Epílogo

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Mientras tanto la batalla que marcaría el futuro destino de la Disformidad y la galaxia había llegado a su punto culminante después de un tiempo indefinido. Los tres aliados, Sitaura, Isha y el Emperador, se enfrentaban al último bastión de Slaneesh, el Palacio de los Placeres. Allí, el dios del caos los esperaba con su horda de demonios seductores, grotescos y depravados.

La lucha era feroz y sangrienta, y cada bando ponía en juego su propia esencia. Millones de Purificadores Terran junto a máquinas de la más avanzada tecnología marchaban por el Inmaterium enfrentando las infinitas hordas de demonios. Por otro lado los Eldars y sus construcciones de hueso espectral estaban liberando un poder nunca antes visto desde la guerra del cielo, un poder que dejaba en ridículo todo lo que los Terran habían aportado en esta guerra con sus fuerzas.

Las doce Arcas Protas, las naves de guerra más poderosas de los Terran, snavegaban imperturbables las poderosas corrientes de la Disformidad, disparando sus cañones de plasma y sus rayos de energía psiónica contra las defensas del palacio. Estas titanicas naves avanzaban protegidas por los más avanzados disrruptores psionicos los cuales eran capaces de generar un campo de protección muchas veces más efectivo que los Geller imperiales. Los Templarios, aquellos que eran considerados los guerreros de élite de Sitaura, descendían de las naves en sus armaduras de combate, blandiendo sus espadas de fuego y mientras sus alas de luz resplandecían fortaleciendo los ejércitos de purificadores. Su sola presencia era capaz de acelerar la reparación de las máquinas y la abrasadora luz estelar emitida por sus alas repelía la disformidad quemando cualquier construcción disformes lo suficientemente tonta como para acercarse sin la fuerza necesaria. Por primera vez en mucho tiempo los Templarios estaban utilizando el 100% de su capacidad psionica sin temer afectar a sus aliados o dejar un planeta Estéril de toda vida. Ellos eran uno de los grupos encargados de abrirse paso como punta de lanza entre los demonios y perforar hasta el corazón del palacio, donde esperaba Slaneesh. Liderando la carga estaba el imparable Arconte Vindicta y patriarca de la Guardia Dorada, Talandar, “El Ángel Vengador”.

Los Eldar, el antiguo pueblo de Isha, formaban un ejército unido por primera vez en milenios. Los Arlequines, los Guardianes, los Vengadores Implacables, los Brujos, los Videntes, los Espectros, los Corsarios, los Exoditas y los Oscuros habían dejado de lado sus diferencias y rivalidades para luchar por su diosa y por su supervivencia. Ellos usaban avanzadas construcciones de hueso espectral para blandir la propia disformidad contra sus enemigos. La Urdimbre se retorcían alrededor de esos picos de hueso espectral generando poderosos huracanes de energía pura que barrial a sus enemigos mientras que por otro lado grandes naves de proporciones ridículas liberaban una potencia de fuego capaz de reducir en un parpadeo todo un continente a cenizas. Los grandes guerreros Eldar que portaban la Hojas Bruja legendarias eran los encargados de enfrentar a los demonios más poderosos en conjunto con los Altos Templarios Terran. Mientras que un ejército Elitista seguía a los Templarios Terran hacia el corazón del reino de Slaneesh.

Los demonios de luz, las criaturas nacidas de la voluntad del Emperador, eran los más numerosos. Estos seres encarnaban una majestuosidad que hería la vista y un misterio que supera la capacidad de comprensión humana. Su aspecto era deslumbrante como las estrellas que brillan en el firmamento, y sus armaduras de oro parecían haber sido forjadas a partir de las llamas más puras jamás vistas. Si bien su presencia infundía un profundo sentido de reverencia, queda empañada por un aura oscura y amenazante, que sugería la promesa de un sufrimiento eterno que se ocultaba tras su radiante esplendor. Su presencia misma desvíaba la luz, creando halos resplandecientes a su alrededor. Estos guerreros de aspecto humano luchaban con ferocidad y sin miedo a la muerte contra las infinitas horas del Caos. Ellos eran los principales encargados de proteger a los aliados y de purificar la Disformidad con su poderosa luz manteniendo a talla la corrupción de este mundo.

Perdido en las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora