E P I L O G O

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Pablo.

—Estoy muy nervioso, me tiembla todo— dije, acomodando mi corbata por vez número cuatro 

—Es que vos estás loco hermano— contestó Guido, bebiendo una lata de cerveza —¿Casarte con veintiún años? sos una criatura todavía, te falta tanto por vivir...—

—Guido, tiene dos hijos de tres años, casarse no es nada comparado a eso— rió Tomás —De una esposa te podes separar... ¿pero de dos hijos?—

Estábamos en un rincón de un gran parque, algo escondido de los demás invitados. Hoy era el día de mi casamiento, el cual habíamos retrasado una y otra vez por diversos problemas. Estaba esperando a mi prometida, la cual llevaba quince minutos de retraso.

—No quiero separarme ni de mi mujer ni de mis hijos— aclaré —No estoy loco, estoy enamorado y la realidad es que estoy muy feliz por esto— 

—Lo raro es que se casen el mismo día del cumpleaños de sus hijos— agregó Tomás —¿En serio no había otra fecha?—

—Es que elegimos esta fecha a propósito, para no olvidarnos de nuestro aniversario ni del cumple de los mellis— reí —Idea de mi prometida—

—Tus hijos te van a odiar cuando crezcan— aseguró Guido

Hace tres años, más precisamente el siete de julio, llegaron a nuestra vida los mellizos. Se hicieron desear, ya que tenían fecha de nacimiento para los últimos días de junio, pero a mis caprichosos hijos se les ocurrió nacer una semana después. Yo creo que inconscientemente estaban esperando a sus tíos, porque las vacaciones en Francia comenzaron para esa misma semana, por lo cual Mia y Manuel llegaron justo a tiempo para el nacimiento de sus sobrinitos. 

Mi novia quería nombres extravagantes, mientras que yo quería algo más corto y común. Luego de muchas discusiones, les pusimos sus nombres dos días después de nacidos. 

Si, durante cuarenta y ocho horas nuestros hijos no tuvieron nombres, solo les decíamos hormigas. Espero que nunca que enteren. Todos tuvieron razón al llamarnos irresponsables.

Al final, tal como lo predijo mi hermana, tuvimos un niño y una niña, decidimos enterarnos el mismo día del parto, y no nos arrepentimos, porque fue mágico dejarnos sorprender. Los amé desde el primer momento en que los vi. 

El primer bebe en nacer fue un varoncito, al cual luego de muchas peleítas en el medio decidimos llamar Máximo (nombre que elegí yo) Valentiniano (nombre que eligió mi prometida) Bustamente Spirito (porque claro que Marizza jamás dejaría que los mellis no llevarán su apellido también). Luego, a los pocos minutos nació nuestra bebita, Pía Bellarmina... ¿Se nota quien eligió cada nombre, verdad?

—¡Papi!— escuche dos vocecitas agudas llegar corriendo hacía mi 

—Hola mis amores— dije yo, poniéndome de rodillas para abrazarlos —Que hermosos que están ¿los abuelitos los prepararon?—

Moría de ternura al verlos con sus ropitas elegantes. Ambos estaban de blanco, con los trajecitos que les había comprado su tía Sonia.

—Perdón, hijo, es que querían verte— explicó mi padre con una sonrisa —La abuela Mora no sabía que más hacer para calmarlos—

Sergio salió de prisión hace casi un año, y desde entonces es super unido a mí, y a sus nietos. Tener a papá libre es una de las cosas más lindas que me pasaron este último tiempo.

Él fue una de las razones por las cuales la boda se retrasó, tanto Marizza como yo queríamos tener a todas las personas importantes en nuestra vida presentes para el casamiento. Papá salió de prisión, Mia y Manuel están en el país, los mellizos están más grandes y comprenden un poco más lo que sucede...  todo estaba perfecto para casarnos. 

Descontrolado(s) 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora