Extra I: mi luz de luna; mi estrella matutina

92 4 0
                                    

Taeyong siempre pensó que tenía una vida miserable.

De niño, su mamá lo cambiaba por hombres cada que tenía oportunidad, Taeyong siempre teniendo diferentes "tíos" a los cuales les debía respeto, incluso cuando alguno de estos le hacía hacer cosas desagradables o lo tocaba con excusas que no entendió hasta que creció y su consciencia fue mayor. A su mamá nunca le importó, a ella le interesaba el dinero, el alcohol y el sexo, nada más que eso.

Él podía entender ese hecho, podía vivir con eso, pero no con que su propia madre lo obligara a dejar de estudiar, a dejar todos sus sueños a un lado solo por ira y envidia, porque uno de sus novios lo prefería a él. Si bien a Taeyong le parecía repugnante y sumamente asqueroso el novio de su madre, ella estaba tan ciega que no pudo ver nada más que el deseo que su hombre sentía por su hijo, y lo envió lejos, muy lejos, solo, sin dinero. Tuvo que vivir en un motel por meses.

Eso causó que muchos de su edad se sintieran con el derecho de burlarse de él y hacerle saber que no era más que una plasta. Al menos él, como niño que se crió en las calles de la periferia de Seúl, nunca se dejó humillar, siendo protagonista y vencedor de una gran cantidad de peleas en las que sus nudillos se mancharon completamente de sangre, y una que otra vez, se ganó una amenaza por parte de alguien con dinero.

Si era honesto, creía que su único momento de felicidad fue cuando a los diecisiete años, se enteró de que su madre y su novio de aquel entonces murieron en un accidente automovilístico. Esa fue la primera vez en muchos años en los que sonrió con sinceridad, su cuerpo fue recorrido por un sentimiento tan profundo de alivio y satisfacción, que le fue difícil de entender. Incluso cuando insultó la tumba de su madre, cuando escupió sobre la tierra recientemente movida de aquel tipo tan desagradable, nunca perdió esa sensación de júbilo.

Al menos, no hasta que esas muertes le otorgaron sus antecedentes a sus empleadores, y así, descubrieron realmente de dónde provenía y la familia que tenía; sus genes. Incluso para una empresa en la que no hacía más que llevar cargamento sobre los hombros, era demasiado inapropiado, y fue la excusa perfecta para despedirlo. Ni siquiera su buena imagen, la cual era elogiada constantemente por sus compañeros y jefes, lo ayudó a mantener su empleó o conseguir uno nuevo. De ese modo, terminó solo, pobre, y finalmente, la tristeza y profunda sensación de soledad inundaron su cuerpo.

Esa satisfacción y felicidad, no solo fueron cubiertas por la ira, sino que, además, la soledad envolvió su alma y cuerpo, la desdicha finalmente consumiéndolo hasta un punto en que no sentía que tenía motivos para vivir.

Él nunca fue débil, pasó por muchas cosas, siempre encontró la motivación suficiente para vivir, pero al final del día, esa desolación lo sobrepasó. De a poco, las fuerzas para presentarse a trabajos de mala procedencia y sumamente carentes, comenzó a abandonarlo, conseguir comida cada vez fue más difícil, y mucho menos necesario para él. Al poco tiempo, lo echaron del motel donde vivía, prácticamente tiraron sus míseras cosas a la calle, y a él... solo lo arrojaron fuera y cerraron las puertas en su cara.

Solo en un callejón, comenzó a pensar seriamente en que el río no quedaba tan lejos y podía ser su mayor salvación, el calor de la ira podría desvanecerse lentamente con el frío del agua, así mismo, la soledad sería cubierta poco a poco, cuando aquel gélido líquido envolviera su cuerpo, y podría sentirse acompañado hasta que finalmente cediera y se hundiera en lo más profundo de aquel río.

Lo único que lo despertó de aquella fantasía que cada vez parecía ser más cercana a su futuro y final, fue el bullicio de un tiroteo que inundó sus oídos, justo a las afueras de aquel callejón. Taeyong suspiró y se puso de pie mientras lentamente, sosteniéndose con fuerza de las frías y sucias paredes de cemento, creyó que podría acercarse y morir ahí, así quizás, su alma podría no sentirse tan sola, algunos periódicos menos amarillistas podrían cubrir su homicidio, gente hablaría de él por un día o dos, podría descansar en paz. Algunos sentirían lástima, y mirarían el cielo pidiendo por él.

Obsesión ; seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora