Capitulo XVIII

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—¡¿Que Fyodor está que?!—Exclamo. Se acababa de levantar ya que le había tocado turno nocturno y lo que le dio comienzo a su día fue un mensaje del castaño diciendo que lo llamara que era urgente.

—Esta embarazado, preñado, en cinta, con un bebé dentro de él que se alimenta poco a poco de su cuerpo—Explico al otro lado de la línea el castaño.

—¿Pero como?—Pregunto mientras se levantaba de su cama.

Cuando dos personas se quieren mucho, uno deja adentro del otro bebitos muy pero muy chiquitos para que el otro los alimente—Hablo el Omega.

—Eso lo sé—Se quejo—Lo que quiero saber es que como los anticonceptivos fallaron. Bueno olvídalo, tu estás de ejemplo.

—¡Ey! Tu también eres igual, aborto fallido.

—¿Y como está él? ¿Si come y se siente bien?—Pregunto por el peli-negro mientras extendía la cama.

Por primera vez veo comer a fyo tanto en una semana—Confeso con un suspiro.

Lo que más le preocupaba era que fuera su hijo. Bueno, si llegaba a nacer era su hijo, si el peli-negro tenía un aborto o parto prematuro era del castaño. En en si era lo más lógico.

¿Por qué el destino respondía sus peticiones de manera cruel?

Había pedido una familia y pum. Salió embarazado el que no era.

—Voy a tratar de ir un rato para allá—Hablo el pelirrojo.

Seria bueno

...


—Espera, ¿me están diciendo que yo les fui infiel?—Pregunto ofendido el peli-negro.

—Conmigo sabes que es casi improbable e imposible que llegues a ocho semanas sin complicaciones y con chibi siempre usaste protección—Explico el castaño¿Dudaba de su pareja? Un poco, sí. Pero que Nikolas apareciera en la puerta con regalos, eso no le daba mucha confianza.

El bebé ni siquiera había nacido y Dazai ya lo había apodado tres leches.

—Yo nunca he estado con alguien más y que haya pasado en tus sueños eso  no significa que sea verdad—Se quejo el Omega. Se levantó del sofá.

— ¿A dónde vas?—Pregunto el castaño.

El se mantendría al margen por ahora.

—A el cuarto, a montarte cacho con la cama—Respondió para irse.

Un silencio quedó en la sala.

—¿Crees que esté molesto?—Pregunto el castaño.

—Soy tu y reviso primero que no tenga nada filoso—Aconsejo el pelirrojo.

—Bueno, es bueno que lo tengas claro porque eres tú el que va a entrar—Hablo el Omega con una sonrisa.

Ahora se encontraba al frente de la puerta con el castaño a "una distancia segura" de la habitación dándole ánimo. Cosa que no ayudaba mucho.

Tocó la puerta.

—¿Que quieren?—Se escucho a un Omega molesto desde el cuarto.

—¿Puedo entrar?—Pregunto.

—No.

Se iba a devolver por dónde había venido pero el Omega castaño lo empujó de nuevo a la puerta.

Volvio a tocar.

—Dazai no me va a dejar en paz hasta que hablemos—Iba abrir la puerta pero está estaba con el seguro, solo suspiro.

—Entonces ve que te moleste a otro lado—Aconsejo—A un bar, un prostíbulo a un acantilado—Sugirió el peli-negro.

El castaño se acerco y lo apartó. Forzó lo cerradura con una horquetilla.

—Respeto tu privacidad y todo, pero Chuuya reforzará su autoridad como alfa entrando de todos modos—Dijo el menor y agarró la muñeca del pelirrojo.

—¡Espera!¡No!—Se negó el contrario, por reacción empujó a Dazai dentro.

—Auch—Se quejo el Omega desde el suelo de la habitación.

—Lo siento—Se disculpo mientras lo ayudaba a levantar.  

El Peli-negro estaba enrrollado en las sábanas dejando solo a la vista su rostro y algunos mechones de cabello.

La habitación estaba llena de las feromonas del contrario. El problema era que no solo se percibía el aroma a lavanda, si no también, muy levemente el de vino.

—Mierda—Maldijeron ambos por lo bajo.

—Largo, quiero estar solo—Ordeno para darse la vuelta y darles la espalda.

Ja, iba a hacer padre con el tipo con el cual peleaba hasta por la posición de la sal en la mesa.

—Listo, ¿Esta era la atadura que querías, Dazai?—Pregunto con una sonrisa mientras veía a el castaño con aura asesina.

—¡Juro que no tengo nada que ver esto!—Confeso el castaño.

—Chuuya—Lloro el peli-negro—Es tuyo ¿Tantos son mis pecados para que me tocará esta desgracia?—Se lamento el Omega—De los dos tenía que ser tuyo, la puta madre. Me va a salir enano el muchacho.

—¡Hey!¡Tengo una estatura promedio!—Se quejo el pelirrojo.

—¡De un enano!—Corrigió el castaño.

—¿Por qué no me acosté con Nikolas?—Se lamentaba—Prefería a el payaso antes que a él hobbit.

—Si sigues así ten por seguro que si nace será igual a mí—Aseguro.

El llanto del Omega se escuchó más fuerte.

Ok, ahora estaba seriamente ofendido.

Era atractivo, buen sistema inmunológico, sin familiares con alguna enfermedad hereditaria,buen linaje de alfas.

¡¿Que más quería este?!

—¡Ya deja de llorar! No vas a resolver nada si sigues llorando—Se quejo el pelirrojo.

—Es que es tuyo, estoy de duelo—Se defendió mientras se limpiaba las lágrimas con la sábana.

—Si sigues llorando el bebé saldrá llorón—Hablo el castaño, o bueno, eso era lo que siempre decían las viejitas.

El llanto paro.

—¡¿Es en serio?!—Pregunto molesto—¡Eso es un mito!

—No voy a arriesgarme—Se sentó en la cama y empezó a limpiar sus lágrimas con su mano.

¡El quería a cierta persona para que fuera la madre de sus hijos!¡No a la persona que se parecía a esa persona!

Esto era tan injusto.

—Por favor dime qué tus genes son recesivos—Pidio el peli-negro.

—Ni la menor idea, supongo que hay que esperar.

Cada vez dolía más. No podía creer que en serio el ruso se lamentara tanto que fuera si hijo ¿Tan malo era? Que fuera feo tal vez lo entendería ¿Pero con lo lindo que era? ¿No estaba mal, verdad? Se vio rápidamente a el espejo que había en el cuarto.

No estaba mal, además no es que el ruso pudiera exigir mucho tampoco.

—Imagina a un mini Chuuya o a un  mini Fyodor ¡O que sea una combinación! —Exclamo alegre el castaño—¡Podré tener una escusa para ir a ver películas infantiles al cine!—Expreso, sería tan lindo. Hasta que su mente divago hacía una idea — ¿Veinticinco años son mucha diferencia de edad?

—¡Enfermo!—Exclamo el peli-negro

—Ok ok ¿Por qué no lo tuviste antes? Ya sabes, unos diez o cinco años antes, ya sabes, para ligerar el asunto—Hablo en broma.

Vio a el castaño mientras se reía y sintió algo dentro de él, la vida cumple los deseos de manera retorcida.






Tal vez tres no sea un mal número Donde viven las historias. Descúbrelo ahora