En las afueras del pueblo osito hay una casa, bastante grande para que actualmente solo un hombre viviera allí mientras 2 de sus hijos cumplían su deber en el ejercito.
El añora su vida antes de que todo se derrumbará; él fue soldado y nunca hizo un esfuerzo por subir de rango, no tomaba importancia de nada de eso, él simplemente existía y no tenía intereses, no tenía ninguna misión, aspiración, sueño o meta en la vida, se podría decir que era bastante mediocre y aburrido.Después de dejar el ejercito se convirtió en pescador, una pequeña actividad que por vez primera, le gustaba realizar. Se compró un gorrito verde, una red y caña de pesca, un bote que atesoraba más que a su propia vida.
Era un oso azúl conformista con una cara de sufrimiento eterno, su alma vacía sin alegrías... Salvo sus hijos, lo único que le quedaba en la vida, ya qué su esposa falleció, ese funesto día el cuál lo terminó de destruir emocionalmente; aunque en el fondo le contentaba que ella haya muerto, fue un pequeño dulzor en sus penas.
Actualmente se arrepiente de haber desperdiciado su vida, de haberse casado alguna vez, de que cada desición que haya tomado en la vida lo condujeran a dónde está actualmente: en una casa vacía, sentando en un sillón individual, fumando habanos y puros que inútilmente saciaban su adicción, quedando con un aliento a tabaco, con su ropa igualmente maloliente, la habitación obscura e impregnada en humo. Verdaderamente deprimente. Melancólico en su propia miseria.
« Debería limpiar un poco la casa... » pensó el oso mayor al levantar un poco la vista, observando el lugar lúgubre y polvoriento que se había vuelto la sala en la que se encontraba.
Trató de levantarse del sillón, de verdad que lo intentó... No tenía energía para absolutamente nada aunque tuviera ganas de hacer alguna cosa. Sin embargo, nada le animaba, siquiera el sabor de sus propios cigarros, le parecían insípidos.
« Dios... D-Dios... Quiero llorar, pero mi llanto no puede brotar, pon en mis ojos un poco de luz para que pueda desipar mis penas. Nada... me importa ya... Nadie acompaña mi soledad...Ten piedad de mi penar...» gritaba en su mente mientras tomaba su collar del sagrado corazón, entristeciendose cada vez más.
El sonido de la puerta haciendo "toc-toc" interrumpieron sus pensamientos, no era normal que recibiera visitas ya que no tiene amigos y toda la gente cercana que alguna vez tuvo habían perecido o no podía volver a verlos. Así que dudoso abrió la puerta, viendo a su hijo acompañando de un osito amarillo con boina rosada. Se aperplejó al observarlos a ambos.
– ¿Qué onda jefecito? Ya le caí de sorpresa 'eda. – sonrió Azulín y abrazó a su padre cálidamente, él era una de las pocas personas que amaba.
– Ah... Si hijo, muy de sorpresa, pero pasen por favor. – intentó parecer amable, no tenía ganas de socializar pero no quería ser grosero. Los invitó a pasar a la casa y a sentarse en el sofá grande.
Pompón sospechó un poco, ese tono de voz no era de alguien que se sintiera cómodo, no quería pensar que su presencia tenía algo que ver.
Al momento en que los dos enamorados entraron a la casa, notaron el olor a humo intensamente, algo que para Azulín era normal. Sin embargo, Pompón no evitó toser frenéticamente ante tales niveles de nicotina en el aire. Se le empezó a irritar la garganta y el dolor de cabeza se hacía presente al igual que un mareo.– Caramba... No me siento muy bien, dispensen....– Pompón se distorsionó un poco y cayó al sofá, tratando de respirar.
Azulín tocó su frente que estaba totalmente caliente. – Oye pa, abré la ventana, iré por las pastillas y por un poco de agua. –
El osito azúl mostró un poco de preocupación, pero sabía cómo tratar a una persona embriagada con el humo, era algo que a Gordi le ocurría constantemente cuando aún vivían en la casa.
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Prueba de amor. (Cabo Pompón🧡 x Azulín💙)
FanfictionLa locura es algo difícil de describir, sobretodo cuando la mente de uno está plagada de traumas, desgracias, desconciertos y recuerdos desgarradores. Azulín quiere poner a prueba a Pompón, sacando una idea tan desquiciada de su mente podrida. Sin...