Tre: Morte

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"Capítulo Tres"

↷ ⁞ Muerte

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San estaba fumando apoyado en su auto. Ya había vuelto a la periferia, no tenía mucho más que hacer en el centro de la ciudad, y mucho menos tenía razones para seguir relacionándose con los alrededores del barrio alto de Seúl. Una vez que lo veían bajarse o subirse a su auto, la gente comenzaba a murmurar. Por supuesto que lo sabía, debían de estar pensando en que se había robado el vehículo u algo similar.

Suspiró de forma pesada. Debió de haber hecho caso cuando le dijeron que se cambie de ropa antes de aparecerse por el hospital S.

Revisaba unas cosas en su celular, cuando de pronto le entró una llamada cuyo remitente le hizo hacer una mueca. Lanzó la colilla del cigarro al suelo y la pisó, y al ver que no habían cortado ante la tardanza que estaba teniendo en contestar, simplemente tomó la llamada.

-Diga.

-¿Cómo está? -preguntaron desde la otra línea. La voz del hombre tenía un tinte brillante, y se notaba ser de una persona relativamente joven, pero al mismo tiempo, era autoritaria y demandante.

-Bien, no tiene lesiones críticas. Solo le hicieron unos exámenes, le pusieron suero y le suturaron y curaron las heridas -respondió apresuradamente.

La otra línea permaneció un rato en silencio, tanto, que San estaba considerando muy seriamente en si realmente traería consecuencias cortar la llamada y lanzar aquel celular a los asientos traseros para olvidarse de que estaba allí.

-No le diste señales de que me conocieras, ¿no? -cuestionó la voz desde la otra línea, se notaba muy severo.

-Por supuesto que no, ¿crees que soy idiota, cuñado? -respondió cansado.

Después de ello, la otra línea cortó la llamada.

San suspiró con agobio, no le gustaba tener que estarle respondiendo ese tipo de cosas a aquel sujeto, no le gustaba involucrarse con él, y mucho menos, le gustaba mentirle a un muchacho que ya parecía haber sufrido demasiado. No obstante, no podía hacer más que responder y obedecer, porque sin ese tipo, él no sería nada, y ya se estaría pudriendo en la cárcel, sin poder ver a esa persona.

Estaba por subirse una vez más al carro, ya había arreglado todos los asuntos que le incumbían en la zona, por lo que solo quería correr a los brazos de su pareja y dormir acurrucado en ellos. Pero parecía ser que el mundo no le quería dejar optar rápidamente a esa opción, pues su celular comenzó a sonar por segunda vez, solo que, en esa oportunidad, el número que aparecía en la pantalla, hizo que su cuero cabelludo se erizara.

Tragó saliva duramente antes de contestar.

Ni siquiera había pronunciado palabra alguna, cuando la persona al otro lado de la línea lo interrumpió.

-El nombre -demandó un hombre de voz gruesa y algo profunda.

-... Shim Changmin -respondió después de pensarlo por algunos breves segundos.

Tras ello, la llamada terminó.

Sinceramente, estaba agotado de toda la mierda que involucraba a esos sujetos, pero nada le había hecho estallar más los nervios que aquella última llamada. No estaba dispuesto a tener que escuchar de nuevo el pitido de aquel teléfono celular solo para encontrarse con que se trataba de uno de aquellos malditos peces gordos, por lo que eligió la opción más racional para solucionar su problema.

Obsesión ; seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora