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"Capítulo Diecisiete"
↷ ⁞ Miedo
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Lo miró con odio.
Las cejas arqueadas, oscuras y pobladas, le daban un aspecto incluso más aterrador. Los ojos oscuros parecían atravesarlo como si de mil cuchillos se tratara.
La gran mano del hombre se levantó, y el pequeño niño se encogió en su lugar, alzando los hombros y flectando ligeramente las rodillas. Cerró los ojos con fuerza mientras su cuerpo comenzaba a temblar incontrolablemente. Fue cuestión de unos instantes para que su rostro fuera volteado por una bofetada que le enrojeció la mejilla y le hizo cortarse la piel interna con los dientes. Un delgado hilo de sangre se deslizó por su mentón, y sus manos se cerraron en un puño.
La cerámica rota que aún sostenía le cortó la piel profundamente, logrando hacer que las palmas de sus manos comenzaran a sangrar, y con ello, ensució la madera del piso.
Otra bofetada, y el sabor metálico en su boca comenzó a acumularse. No podía escupir, porque sino, se ganaría un nuevo golpe. Sin darse cuenta había comenzado a llorar, sus finas pestañas se humedecieron, y al abrir los ojos, las lágrimas simplemente se deslizaron por sus mejillas.
Un jalón de cabello, una patada, y un nuevo golpe.
Después, dolor y soledad.
El niño de tan solo once años de edad, se retorció en el suelo, adolorido y sollozando en silencio. Su rostro ya estaba comenzando a hincharse, y las lágrimas provocaban ardor. Las heridas en sus manos no habían comenzado a cicatrizarse, y su tórax se sentía pesado, le costaba respirar. Su cabello negro se había manchado con la sangre de sus manos, pues se sujetaba fuertemente la cabeza.
El cuero cabelludo de la zona que fue jaloneada, le quemaba violentamente.
Minutos después, fue encontrado por la criada a quien mandaron a limpiar el desastre que el pequeño había causado. La mujer se horrorizó al momento en que lo vio permanecer tembloroso en el suelo, y corrió a ayudarlo.
El accidente se había dado debido a que el pequeño había visto una mancha en uno de los jarrones favoritos de su madre. Era de cerámica antigua, decorado con una serie de runas que solo ella parecía saber qué significaban. El niño creyó que sería una buena idea limpiarlo después de darse cuenta de que una mancha marrón de polvo cubría varias de las runas, y que se había formado una telaraña. Agradeció que fuera ignorado por los criados, porque así se ganaría un elogió, y se puso de puntillas para alcanzarlo.
Cuando vio a su padre regañarlo por tenerlo en las manos, lo dejó caer por accidente, y se apresuró a recoger los pedazos. El hombre solo logró ponerlo más nervioso, y al final, tras demostrar ser incapaz de responder sin tartamudear, fue golpeado.
Y dejado en ese estado.
La mujer, antes de comenzar a limpiar, lo recogió y corrió a entregárselo a otra criada. Luego, tuvo que marcharse antes de que el jefe se diera cuenta de que no estaba allí, y que por ello, fuera castigada.
El niño trató de negarse, pero su cuerpo parecía no cooperar con su mente, pues simplemente se aferró a la mujer que había comenzado a curar sus heridas.
Si su papá se enteraba de que fue curado por alguien más, se enfadaría muchísimo y volvería a castigarlo, solo que, en esa oportunidad, no lo haría siendo tan gentil. Lo peor era que no sería el único, sino que la mujer que lo curaba, Kim Yongsun, también recibiría una paliza.
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Obsesión ; seongjoong
FanfictionSus manos eran cálidas y amables. Sus ojos eran como un par de estrellas. Su sonrisa era la más sincera que alguna vez recibió. Y su voz... su voz era la más hermosa y suave que alguna vez escuchó. Y él quería todo eso solo para sí. Quería que fue...