El inició

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Todo se descontroló de una manera espectacular, primero lo pasaron por las noticias; caníbales, probablemente una septa, estaban atacando a las personas en la calle, a algunos los mordieron y a otros  les abrían el estómago y los devoraban.

Después la noticia cambio, un extraño brote de un virus extraño, volvía agresiva a las personas, que no entráramos en pánico y que evitemos el contacto con cualquiera afuera. Dieron los síntomas y luego dijeron lo más loco de todo: Las personas contagiadas mueren, pero después de media hora despiertan agresivos y atacan a cualquiera en su camino.

Poco después, reportes de gente desaparecida, ciudades caídas y otras que tuvieron que bombardear para "evitar" que continuará la propagación del virus.

Y ahora, después de casi un año de todo, me encuentro callendo colina abajo con una camisa de fuerza, para escapar de los que alguna vez fueron mis compañeros de psiquiátrico.

Mi rostro estaba siendo lastimado por piedras pequeñas y espinas de algunos arbustos se clavaron en mi piel, aunque la camisa de fuerza al ser acolchada protegía gran parte de mi cuerpo.

Bueno, eso fue hasta que un árbol se atravesó en mi camino y choque de espaldas contra el. Tanta fue la fuerza del golpe que los seguros ya antes forzados se rompieron y me quedé llorando un momento por el dolor en mi espalda.

Con lentitud me senté en el suelo, no estaba muy lejos del psiquiátrico y aún se escuchaban los gritos de quienes siguen atrapados allí y los gruñidos de las cosas en las que se transformaron los demás.

Me quite con cuidado la camisa de fuerza y me levanté para empezar a sacudirme la tierra y las piedras pequeñas que me molestaban.

Con las espinas, solo me quite un par que estaban en mis mejillas y en mi mano. Por suerte eran pequeñas.

Mi cuerpo dolía, pero no puedo quedarme allí para siempre, los gruñidos de esas cosas se escuchaban más serca, por lo que comencé a alejarme de los gritos y el lugar en el que viví los últimos años.

Bajando la montaña me encontré lo que parece una gasolinera, estaba aparentemente vacía y con solo dos autos estacionados con las puertas abiertas y sangre en los asientos.

Supongo que esas cosas llegaron aquí primero.

Camino al interior de la tienda, que tenía los cristales rotos y entre a ver qué encontraba.

Tomé un bolso de viaje pequeño, una gorra muy bonita y unos lentes de sol. Agarre una bolsa de carne seca y con mucho esfuerzo de mis dientes logré comérmela.

Tomé más paquetes y algunos dulces, bebidas, un bloqueador y por suerte tenían algo de ropa para poder quitarme el feo conjunto del psiquiátrico.

Me puse los feos jeans rotos que me quedaban un poco grande y una camisa ancha color verde moco. Investigue tras el mostrador de la pequeña tienda.

Supongo que el hombre tirado en el suelo casi devorado por completo con un arma en su mano era el vendedor.

—— Espero no lo tome personal guapo, pero yo no quiero que me ocurra lo mismo que a ti, necesito eso —— Tomo el arma y reviso que tenga balas. Por suerte, si las tiene y además bajo el mostrador tiene unas cajas llena de balas. Tomo varias y también la navaja suiza que estaba tirada por allí.

Tomo un conjunto más de ropa, además de una carpa y salgo de la tienda.

Creo que con eso tenía para unos días en el bosque, lastima que no encontré nada para las pequeñas heridas en mi cuerpo y el dolor tan intenso de mi espalda.

Me subo a uno de los autos y lo enciendo.

¿Ahora que? No se conducir... Bueno, en algún momento tengo que aprender.

Piso lo que para mí es el acelerador pero solo hago que el auto se apagué. Un suspiro se me escapa y vuelvo a intentar encender el auto, pero nada ocurre. Aunque por retrovisor puedo ver cómo comienzan a parecer más cosas, supongo que los atrajo el ruido del motor. Es una suerte que sean lentos.

Golpeó el volante frustrada, ya que el auto no enciende y luego miro la camioneta al otro lado.

Tomo el bolso, la carpa y la escopeta, corriendo cambio de auto subiendo por la ventana.

Por suerte está enciende y logro subir los vidrios a tiempo. Los muertos comenzaron a golpear los vidrios con fuerza.

Está vez, si logro pisar el acelerador, atropellaron a esas cosas.

Una sonrisa se dibuja en mis labios al ver cómo explotan sus craneos al chocar con fuerza contra el suelo.

Algo me dice, que este mundo nuevo va a ser maravilloso.

Demencia | Daryl Dixon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora