Recordó George. Al parecer él tenía más ganas que nadie.

Lockwood estaba a punto de negarse pero yo hablé.

-Puedo hacerlo.- Le miraba seria. Él se lo pensó un poco y luego asintió.

Nos dirigimos al salón, George apartó el sofá y la mesa y colocó una silla en el centro de la habitación y cerró las cortinas para atenuar la luz del lugar.

Lockwood me entregó algo dudoso la caja que contenía el anillo y yo lo saqué y lo coloqué entre mis manos y me senté en la silla.

-Pero en cuanto esto acabe, lo destruiremos.

Asentí.

Miré a los chicos. Ambos me miraban muy atentamente. George estaba sentado en el sofá, me miraba con interés y curiosidad, mientras que Lockwood estaba apoyado contra una de las estanterías mirándome con los brazos cruzados y el ceño algo fruncido. Iba en chándal, una sudadera gris y unos pantalones negros. No acostumbraba a verle vestido así, parecía más casual de lo normal, pero su expresión facial compensaba e intimidaba bastante. Era evidente que no quería que lo hiciera, pero ambos sabíamos que era necesario.

Antes de que cerrase los ojos, volvió a hablar.

-Si notas que pierdes el control, estamos aquí. ¿Vale?- Me miraba preocupado.

-Vale.

Respiré hondo y cerré los ojos para empezar con la conexión.

Durante unos minutos, no percibí nada, pero cuando estaba por darme por vencida empezó el juego.

Algunas voces débiles resonaban de fondo. Voces de mujer. De ella.

Una intensa ráfaga de aire frío chocó contra mi ser, como si de repente hubieran abierto una puerta a la calle. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba a abajo.

-Suena una canción en la habitación. A ella le encanta.-Sonreía.- Quiere bailar, pero él no quiere. Es su canción.

-¿De quién?- George habló pero Lockwood le mandó callar.