No estoy loca, bueno si

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Había terminado de bajar la montaña, pase por un pueblo que estaba lleno de esas cosas, a la gran mayoría me las lleve por el medio, no me arrepiento, fue divertido. Tengo ya casi una semana en carretera.

Aunque ahora tengo un perro, que se llama Gato, el pobre estaba por se devorado por las cosas. Es muy tierno y tiene una risa muy especial, aunque no se lleva muy bien con otros animales y más de una vez intento comerme, el pequeño me cae muy bien.

-- Entonces le dije, si no te comes la papilla con las pastillas, Bertha va a meterte una cuchara caliente por el culo -- Le conté a Gato una de mis tantas historias de cuando estaba en el psiquiátrico -- El retrasado le dijo a los guardias que lo agredí y me metieron a la habitación acolchada, pero ¿sabes que? No se comió la papilla ni se tomó sus pastillas y Bertha le metió la cuchara caliente por el culo -- No pude evitar reír al recordar lo ocurrido, recuerdo como se llevaron al chico a un hospital por tener una cuchara atorada en el culo.

Aunque mi sonrisa se borró al recordar el castigo que le dieron a la pobre Bertha, ellos lo llamaron terapia de electro choques, aún recuerdo el olor a carne y cabello quemado que tubo el lugar por una semana.

-- Berta me caía bien, era muy chistosa y también me agradaba mucho un hombre, era muy raro solía siempre estar algo paranoico, pero tenía buenas historias de cuando trabajo para la mafia, o algo así -- Me encojo de hombros y de repente, nos detenemos. La camioneta se apagó y nos quedamos varados, gruño furiosa y golpeó con fuerza el tablero de la camioneta -- Maldita chatarra de mierda.

Gato a mi lado reía y sacaba la cabeza por la ventana, suspiró, estaba furiosa, tan furiosa que mi mano golpeó repetidas veces hasta que mis nudillos sangraron.

Le puse la correa a Gato y molesta patee uno de los cauchos gastados de la camioneta. No gane nada más con ello que mucho dolor.

Comencé a caminar por la vacía carretera con Gato a mi lado. Llegamos a un embotellamiento, caminamos entre los autos que tenían cadáveres en su interior, todos eran simples esqueletos.

Gato no dejaba de oler los autos, lamía los huesos y se alejaba, caminamos un por un largo rato hasta que de repente Gato me detuvo, por su gran tamaño no pude jalar de el y alejarlo del auto para seguir nuestro camino.

-- ¡Alejate bestia apestosa! -- Escuché cómo grito un hombre, mientras que Gato trataba de supongo atraparlo para comer algo. El hombre salió de debajo del auto dándome la espalda, supongo que estaba contando sus dedos.

De repente me fijé en algo, su uniforme de policía y el revolver en su pantalón. Rápidamente tome mi escopeta, le quite el seguro y apunte al hombre de amplia espalda.

-- ¿Tienes cinco dedos en cada mano? -- Dije llamando su atención el hombre volteo a mirarme, sus ojos eran de un azul intenso y me miraban con una mezcla de sorpresa y molesta. Gato subió riendo a el capo del auto. Era mal momento si el intenta saltar sobre el hombre puedo dispararle por accidente.

-- ¿Viajas con esa cosa? Es peligroso, es muy ruidoso -- Dice señalando a Gato que reía mostrando sus afilados dientes.

-- Gato no es una cosa idiota, es un perrito y si, yo viajo con el, es muy bueno escuchando -- Digo orgullosa y con una gran sonrisa.

-- Debes saber que no viajo solo... -- Dijo sin ningún expresión o emoción en su rostro, aunque en sus ojos se veía una clara molestia. No pude evitar sonreír aún más cuando de reojo pude ver a un hombre con un arma muy bonita.

El hombre me apuntaba a la cabeza y yo me di la vuelta soltando mi escopeta.

-- Oh, vamos niños, ni siquiera tengo balas, la idea solo era quedarme con su revolver -- Señaló divertida el policía y miro fijamente al hombre frente a mi de ojos azules aún más hermosos que los del policía -- Aquí estamos del mismo lado...

-- ¿Y cuál se supone que es ese lado? Demente -- Dijo con rabia el nuevo desconocido vestido con ropas negras y de cuero.

-- El de los vivos cariño -- Le sonrió juguetona y veo como Gato se sienta en el capo del auto, supongo que se canso de tratar de "atrapar" al policía.

-- Déjala Daryl, tiene razón, no tiene balas -- Ahora es cuando me doy cuenta ade que el policía estaba junto a nosotros y tomo el arma asegurando que este diciendo la verdad.

-- ¡Papá! -- Veo a un niño muy parecido al policía corre hasta el y nos mira algo asustado. Detrás de el se hacerca una mujer alta de cabello negro y muy atractiva aparta al niño con cuidado.

-- Rick... -- La voz de la mujer suena como una advertencia. El policía hace que Daryl alejé su arma de mi pero en su lugar apunta a Gato. Eso me altera.

-- ¡No! ¡A él no! -- Me atravieso en su mira y el hombre de cabello castaño me mira molesto. Aunque no lograba intimidar me en lo absoluto, antes había enfrentado guardias el doble de grandes que el -- Es solo un perrito, no sabe lo que ocurre, yo tampoco lo entiendo, pero da igual -- El policía me mira molesto.

-- Es una hiena, es peligroso, para ti y para el resto -- Trato de convencerme, yo en cambio le saque la lengua y abrace a Gato, el ni se movió solo saco la lengua por tener sed -- Está demente...

-- Si le disparó, puedo acabar con esto más rápido de lo creés... -- Escucho como murmura el desconocido del arma extraña.

-- No, puede servirnos, su mascota también, aunque sea de carnada... -- Me separé del apestoso pelaje de Gato y el se bajó del capo, le sonreí a los hombres y hice una reverencia.

-- Ya que todo está bien, me presento, soy Gris... -- Les sonrió alegré y ellos me miran confundidos.

-- Yo soy Rick, el es Daryl, mi hijo es Carl y ella es mi esposa Lory -- Señaló al niño y a la mujer, yo los saludé con la mano.

-- ¡Sofia! -- Escucho como de repente gritan no muy lejos de nosotros -- ¡Hija! ¿¡Dónde estás!? -- Miro a la mujer que está gritando, era una señora mayor con el cabello súper corto y canoso.

Me recuerda a Bertha...

El hombre del arma rara, se hacerca hasta ella, la toma de los brazos y trata de hablar con ella, pero la mujer está muy alterada. Parece apunto de tener un colapso.

Me río ante ese pensamiento, la de los colapsos suelo ser yo, normalmente.

Lory me mira confundida y se aleja con su hijo en brazos. Rick solo me mira aún molesto y yo le vuelvo a sacar la lengua.

-- ¡Oh! ¿Eso es una casa rodante? -- Suelto la correa de Gato y corro al interior de la casa rodante, sonrió al ver el estado en el que está -- Este día ase pone mejor cada vez, primero encuentro personas y ahora una casa rodante del terror...

-- Esto debe ser una broma... -- Miro a la mujer rubia que habla ahora, está llena de sangre podrida.

-- Sin ofender linda, pero deberías darte un baño... -- Le digo con burla. Ella sostiene un destornillador con fuerza, parece que en cualquier instante va a clavarme lo en el cuello. Me agrada.

Gato me siguió y miro a la rubia comenzó a reír y le lamió la cara.

-- No pequeño, no... -- Aparto a Gato y el comienzo a reírse, mientras la chica grita espantada.

-- Tienen un lindo lugar aquí -- Miro la cama y me dejó caer sobre ella, mientras que Gato se acuesta a mi lado.

-- No te pongas muy cómoda jovencita, y saca a esa cosa de mi cama -- Dice un señor apareciendo con un rifle, mientras que la rubia se va corriendo y gritando.

-- Solo un momento, tenemos horas y horas en carretera sin descanso... -- Suspiro cansada, mantengo mis ojos cerrados.

-- Fuera... -- Dice en un gruñido, yo vuelvo a suspirar, me levanto con lentitud y comienzo a caminar fuera del lugar. El se movió para dejarme pasar, al salir en la puerta estaba Carl, el niño, le sonrió y Gato pasa de el.

-- ¿Y ella? -- Escucho que preguntan a unos carros de distancia.

-- Acaba de llegar, justo después de la orda -- Le respondieron, Lory, quien abrazaba a Carol que lloraba y se mordía las uñas -- Cuídate de ella, está loca...

-- No estoy loca -- Les interrumpí sonriendo -- Oh, si -- Comienzo a reír alejándome de ellos.

Demencia | Daryl Dixon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora