P A D R E S

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Sesenta y cuatro

Treinta y cuatro

P A D R E S

Mia.

—Siempre quise darle otra oportunidad, pero yo soy igual de terca que vos, mamá— dije —Me dolió tanto lo que sucedió, que no fui capaz de ser feliz, solo para no dar el brazo a torcer—

—Yo no soy terca, cielita— dijo mientras doblaba la ropa de su vestidor

Estábamos en su habitación, Manuel estaba en la sala con mi padre, esta noche saldríamos a cenar para festejar la reconciliación. En realidad, eso solo fue una excusa para mantener a mis padres cerca, ya que mi mayor sueño es que ellos estén juntos.

—Sos muy terca y muy cabeza dura como yo— sonreí —es por eso que aún no le diste una segunda oportunidad a papá, y eso que pasaron diecisiete años desde que se separaron, yo creo que va siendo hora...—

—Ay hija, ni él quiere estar conmigo, ni yo quiero estar con él— me interrumpió

—Pero viven juntos desde hace meses, es como tener una revancha ¿no te parece?—

—Si, vivimos juntos, pero por lo que te pasó a vos, decidimos mantenernos unidos para cualquier emergencia, pero cada uno tiene su cuarto, tratamos de no cruzarnos a menos que sea por algo que a vos te suceda—

—¿No es raro que ninguno de los dos se haya vuelto a casar?— pregunté —es como si se hubieran esperado estos últimos años ¿no?—

—Miita, no voy a regresar con tu papá, basta—

—¿Y por qué no? siempre dijiste que él fue el gran amor de tu vida—

—El gran amor de mi vida sos vos, mi hijita, nadie más— aseguró, mientras desempolvaba un vestido rojo —Mira ¿te gusta?—

—¡Es hermoso! ¿de dónde lo sacaste?—

—Lo use hace dieciocho años, cuando tu padre me propuso casamiento— suspiró —Aún lo guardo—

—Lo amas— afirme sonriente —Mamita ¿por qué no lo usas esta noche?—

—No lo sé, no va a quedarme como cuando tenía tu edad— suspiró —¿por que no lo usas vos? te quedaría precioso—

—Vos sos hermosa, y ese vestido es hermoso... por favor, mamá, hacelo por mí— supliqué

—Esta bien, solo por vos— sonrió —¿Me esperas en la sala?—

—Si, te veo en un ratito— 

Bajé las escaleras y me dirigí hacía donde se encontraba mi padre, hablando con Manuel. Ayer nos habíamos reconciliado, y desde entonces no pudimos separarnos ni por un segundo. Para mí sorpresa papá lo dejó dormir en la casa, pero en el cuarto de invitados, alejado completamente de mi habitación. No importaba, con tenerlo cerca era feliz. Hoy iríamos los cuatro a cenar, mi padre quería que festejemos nuestra reconciliación. 

—Que hermosa que estás, hija— sonrió mi padre

—Eres de otro mundo, güera— aseguró Manuel, con su tierna sonrisa —Te ves preciosa—

—¿Tu madre ya esta lista?— 

—Se esta cambiando, papito— sonreí —Estaba muy nerviosa— mentí

—¿Nerviosa? ¿Por qué?—

—Por salir con vos— dije —Quiere que la veas linda, no sabe que ponerse—

Descontrolado(s) 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora