🔹 Capitulo 10: Conversaciones.

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– Aveces es lindo recordar, gracias a Dios maduré y soy la persona que soy actualmente, ¿No te parece? Jajaja.– habló Pompón mientras reía, era divertido para el desbloquear recuerdos de antaño.

Si jaja, aunque tienes cosas que mejora- – Grimaldo se levantó del asiento del escritorio y volteó finalmente para verlo de frente. Pausó en seco al verle que efectivamente tenía un parche en la mejilla izquierda; y además sin su suéter del uniforme y una camisa extra con un poco de sangre y ahogada en perfume, llenaba toda la habitación con ese exquisito olor extasiante. Era un poco de su desagrado verle tan mal.
¿Qué hiciste con tu sueter? –

¿Debería decirle la verdad? Tal vez se lo tome a mal, después de todo acababa de regalarle el suéter a un muchacho que ni siquiera se le ha declarado para ser novios, es solo una aventura que posiblemente no llegue a más.

– Eh... El insistía en que se lo diera y a cambio me otorgó su camiseta y...– decía Pompón nerviosamente, mientras colocaba en un gancho de ropa esa camiseta blanca y la colgó cerca del espejo.

Grimaldo no sabía que sentir: ira, decepción, impotencia.
¡¿Pero qué has hecho reverendo pendejo?! ¡Eso está prohibido! A cada quien se le otorga su uniforme de soldado cuando se asciende de puesto. ¡Tú lo sabes! ¡Fuiste tú quien le dió la idea al Coronel para diferenciar soldados de reclutas! ¡Es que de verdad no puedo creerlo!...–

Pompón ya dentro de sí sentía mucha pena, era verdad, acababa de romper una regla por Azulin y quizá no haya valido la pena. Ahora hizo que su mejor amigo gastará su voz gritándole desesperadamente.

Tranquilo... Sabe que no debe usarla, así que no hay problema. – decía Pompón en un intento de tranquilizarlo. «Eso espero...» pensó.

Cómo sea... – dijo Grimaldo más tranquilo por esa respuesta, mientras nadie lo vea usando ese suéter, todo estaría bien. –Por cierto... El Comandante Fluffy requiere una audiencia contigo, me imagino es para algo de firmas o yo que sé, tú eres el que más sabe de eso. – él ya estaba saliendo de la habitación, se quedó con la perilla en la mano cuando Pompón volvió a hablar.

– ¡Ohh! ¡Claro! Iré y de paso les comentaré a los altos mandos de una idea que tengo. – dijo el oji-púrpura al mismo tiempo que se cambiaba de ropa.

– Jajaja, suerte.–

[...]

Después de que Azulín y Gordi "hablarán", prosiguieron ambos con su rutina del día.

El osito rosa fue con lo chicos, a intentar despertarlos antes de que el Sargento Caricias llegará repentinamente a despertarlos a jicarazos puesto que el vino sagrado de ayer los adormeció más de lo normal.
Buenos días Achuchones...– se acercó al osito verde primeramente, le habló con mucha dulzura mientras lo movía ligeramente.

Los ojos de Achuchones poco a poco se abrían, lo primero que vió fue a Gordi con esa sonrisa que parecía más brillante por la luz de los rayos del sol detrás de él. Era una vista verdaderamente linda e hipnotizante, parecía un sueño. Sus mejillas rojas cuál carmín eran nuevamente visibles.

Buenos días... ¿Eres un ángel? –

Gordi tuvo un leve sonrojo por ese comentario, Achuchones podía ser dulce solo cuando quería y era tierno que solo con él dijera tantas cosas bellas. No evitó reír tiernamente.
Gordi no era ningún idiota y sabía que Achuchones le coqueteaba, solo que nunca le había dado la oportunidad porque Azulín venía a interferir con mucha agresividad.
Y desde que Azulín se junto con Pompón, podía disfrutar de un poco de atención sin que recibiera un puñetazo o después de arrepintiera de simplemente existir. Era lo único que agradecía de Pompón; aún así, no le agradaba el oji-púrpura para nada.

Y hablando de oji-púrpuras, Coco se despertó al escuchar ruido, se estiró y ayudo a Gordi a despertar a todos.

Sin duda, había sido la mejor noche de su vida, y quizá el día de hoy sea mejor.

Mientras tanto, Azulín estaba frente al espejo con el suéter del uniforme de Pompón, sin abrochar los botones, sin duda amaba esa imagen suya en el cristal reflejante, se veía imponente e importante.

Coco lo vió, ahora tenía el suéter de Cabo Pompón puesta. No iba a perder la oportunidad de burlarse de el aprovechando su "buen" humor que mostraba esa mañana. Y se acercó mientras prendía uno de sus típicos cigarros.

Veamos... Lo complicado asusta, pero lo extremadamente complicado enamora. ¿No crees Azulín?–

Azulín giró los ojos y volteó a verle con desagrado. –¿Y eso a ti qué te importa?– puso mayor atención a sus ojos, esos malditos ojos morados. ¿Por qué tenía que tenerlos? Le desagradaban demasiado pero le recordaban mucho a los de Pompón, no evitó sonrojarse al pensar en los ojos de su bien amado.

Coco confirmaba sus sospechas, tampoco le agradaba la actitud de Azulín pero pensó que si seguía hablando podían llegar a una conversación tranquila, es decir, lo vió ayer hablando tan naturalmente con Pompón. ¿Qué tan difícil sería sacarle ese lado otra vez?
– ¡Entonces tengo razón! – dijo con una sonrisa traviesa.

– ¿Qué? No no no...– negaba Azulín con la cabeza. Estaba totalmente rojo y no podía ocultarlo mucho más.
Odiaba intensamente a Coco, pero necesitaba hablar con algún osito de lo que pasó con Pompón.
Tomó de un extremo el suéter de Cabo con una mano y lo apretó fuertemente, dió un chillido al hacerlo.

¿Piensas negarlo? Sólo mírate. Se ve que le gustas. – Coco no tenía idea de lo que hablaron los osos enamorados en la noche, pero a kilómetros se notaba esa química.

– ... Ay, claro que no, que tontería. – Azulín internamente se negaba a seguir hablando con el osito amarillo brillante, pero sus ganas de hablar del tema fueron más fuertes. –  Es qué simplemente es tan... ¡Ahhh!– volvió a gritar emocionado; rojo cómo un tomate, mientras trataba de ocultarse en el suéter rosa.

Satisfactoriamente las intenciones de Coco parecían dar frutos, Azulín tenía otro aura y otra actitud muy diferente a como normalmente es: ese maldito desgraciado arrogante, a una más tranquila y ¿Feliz?.

Gordi estaba tan concentrado en atender a sus compañeros que no notó que Azulín estaba con Coco, salvo cuando le tocaba su turno de que le diera una medicina para bajar el efecto de la resaca. Volteó alrededor de la habitación y entonces lo vió, felizmente conviviendo con Coco y por el modo en que se comportaba, podía adivinar que se trataba de algo que tenía que ver con Pompón. Sintió celos por unos segundos.

«¿Qué tiene el qué no tenga yo?»

– Mira te recomiendo está frase romántica, va con tu personalidad. – el osito mayor le dió una palmadita en la espalda, algo que nunca imaginó hacer, se sentía demasiado raro cómo para ser normal. –"Yo qué odio la vida entera, dime por qué a ti te quiero tanto"... ¿Qué tal? –

Azulín respondió afirmativamente. También sintió un cosquilleo cuando sintió la mano de Coco, eso le desagradó y se apartó.
«Que frase tan más estúpida...»

Los gemelos Mimosin se acercaron, aprovechando que Azulín parecía estar de buen humor. Mime fue quién dirigió la palabra al osito azúl.

– Disculpa... Solo te pedimos qué nos devuelvas nuestro perfume, por favor.–

Prueba de amor. (Cabo Pompón🧡 x Azulín💙)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora