Descontrolado(s) 3

V I A J E

Cincuenta

Capitulo veinte

V I A J E

narrador universal

—¿El elite way está?— preguntó Guido, en forma de canto.

Él estaba parado sobre el último asiento del autobús, mientras el resto de sus compañeros lo observaban.

—¡Si, está!— respondieron, también cantando

—¿El elite way está?— volvió a cantar, trepándose por las ventanas, y los estantes del equipaje

—¡Si, está!— volvieron a contestar, esta vez más fuerte

—¡Entonces mueva, mueva!— todos en el autobús comenzaron a saltar y cantar, o por lo menos la gran mayoría

Parecía un zoológico dentro del vehículo, llevaban solo una hora en viaje y ya era un caos total, la adrenalina del momento por su tan ansiado viaje hacía efecto en ellos. Por decisión del grupo, habían dejado de lado a los padres, pero como necesitaban un adulto responsable, si o si, el profesor Santiago Mansilla se había ofrecido a él mismo como chaperón de su viaje de egresados. Claro que no tomó en cuenta el lío que harían los alumnos. Si, evidentemente ya se estaba arrepintiendo, pero una vez que te subías al autobús, no hay vuelta atrás. 

—¡BASTA!— gritó el profesor, saliendo de la cabina de los choferes del autobús —Desde allí dentro se escuchan los gritos, si siguen así, damos la vuelta y se cancela el viaje—

Volvió a la cabina, pero con todos en silencio.

—¿Marizza sigue dormida?— preguntó Manuel, quien estaba sentado junto a Marcos 

solo un pasillo angosto lo separaba de su mejor amiga, y Luján, quien viajaba sentada junto a la colorada. 

—Ni los gritos la despertaron, desde que se subió que está durmiendo— rió su amiga —Parece muerta—

—¿Revisaron que respire?— preguntó Mia, entre risas

Ella estaba sentada delante de Manuel, junto a Pablo, quien también miraba a Marizza, en silencio.

—Vive durmiendo, yo no entiendo que le pasa— contestó Luján, frustrada —No le puedo ni hablar, porque a los cinco minutos se duerme, se volvió aburrida—

—Debe estar estresada— aseguró Manuel —Con este viaje va a poder relajarse un poco, no te preocupes, la prefiero dormida antes que desquiciada—

—¿Está dormida o finge estarlo para no tener que hablarnos?— preguntó Marcos

—A mi jamás me ignoraría— presumió Mia —A ustedes seguro que sí—

El viaje continuo durante unas largas horas, en las cuales paraban casi en cada estación de servicio, para poder estirar las piernas, recargar agua para el mate, comprar comida o ir al baño. 

Una vez que llegaron a la ciudad de córdoba, en la zona de Villa Carlos Paz, la zona más turística de la provincia, bajaron del autobús, encontrándose con muchas cabañas de roble, eran pequeñas, y estaban una pegada a la otra. Mansilla había decidido separarlas de esta manera; mujeres del lado izquierdo, hombres del lado derecho, mientras un camino de piedras de un ancho de solo cuatro metros los separaba. 

Sabía que una distancia de cuatro metros no haría mucho para separarlos, ya que aún así, las cabañas estaban una frente a la otra, pero Santiago Mansilla había hecho su mejor esfuerzo para evitarlo, más no podía hacer. Solo cruzar los dedos para que no hayan problemas.