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"Capítulo Siete"
↷ ⁞ Trauma
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Ese día en particular, Seonghwa se sentía extremadamente lamentable. Como un borrego del cual debían de compadecerse porque acababa de ser salvado de morir en el matadero. Solo, desprotegido, y temblando de miedo.
Al mirarse en el espejo, sintió una impotencia que nunca antes había experimentado. Sus uñas se clavaron brutalmente en las palmas de sus manos, pequeñas gotas de sangre se deslizaron por su pálida piel hasta acabar en el suelo. Bajo sus ojos había unas pequeñas bolsas oscuras, indicando la falta de sueño que lo había atormentado por los dos últimos días. No dormía, su cabeza no guardaba el silencio que era necesario para poder pegar un ojo.
La única persona que parecía darle un poco de paz era su padre, nadie más que él. Era horrible, ni siquiera se sentía seguro con su propia madre, la mujer que le había dado la vida.
Después de ver la socarrona sonrisa de HongJoong y de escuchar su voz, después de su abandono, todo el avance que había conseguido con el pasar del tiempo, se disipó tal como si solo hubiese sido un poco de neblina cubriendo la realidad. Era tan patético, que no fue capaz de convertir aquellas nubes que amenazaban por despejarse en algo sólido.
Al final, la niebla se había disipado, permitiendo que un gélido camino cubierto de sangre y dolor fuera descubierto una vez más. Un camino que él mismo había creado, uno al que se había aferrado sin razones aparentes, simplemente porque estaba aterrado.
—¡Seonghwa, por Dios! —exclamó Soobin, su mayordomo personal, al verlo. Inevitablemente, desobedeció las reglas y lo llamó por su nombre.
El joven había ido, por petición de Seonghwa, a buscar un abrigo a los pisos de abajo de la gran casa, simplemente confiando en él, pensando que sería lo mejor para la autoestima del muchacho con el que básicamente se había criado.
Groso error.
Ligeras líneas de sangre se deslizaron por las manos de Seonghwa hasta concentrarse en los pequeños huecos de entre sus dedos, finalmente cayendo al suelo recientemente limpiado.
Apenas Soobin hizo amago de acercarse y ayudarlo con las pequeñas y sangrantes heridas de sus manos, Seonghwa se apartó. El joven que hacía la labor de mayordomo, retrocedió unos cuantos pasos al ver la actitud arisca del muchacho.
—Seong- señor, hay que curar sus manos, debe salir pronto para su sesión terapéutica —dijo Soobin, su tono de voz fue suave.
Seonghwa se quedó callado por un momento, luego pareció mirarlo. Solo una pequeña ojeada, para luego devolverse al punto anterior, el espejo que le mostraba el patético muchacho en el que se había convertido.
—Lo haré yo mismo. No has comido hoy por estar vigilándome, ve a hacerlo, Soobinnie.
Soobin pareció dudar ante las órdenes de Seonghwa, cosa que este último notó. Fingió una sonrisa, la cual el mayordomo podía ver gracias al reflejo en el espejo rodeado por plata, Seonghwa carraspeó antes de hablar una vez más, su tono de voz forzado para lograr que el muchacho tras él pudiera confiar en sus palabras.
—Descuida, mi padre ya está esperándome, así que no debo tardarme mucho —le dijo, y dio media vuelta, girando sobre sus talones.
Seonghwa pasó por un lado de Soobin, dando por finalizada la conversación entre ambos. El muchacho no tenía más opción que obedecer e ir a comer algo para después marcharse a hacer sus deberes, mientras que Seonghwa se dirigía hasta el baño para limpiarse descuidadamente las manos y vendarse rápidamente. El proceso siendo negligente, las vendas terminaron por quedar sueltas y demasiado gruesas para lo que cubrían.
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Obsesión ; seongjoong
Fiksi PenggemarSus manos eran cálidas y amables. Sus ojos eran como un par de estrellas. Su sonrisa era la más sincera que alguna vez recibió. Y su voz... su voz era la más hermosa y suave que alguna vez escuchó. Y él quería todo eso solo para sí. Quería que fue...