K A R M A

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Sesenta y cuatro

capitulo treinta y cuatro

K A R M A

Narrador universal

—Entonces... ¿ya podemos arrancar?— preguntó el doctor, colocando el frío gel sobre el estómago de Marizza 

—¡No!— gritó la colorada —Acá falta gente aún— dijo mirando a su al rededor —Aguantemos un ratitito más, por favor—

En el cuarto se encontraba su madre, Dolores, quien la había acompañado hasta la clínica, también estaban Mia y Manuel, quienes habían llegado hace unos pocos minutos junto a Sonia, ella los trajo en la camioneta, y de paso se enteró la feliz noticia, así que decidió quedarse a ver la ecografía.

 —Perdón por la tardanza ¿Cómo está mi nieto?— entró Fabricio al consultorio

—Todavía no vimos nada, papá— sonrió Marizza

—¿Ya podemos empezar entonces?— volvió a insistir el doctor —Ya esta la madre, los abuelos y los padrinos...—

—Y yo, que voy a ser la tía— aclaró Sonia —Ahora que me enteré, tengo que mimar mucho a ese bebito—

—También está la tía ¿podemos arrancar?—

—No, falta una personita más— dijo la colorada —Ya debe estar por llegar, es muy importante para mí, si no llega, entonces no me hago la ecografía—

—¿Quién falta?— preguntó Manuel —Creo que estamos todos los que sabemos esta noticia... a menos que hayas llamado a Luna ¿va a venir Luna?—

—No, acá falta el padre— chilló emocionada

—¿El padre?—preguntó Dolores, su madre —Marizza, nos dijiste que...—

En ese mismo instante, la puerta se abrió, dejando pasar a Pablo junto a Mora 

—¿Ya empezaron?— preguntó nervioso —perdón por la demora, estaba esperando a Mora, no encontraba lugar para estacionar—

—Llegaste justo a tiempo mi amor— sonrió la chica —no iba a empezar sin vos, tenes que conocer a nuestra hormiguita—

—¿"Mi amor"?— preguntó Mia —¿De que me perdí acá? hasta hace unos días ustedes dos no se hablaban... espera, Pablo... ¿vos qué sabes?—

—Vos y Manuel se odiaban y ahora están de la manito— rió Pablo —ya vamos a tener tiempo para aclarar todo, pero ahora silencio, quiero ver a mi hijo... después tengo que hablar seriamente con vos, melli, ya me enteré que me ocultas cosas—

—Marizza nunca nos dijiste que Pablo...— habló Fabricio

—Entonces podemos empezar— insistió el doctor, interrumpiendo al hombre

—¡Esperen!— pidió Mora, tomando su teléfono —tengo que llamar a Sergio—

—¿Y usted vendría a ser...?— preguntó el hombre

—Yo soy la madrastra del padre del bebe... vendría a ser... ¿una abuelastra?— frunció el ceño —Y mi marido quiere participar, es que es nuestro primer nieto— tocó su celular y en cuestión de segundos se veía a Sergio desde la pantalla —¡Hola mi amor! ya estamos por ver al bebe—

—¡Hola papá!— dijo Pablo

—Entonces, está la madre, el padre, los padrinos, la tía, la abuela, la abuelastra, y los dos abuelos... No es tan usual que vengan tantas personas a una ecografía de rutina ¿saben?— rió —Parece que este bebito va a tener mucha suerte, porque llega a un hogar rodeado completamente de amor—

Descontrolado(s) 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora