Amanda y su madre han sido muy amables desde que me trajeron a su casa, siempre están atentas a mis necesidades y me brindan la confianza necesaria para no tener que ocultar mi estado, liberándome del estrés que conlleva el tener que siempre estar alerta de quien pueda verme o si alguien puede sospechar. La casa de Amanda es bastante grande, cuenta con seis habitaciones, sala de estar, recibidos, comedor, sala de televisión y dos habitaciones en la primera planta con sus baños, una cocina hermosa y un baño para los invitados, en la segunda planta cuenta con cuatro habitaciones dos con baño interno y dos compartiendo un baño común, la habitación principal cuenta con el pequeño balcón que permite ver completamente el jardín trasero. Por mi condición, tanto Amanda como Elena decidieron que lo mejor para mi seria permanecer en una de las habitaciones de la planta baja para evitar el subir y bajar de las escaleras.
Todo está bien hasta el momento, pero desde que Sali de la granja, no he podido estar en paz, siento que mi salida fue más como huir en lugar de confrontar lo que hice mal, también están estos sueños extraños que no me permiten dormir con tranquilidad. Se que llegado un punto no podría dormir cómodamente, pero ahora tan pronto mis ojos se cierran, las imágenes borrosas de lo sucedido aquella noche de fiesta vienen a mi cabeza y por más que lucho con desespero para lograr ver el rostro de ese hombre, es como si una niebla oscura cubriera su cuerpo sin permitirme distinguir de quien se trata o por lo menos dejarme tener una pista de quien pueda ser. Cada vez que tengo esos sueños, no puedo dormir por el resto de la noche debido a esta sensación en mi pecho que me dice que, aunque deseo ver su rostro, no quiero saber de quien se trata y odio este sentimiento de indecisión.
— Oh por Dios, cariño— levanto la mirada encontrándome con Elena — Son poco más de las cinco de la mañana ¿Qué haces despierto? — dice acercándose.
— No podía dormir— respondo— es algo incomodo, así que decidí preparar algunas magdalenas— sonrió a la mujer mayor.
— Pero si ya están listas ¿A qué hora te despertaste? — pregunta sentándose a mi lado.
— Dos y media— respondo con sinceridad.
— Oh cariño— dice y deja una de sus manos sobre mi vientre— pequeño, deberías dejar descansar a tu padre— habla con voz suave.
— Últimamente está más inquieto que de costumbre— digo sintiendo los movimientos en mi interior.
— Huele delicioso— ambos miramos hacia las escaleras que van a la segunda planta al escuchar a la dueña de la casa hablar.
— Daniel, no podía dormir y preparo magdalenas— dice Elena a su hija.
— ¿Todo bien? — pregunta viéndome la rubia.
— Si, es solo que mis pechos duelen y por la noche parece querer jugar pelota con mis órganos— bromeo.
— Estas cerca del séptimo mes, deberíamos ver cómo va todo, sabes que no podemos permitir que entres a labor — dice viéndome.
— Aun no es el día de mi cita— recuerdo.
— No importa, desde ahora, debo monitorearte con más regularidad— dice tomando una de las magdalenas recién horneadas.
— Iré a ducharme— sonrió.
Ducharse en días fríos, aun con calefactor, es algo tortuoso y más en este lugar, los pronósticos del clima dicen que tendremos una nevada algo fuerte desde esta noche, y al parecer así será porque el día de hoy parece estar mucho más frio que los anteriores. Me visto rápidamente después de ducharme, cubriendo mi cuerpo con tres capas de prendas, más el abrigo de plumas sintónicas el único que tengo que me hace sentir cómodo en este clima.

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My Little Hope
RomanceDaniel Brasser un chico huérfano quien después de una salida con sus dos amigos, despierta en una habitación con otras personas completamente desnudo. Daniel pensó cualquier cosa, menos que solo dos semanas después su vida daría un giro de 180 grado...