N U E V A V E R S I Ó N

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Treinta y ocho

Capitulo ocho

N U E V A  V E R S I Ó N

Marizza

—¿Entonces vos le dijiste que besaste a su hermana?—  preguntó confundido —No fue la idea más brillante precisamente, Marizza—

—Si, pero era mentira, yo no lo hice— aclaré —Ya sabes como soy, siempre me gustó hacerlo enojar, es más fuerte que yo... además, soy una buena mentirosa, no podemos negar eso—

—¿Y aun así él no te habla? ¿ni con eso reaccionó?— elevó una ceja —Que raro—

—Exacto, sigue ignorándome— me quejé —Al final no me sirvieron de nada tus consejos, Sergio— me cruce de brazos

El me oía atento, pensativo, a través de los barrotes de su celda. Sergio Bustamante llevaba un mes preso en espera de su juicio, y yo, junto a Mora, claro, somos las únicas que lo visitan.

A diferencia de las personas normales, Sergio no empeoró estando detenido, se lo veía mejor que nunca, esforzándose día a día por ser una mejor persona. Él era mejor gracias a su hijo, por más que Pablo lo deteste. No dejaba que el encierro lo enloquezca, pasaba la mayor parte del tiempo haciendo ejercicio, o leyendo libros. Era otro hombre.

—Pero la idea era hacerlo reaccionar, no hacer que te odie aún mas— explicó divertido —No entendiste, lo peor que le podes hacer a un Bustamante es herir su ego... tenes que hacer algo que lo haga reaccionar, no enojarse ¿entendes?—

—Nada puede hacerlo reaccionar, Pablo me odia, y a mi también me gustaría odiarlo— suspiré —Él y yo nunca debimos estar juntos, todos tenían razón—

—¿Por qué decis eso?— frunció el ceño

—El es tranquilo y yo soy una loca desquiciada— bufé —Era obvio que no éramos el uno para el otro, ahora muero de amor por el, mientras que el esta con otra mujer—

—¿Te cuento algo?— sonrió —Cuando conocí a Pablo me contó lo que le habías hecho la noche de la boda, lo habías lastimado, humillado, arruinado...—

—Ya entendí— puse los ojos en blanco —No es necesario recordar todas las cosas que le hice, me siento peor—

—Pablo paso dos semanas hablándome mal de vos, y preocupado porque su hermana no le contestaba las llamadas, todas las personas que el más quería le habían fallado, lo vi de la peor forma posible ¿sabes?—

—¿Ves? Es lo que te digo, soy una mierda—

—Escúchame, Marizza, antes de tirarte abajo— pidió —A medida que lo iba conociendo, intente aconsejarlo, yo no sabia como ser un padre, y de un día para el otro apareció en mi vida un hijo de diecisiete años, que estaba sufriendo— suspiró —Hice todo lo posible para que Pablo se aleje de todas las personas que lo lastimaron, no quería volver a verlo sufrir, por cada lagrima que derramaba él, yo sentía una puñalada en el corazón—

—Si, me di cuenta que lo quisiste alejar de mi— me crucé de brazos —¿Cómo olvidarlo?—

—Para mi, vos eras lo peor que podía pasarle a mi hijo, sabía que tarde o temprano lo volverías a dañar— se encogió de hombros —Hice todo para alejarlo de vos, le llene la cabeza en tu contra, le presenté infinidades de mujeres y aun así no pude evitarlo, yo no pude evitar que mi hijo te quiera cada día más—

—Si...—

—Yo te detestaba, Marizza, porque creía que lo lastimarías, hasta que un día, Pablo te llevó a cenar a casa... vi como te miraba, con ojitos de amor y sonrisas de enamorado— sonrió —me preocupó, porque sabía que el estaba realmente enganchado... pero después te preste atención, y no me preguntes porque, pero supe que vos también lo amabas, los dos se miraban de la misma forma—

Descontrolado(s) 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora