Epílogo

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Tomaba un café en silencio mientras que a su alrededor se escuchaba a las personas ya sea quejándose de sus vidas o pidiendo su propio café.

Levantó la mirada, encontrándose con un peli-negro escribiendo en un portátil, a el igual que él, con un café a su lado.

Detallando todo de él nuevamente para seguirlo guardando en su memoria, para recordarlo en aquellas noches de pasión cuando sentía que lo extrañaba.

—¿Y como se encuentra alexy?—Pregunto el castaño para dejar su café de lado y concentrarse en el Omega.

Sacando así un tema de conversación para poder atravesar el silencio que se había apoderado de ellos después de un tiempo de haberse saludado.

—Con mamitis, no se de quién lo escucho pero ahora llora en cualquier momento porque piensa que cuando salgo no volveré—Vio fijamente a el menor, indicando que el había sido aquella persona.

Viendo cómo el Dostoyevsky lo acusaba con la mirada solo pudo sonreir un poco, haciéndolo inconcientemente, pero aún así no la suficiente notoria para terminarse de delatar.

Le habían dicho aquel niño, que era probable que cuando su madre saliera  o incluso su padre tal vez sería la última vez que los verían. Porque era verdad, nunca se sabía que les esperaba en el futuro.

¿Había sido malo que se lo hubiera dicho?

Claro que no, solo lo ayudaba a prepararse para el futuro o la falta de algunos de sus padres. Para él, eso no era malo.

—Te lo dije, si llorabas el niño saldría llorón—Le recordó con una sonrisa

Comento para desviar la conversación hacía otro tema y evitar terminar de delatar se. Recordando que le dijo eso a Fyodor cuando se enteraron que estaba en cinta.

Recordando aquellos cuentos de abuelitas.

—¿Y como van las cosas?—Pregunto el asiático.

—Kyola dice que Alexy se debe sentir solo y que debería de dejar ser hijo único para que no se vuelva tan malcriado—Contesto mientras escribía en el portátil.

—Por Dios, alexy tiene cuatro padres ¿Cómo no espera que lo malcríen? Literalmente si ustedes no le dan algo es probable que nosotros lo hagamos sin darnos cuenta—Rio un poco al recordar a el niño peli-negro de ojos azules que era su hijastro, que también tenía pecas, amaba las pecas tanto del Padre como las del hijo, se veían tan lindas—Asi que es casi inevitable.

—Pero sinceramente no quiero tener otro hijo—Recordó las complicaciones que había tenido en su parto y todo lo que conlleva un embarazo—Ademas ya no estoy en la edad para eso—Suspiro un poco y bebió un poco de su café—¿Y ustedes?¿Piensan tener hijos propios?

—Aveces me gustaría, en esos dias que estoy ovulando y me dan altas ganas de tener a un hijo y criarlo. Pero estoy igual que tu, ya no estoy en la edad—Rio un poco y afinco su brazo en el espaldar—Pero creo que estamos bien como estamos, Chuuya y yo estamos bien así, las visitas de alexy cada semana es reconfortante, pero agradecemos que no tenerlo 24/7—Aclaro.

El mayor solo levanto la mirada hacia el castaño.

Era verdad, había veces en los meses que le provocaba tener un cachorro de ellos dos, de criarlo y darle de amamantar,verle crecer y un día despedirlo porque se le ha dado una beca para una universidad prestigiosa y que será alguien grande e inteligente como el.

Pero no, esos sueños se le iban cuando se recordaba de las travesuras que todas los niños hacen. Y también todo los problemas que traen consigo un hijo.

Tal vez tres no sea un mal número Donde viven las historias. Descúbrelo ahora