T R A G E D I A

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Cuarenta y seis

 Capitulo dieciséis

T R A G E D I A

Pablo.

Llegué corriendo al hospital, lo más rápido que pude. Sin quererlo, había vuelto al lugar donde trabajaba Paula, agradecía no haber estado lejos. Sin saberlo, estuve en el lugar indicado, en el momento indicado. Cuando estuve en la entrada, de un taxi vi bajar a Mía, casi tan desesperada como yo. Cuando ella logró verme, corrió hacía mi. Nos abrazamos, con fuerza.

—Tiene que ser un error, Pablo— dijo entre lagrimas —No puede ser Mercedes, ella es una mujer muy sana, joven... no lo entiendo—

Sabía como Mia se sentía, porque desde niños nos comprendemos con solo una mirada, se que ella siente la misma culpa que yo, nos habíamos alejado por completo de nuestra madre cuando creíamos que por culpa de ella la familia se había separado. Creíamos que Mercedes estaba en una relación secreta con Fabricio Spirito, y desde entonces, el trato con mi madre siempre fue diferente.

Con el tiempo, notamos que no fue culpa de mi madre, y que solo había sido una mentira de mi padre, a la cual ella accedió a participar, solo por el inmenso cariño que le tenía. Mercedes no era la misma desde ese día en el que Mia y yo volvimos de Estados Unidos.

Estuvo apagada, durante meses. Nunca tuvo una buena relación con Mia, y se terminaron de alejar cuando mi hermana melliza en realidad se enteró que era adoptada, y sintió que por esa razón Mercedes nunca la quiso. 

Yo comencé a ser más distante con mi madre, desde que me enteré que engañó a Ignacio, quien siempre creí que era mi padre, con su propio hermano, mi supuesto tío. Mercedes engañó a Ignacio con Sergio, y yo fui el producto de esa venganza. 

Nunca pude perdonarla por mentirme, y por haberme dado un padre como Sergio Bustamante, quien siempre trató de arruinar mi vida.

—Tenemos que entrar, Mía— suspiré con tristeza —Tal vez, esto es solo un malentendido—

Entramos al hospital, y en la recepción nos esperaba un medico. 

—¿Los hermanos Bustamante?— preguntó el hombre

—Si, somos nosotros— dije, aferrándome aún más a Mía —¿Qué paso con mi madre?—

—La señora Mercedes Leguizamón entró a urgencias hace más de dos horas, se descompensó en la vía publica, a pesar de los reiterados intentos por salvarla, ya no hubo nada más que hacer— explicó, apenado —Comenzaron a llamarlos a ustedes, porque son los únicos contactos de emergencia en su celular, lamento mucho la perdida de su madre— 

—¿Y ahora? ¿Cómo sigue esto?— pregunté con un nudo en la garganta

—Pueden pasar a verla por última vez, si es lo que desean— explicó —En caso de que no quieran, deben pasar a mi oficina a firmar unos papeles, para comenzar los tramites del velatorio, ustedes son los que deciden—

—Antes de entrar, quiero saber de que murió— dijo Mia —Mi madre siempre fue una persona muy sana, no entiendo que pudo haber pasado—

—Esto— sacó de su bata, un frasco de pastillas naranja —Anti depresivos, llevaba uno de estos en su cartera, estaba vacío, se calcula que ingirió entre cinco o diez pastillas, en una corta distancia de tiempo, aún no tenemos los análisis correspondientes, necesitamos la autorización de la familia para esto— 

—¿Mamá se suicidó?— pregunté, asustado

—Si fuese a propósito, lo hubiera hecho en su hogar, y no en la vía pública—explicó el doctor —En casos como estos, pudo haber sido por error, en su historial medico no figura que le hayan recetado este medicamento, por lo cual es probable que ni siquiera haya sabido como tomarlo—

Descontrolado(s) 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora