Yeonjun terminaba de arreglar al muñeco para llevarlo con su vecina. Lo abrigó, peinó su castaño cabello cuidadosamente antes de ponerle algo de perfume y darle un par de indicaciones.
-Amo…
-No, si me llegas a nombrar dime Yeonjun no amo ¿Bueno? -asintió.
-¿Demorarán?
-No lo creo, a la próxima te llevaremos ¿Te parece? -asintió.
El muñeco hacia sus mechones de cabellos detrás de su oreja cada vez que estaba nervioso, era algo que había notado cuando Hyunjae miraba a Beomgyu enojado. Le apartó la mano y lo abrazó. El muñeco correspondió dejando salir un pesado suspiro.
-Tu cabello es muy bonito, no debes tocarlo tanto que luego se pondrá feo -comentó para que se relajara.
-Siempre dices que es lindo -murmuró sonriendo- Te quiero.
-¿Quién te enseñó eso?
-Beomgyu lo dice ¿Es bueno?
-Sí -sonrió- Yo también te quiero.
El muñeco menor estaba de pie cerca de la puerta, su amo lo había dejado en casa de su vecina. La chica lo miraba de pies a cabeza, nerviosamente el muñeco intentaba no mirarla mientras tocaba su cabello… Pero recordó las palabras de su amo. Llevó sus manos juntas hacia abajo a la vez que apretaba sus labios intentando no emitir ruido.
-Me llamo Penny.
-Hola, Penny -rió inocente.
-Y Hyunjae ¿De dónde vienes?
-De Japón -mintió.
Yeonjun le había dado unas clases de respuestas para decirle a la chica si es que preguntaba.
-Tu apellido es…
-Park -murmuró.
-¿Qué haces aquí?¿Por qué llegaste al departamento de Yeonjun?
-N-no sé.
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El muñeco iba apoyado en su amo, con sus manos unidas y también sonriendo ambos de igual manera. Otra cita en la que el muñeco sonreía ampliamente e iba percatándose de nuevas sensaciones junto a su amo. Lo seguía donde fuese, era un jardín hermoso donde habían mesas en dirección a una postal.
-¿Qué es aquí? -preguntó mirando el paisaje.
-Un restaurante y un lugar donde podamos charlar más privado.
-Me gusta -murmuró mirando a su amo y sonrió.
Todo tan sofisticado, el muñeco miraba a las demás personas algo extrañado. Con trajes formales, las mujeres con vestidos, bien maquilladas y peinadas, bolsos que se veían costosos, su manera de hablar tan peculiar. Mientras ellos iban de forma casual, tan naturales que quizás a ellos eran a los que miraban extraño.
