Capitulo IX

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Las cosas habían mejorado bastante entre ellos. De echo, mas de lo que le fuera gustado.

Conocía a los dos bastante bien.

Estaba viendo de nuevo las cosas. Así habían empezado ambos con él.

Miradas discretas y sonrisas.

Abrió la puerta del departamento. Venía de su trabajo, trabajaba en un cafetería a tiempo completo.

Cuando abrió la puerta pudo escuchar una música. Se adentro hasta la sala y los vio.

Ambos bailando una música movida mientras sonreía.

Apretó su bolso. Se veían tan bien juntos.

—¡Ya llegué!—Exclamo con alegría el castaño.

Ambos dejaron de bailar y se alejaron uno del otro.

—Osamu, pensé que llegabas más tarde—Hablo el Peli-negro acomodándose un poco su cabello—¿Tienes hambre?—Pregunto para acercarse a el castaño.

—Horita no—Nego y vio la botella de vino por la mitad, era el favorito de Chuuya.

—¿Y como te fue en el trabajo hoy?—Pregunto el pelirrojo mientras se sentaba en el mueble.

El también se sento.

—Me fue respectivamente bien—Contesto—¿Y eso que estás aquí?—Inquirió.

—Fyodor me invitó a cenar hoy. Y estaba algo cansado como para llegar a cocinar así que vine —Explico el pelirrojo.

—Tan cansado no estabas si estabas bailando—Se quejo en sus pensamientos.

Una copa de vino apareció frente a él—Toma—Le ofreció el Peli-negro.

Agarro la copa y bebió un poco mirando a la nada.

Los otros dos empezaron a hablar entre ellos y el solo escuchaba mientras tomaba vino viendo el florero que era el centro de mesa en la sala.

¿Por qué las flores no se había marchitado aún?

Se sentía cansado y no sabía porque.

—¿Que tienes? Estás callado—Pregunto el Dostoyevsky sacándolo de sus pensamientos.

—Nada—Se limito a contestar.

—Dazai, cuando estás callado es porque te pasa algo—Señalo el pelirrojo—Asi que eres libre de contarnos.

—No tengo nada—Repitió para terminar su bebida

Esto le recordaba cómo había conocido a Chuuya. Se habían conocido en emergencias cuando se cayó por las escaleras y se fracturo la muñeca izquierda.

Claro que esa no había sido la única vez que había parado en emergencias.

Cuando le dio por probar un poco de cloro.

También cuando chocó contra un auto en su auto por así decirlo recién comprado. Los médicos estaban impresionados que no le había pasado la gran cosa. Pero su pareja había llorado más por el carro que por él diciendo que el estaba bien, pero el auto no.

Cuando los medicamentos que tomaban empezaron hacer una reacción en su cuerpo.

Y pues a la tercera vez el alfa pelirrojo se acerco a el preguntando le si lo hacía a propósito o no de acabar en emergencias tan recurrente. Ademas que siempre lo veía quincenal en el hospital.

De ahí en adelante empezó a hablar con el Nakahara por teléfono y luego hubo citas.

—Voy para el cuarto—Informo y dejó la copa en la mesa—Que se diviertan.

Tal vez tres no sea un mal número Donde viven las historias. Descúbrelo ahora