Han pasado cuatro meses ya desde el día en que decidí tomar mi verdadero apellido, mi madre y Demian tuvieron que regresar a casa después de dos semanas. Las cosas no es que hayan cambiado mucho, sigo siendo igual que antes, solo que ahora con una identidad propia, una hijo hermoso, un novio compasivo y amable.
Salgo de la casa grande, cargando con un termo grande de limonada para Jonás y los demás trabajadores, el día de hoy ha estado con una temperatura demasiado alta y temo que alguno pueda sufrir un golpe de calor. Camino lentamente cargando el pesado termo con una mano y sosteniendo un paraguas con la otra para bloquear el fuerte sol. El lugar en el que se encuentran trabajando hoy está un poco retirado de la casa, por lo que me toma aproximadamente unos veinte minutos caminar hasta donde se encuentra. Si soy sincero, haber venido en uno de los caballos hubiese sido mejor, pero aún no tengo la confianza de cargar cosas al tiempo que monto.
Después de caminar por un tiempo, logro ver al patrón con sus trabajadores quienes tratan de cambiar el cercado que mantiene separado a os terneros de las redes ya maduras. Mi mirada pasa rápidamente por los casi diez trabajadores descamisados y sudorosos que aún no se percatan de mi presencia. Jonás cargando una gran estaca de madera de más o menos metro y medio en su hombro habla con los trabajadores. Después de recibir un toque de uno de los hombres a su alrededor gira para encontrarse con mi imagen acercándose a ellos. No sé que dice a sus trabajadores, pero lo veo soltar la estaca de madera al tiempo que los otros hombres se visten rápidamente y él se acerca trotando hacia mi.
— El día está realmente caliente ¿Por qué vienes hasta aquí? — pregunta al tiempo que toma el gran termo de mis manos .
— Por eso mismo, quise venir a traer algo de limonada para que se refresquen— respondo.
— Vamos hasta allá— dice señalando un frondoso árbol un poco más lejos de dónde se encuentran trabajando.
— Hola a todos — saludo a todos estando a unos cuantos metros de ellos— vengan a refrescarse— pido señalando el termo que es llevado como su fuera algo sin peso por Jonás.
— Nuestro jefe es muy considerado— Dew un chico de solo diecinueve años es el primero en hablar.
— Séquense un poco— digo brindando un Empaque de toallas húmedas a los hombres.
— Siéntate sobre esto — Jonás dispone una caja de herramientas para que me siente allá al llegar al árbol.
— Ven aquí— digo usando un paño de tela para secar su sudor— tu piel se hará más bronceada, debes aplicarte el bloqueador— le regaño al ver algunas quemaduras por el sol.
— Gracias— dice antes de beber limonada que uno de los trabajadores le sirvió.
— Jefe— Darwin un hombre de unos treinta y cinco años quien fue el que empezó a llamarme jefe hasta que todos los copiaron brinda un vaso con la limonada.
— Lo siento, mi ingesta de azúcar debe ser limitada— rechazo con educación la bebida.
— Deberías volver— dice mi novio viéndome.
— Espera, aparte de traer la limonada, también quiero preguntarte algo— comunico.
— ¿De que se trata? — pregunta.
— ¿Me llevarías al pueblo esta noche?— pregunto.
— Ok— dice un poco desanimado.
— Gracias— sonrió tomado su manos.
Son pasadas las cuatro de la tarde cuando salgo de la habitación ya vestido, antes dejé en la habitación de Jonás la ropa que se pondría. Emma se hará cargo de Dylan mientras Jonás y yo estemos fuera. Me adelantó hasta la sala de estar para esperar al rubio quien se está tomando su tiempo para alistarse. Me pongo de pie y dejo de jugar con mi bebé en el momento que veo a Jonás bajar las escaleras. Sonrió al ver que ciertamente no me equivoqué al haber escogido el atuendo que lleva el día de hoy. Su atuendo es sencillo, un pantalón de vestir color gris satinado, junto a una camiseta manga larga de botones color lila muy claro y una corbata de color gris un tono más oscuro que el pantalón, combinado con unos zapatos corte italiano de color marrón claro. Su cabello que siempre está peinado de manera un poco descuidada, hoy se encuentra pulcramente peinado de manera casual-formal, su barba de varios días ha sido rasurada casi por completo haciendo que su aspecto sea mucho más jovial y pulcro. Sinceramente, cualquiera que lo viese en este momento, no podría adivinar que se trata de un hombre de campo que trabaja a diario bajo el fuerte sol. Ahora mismo tiene más la apariencia de un empresario Vestido casualmente.
— Me pica el cuello— se queja al llegar a mi altura.
— Te vez perfecto— sonrió admirando la belleza del hombre frente a mi.
— Tu te vez perfecto siempre — sonríe y besa mi mejilla.
— ¿Por qué debo usar esto? ¿Ahora sí me lo dirás?— pregunta levantando una de sus cejas de forma coqueta.
— No, vamos— sonrió antes de despedirme de Emma y Dylan.
Al salir, arrebato las llaves de la camioneta de manos de Jonás quien me mira desconcertado. Le guiño un ojo antes de subir para tomar el volante. Jonás obedientemente sube al puesto del copiloto para iniciar nuestro viaje, aún no le he dicho que iremos hasta la ciudad, lo que nos tomará un poco más de dos horas desde aquí. Es difícil ocultar el hecho de dirigirnos a la ciudad ya que mi novio es alguien que conoce el camino mucho mejor que yo que debo ir cuidándome por los avisos de tránsito.
— Ir a la ciudad ahora ¿Por qué? — pregunta.
— Vamos a celebrar tu cumpleaños — soy sincero.
— Creí que lo habías olvidado — dice con cierto brillo en sus ojos.
— ¿Cómo podría? — sonrió la contestar.
Después de conducir por dos horas y media, llegamos un hermoso y sofisticado restaurante en la zona norte de la ciudad. Antes de planear todo esto, me tomé el tiempo en investigar los mejores hoteles y restaurantes de la ciudad para poder celebrar un cumpleaños. En el momento que somos guiados hasta la mesa en una de las áreas privadas del restaurante, Jonás levanta una de sus cejas mirando. Aunque se diga que es un área privada, no es realmente así, ya que solo está un poco ocupa por un biombo que le da cierto toque privado.
— Buenas noches a los señores, el día de hoy seré su mesero— un joven de ojos verdes y alto se acerca educadamente.
— Está bien— digo recibiendo la carta.
— Regresare en un momento —
— ¿Qué deseas comer?— pregunto.
— No tenías que hacer esto, una cena en casa hubiese sido perfecta — dice con una sonrisa.
— Debes dejar que haga cosas lindas por ti de vez en cuando — sugiero.
Jonás es un hombre sencillo y con sus gustos bien definidos, aún cuando nos encontramos en un establecimiento como este, se decide por comer algo que normalmente podría comerlo en casa, pero si me preguntan si me molesta eso, definitivamente diría que no; la sencillez y la personalidad de Jonás, junto a su carácter firme y decido, están entre las muchas cosas que me hicieron enamorarme de él. Sin dejar de ver al hombre rubio y apuesto frente a mi, pido al mesero que nos siga el vino que he escogido para esta noche. No sé mucho sobre vinos, pero había escuchado de esta botella con un valor de casi los mil dólares y ¿Quién más podría ser la persona con la quisiera beberlo?
— Esto sabe bien— dice después de beber de su copa.
— Me alegra que sea de tu agrado— comento antes de comer el último bocado de mis pastas Pappardelle.
— Gracias por esto— dice tomando mi mano sobre la mesa.
— Aún no termina— sonrió.
Después de la hermosa velada en el restaurante, Es hora de dirigirnos hacia el lugar al que realmente quiero llevarlo, aunque los nervios empiezan a tomar el control. Subo aún auto sin dejar de pensar en lo que sigue y sin dejar de escuchar a Jonás hablar sobre el dinero que he gastado en la cena. Sinceramente ahora el dinero no es un problema, desde que firme los documentos para tomar mi apellido real, he recibido la herencia de mi padre y a daría recibo notificaciones de dinero siendo depositado en mis cuentas bancarias. Es tanto que me siento abrumado de tener esa cantidad y que siga llegando más.
— ¿Qué hacemos aquí? — pregunta Jonás en cuento estacionó el auto en un hotel de cuatro estrellas en el norte de la ciudad.
— Yo… he preparado algo para ti— respondo y bajo rápidamente del auto.
— Con la cena es más que suficiente— dice acercándose— no deberías gastar tanto en mi— toma mi mano con delicadeza.
— Déjame consentirte — pido viéndolo a los ojos.
— Yo debería consentirte a ti— dice acercándose más a mi.
— Si me consientes aún más, seré mal criado— sonrió antes de entrelazar nuestros dedos y guiarlo.
Al pasar por la recepción, solicito la llave de la suite que he reservado desde hace más de una semana, la señorita después de entregarme la tarjeta de acceso, me dice que lo solicitado junto a la reserva se encuentra en la suite. No soy capaz de ver a la cara a Jonás desde que subimos al elevador, hasta después de haber entrado a la suite.
— Ponte cómodo, iré al baño un momento— digo sin verlo— he comprado algo para ti, está en la mesita frente al sofá — no le permito hablar y me escabullo.
Dios… espero que esto que estoy por hacer no me haga ver ridículo. Suelto un suspiro antes de sacarme todo ala ropa que estoy usando, tomo la bolsa sobre el lavabo del baño y reviso lo que hay dentro. Cierro los ojos sintiéndome un poco avergonzado, pero ya he decidió hacer esto. Saco todo antes de vestirme nuevamente. Mi atuendo no es nada espacial. Solo visto con una camiseta de leñador de cuadros en varias tonalidades de marrón sin abotonar, que debo decir le pertenece a Jonás, Una corbata de bolo de color plateado con una gema negra. El cordón de la corbata cae justo sobre mi ombligo, el sombrero vaquero igual de color marrón, las botas son exactamente iguales a las que suele usar Jonás y las cereza del pastel es el suspensorio de color blanco con negro que cubre apenas y exactamente lo necesario de mi zona privada delantera.
Me observo en el espejo sintiéndome extremadamente avergonzado. No sé si esto le gustará a Jonás, pero hemos cumplido ya un años de relación y aún no hemos pasado de besos y algunas caricias calientes y como hombre se perfectamente que Jonás necesita ser atendido de cierta forma que hasta el momento no me he atrevido a hacer. Me miró por última vez en el espejo antes de tomar el lubricante y la cajetilla de preservativos antes de acercarme a la puerta del baño.
— Jonás— llamo.
— Si, aquí estoy— responde— Daniel esto es demasiado— lo escucho decir.
Debe referirse al juego de reloj, pulsera y anillo que he comprado como regalo para él.
— Puedes cerrar los ojos, tengo una sorpresa para ti—
— ¿Hay más?— pregunta en un tono algo serio.
— Solo hazlo ¿Si?— pudo reuniendo el valor.
— Está bien— acepta— ya esta— dice.
— No los abras hasta que te diga— pido.
— Haré lo que digas— dice
Tomo una bocanada de aire antes de abrir la puerta sacando primero la cabeza para ver que no esté haciendo trampa. Al ver que se encuentra de pie sosteniendo la caja de regalo, y con el saco de su traje sobre si antebrazo. Salgo del baño, dejo el lubricante sobre la cama junto a los preservativos y me paro frente al alto vaquero rubio.
— Puedes abrir los ojos— digo.
La caja en sus manos cae al suelo haciendo un sonido sordo en el momento que sus ojos son abiertos, la mirada y todo su ser muestra que se encuentra sorprendido. Muerdo mi labio inferior sintiéndome un poco nervioso al ver cómo su rostro se enrojece y recorre mi cuerpo casi desnudo con una mirada voraz.
— Tu…tu… quieres matarme — dice sin moverse.
— Feliz cumpleaños — digo jugando con el cordón de la corbata de bolo.
— ¿Estás…seguro de esto? Yo… puedo esperar — hablan con su respiración agitada.
— Solo se amable conmigo— digo acercándome al hombre corpulento y sonrojado por el deseo.

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My Little Hope
RomanceDaniel Brasser un chico huérfano quien después de una salida con sus dos amigos, despierta en una habitación con otras personas completamente desnudo. Daniel pensó cualquier cosa, menos que solo dos semanas después su vida daría un giro de 180 grado...