Prueba de amor. (Cabo Pompón🧡 x Azulín💙)

🔹 Capitulo 20: Pequeña travesura.

⚠️Capítulo con contenido sexual explícito⚠️

💀

Los besos continuaron unos 5 minutos, Pompón inconcientemente movía sus caderas mientras seguía encima de Azulín, lo cuál estimuló a este último, deseaba el momento en el que pasarán al siguiente paso, estaba realmente ansioso.

Pompón se separó para tomar aire, dando pequeños jadeos por el momento tan caluroso. Levantó un poco la mirada para verle a los ojos.

– Ya sé lo que quieres, mañoso. – dijo Azulín mientras reía pícaramente.

– Oh... no, no, no, no pienses así, es decir, si tú quieres podríamos... –

Azulín estaba apunto de responder positivamente a su llamado de lujuria, hasta que chorritos de sangre empezaron a caer en su rostro; esa sangre olía un poco metálico y se asustó un poco porque no entendía de dónde salieron.

Pompón levantó su torso, soltando a Azulín, vió la herida de su brazo nuevamente con la gasa empapada de sangre, el ardor en esa zona tan intenso que Pompón por primera vez en toda la noche hizo un quejido de dolor.

– ¿Otra? Por el sagrado corazón, no creas que no me he dado cuenta de las vendas que tienes en el piso. ¿Por qué no dejas descansar tu herida? –

– Realmente no importa, estoy bien. – mintió el osito amarillo descaradamente tratando de disimular.

– No puedo dejarte así, ¡Levántate! – le exigió el osito azúl.

Pompón se resignó, por vez primera, a obedecer.

– Te ayudaré con eso. – Azulín se inclinó a quitarle la venda llena de sangre, la retiró y la tiró al suelo; ésta hizo un sonido típico de salpicadura.
Observó detalladamente cómo esa herida de rasguñó se convirtió en una abertura de carne que parecía desgarrada, saliendo sangre lentamente, parecía demasiado doloroso para aguantar eso todo el día. ¿Por qué Pompón fue tan incompetente para no atenderse primeramente?

– Te vas a desangrar... Y en sorprende de ti, señor Cabo uno se los más capacitados, deberías saber cómo detener el sangrado. –

– Si lo sé. –

– ¡¿Entonces?!–

Pompón se quedó en silencio un momento. Y Azulín suspiró, de cierto modo decepcionado.

– Puedes lamerlo si gustas. – habló Pompón repentinamente.

Azulín hizo una cara de asco y le dijo al osito amarillo: – Wakala no, no seas asqueroso. –

– Pero eso hiciste el otro día. – exclamó Pompón confundido.

– Eso fue inconcientemente y... – se quejó, más sin embargo paso unos segundos pensando sobre eso, no quería que Pompón supiera de su extraña obsesión por la sangre. Y ahora que lo piensa, fué él quien le propuso lamer su herida... Que raro ¿No?

Sin más rodeos, empezó a hacerlo suavemente, otra vez ese sabor metálico y tan delicioso de la sangre en su boca.
Pompón emitió unos pequeños gemidos al sentirlo, era una sensación de cosquilleo y una sensación húmeda.
Pero algo dentro de sí mismo le rogaba que se detuviera, que cesara el dolor que le provoca en ese instante, no soportaba que se derramará tanta sangre y el ardor insoportable no ayudaba.