Capítulo Cuarenta y cinco.

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¿Perdí tu amor?, tal vez sí. No, no lo puedo creer, un amor tan intenso como el nuestro, jamás encontraría el fin, aun con ello me esforzaré para reivindicar mi camino, para reconstruir mis alas y volar a tu lado, surcar los cielos y perdernos en el infinito violáceo de un nuevo amanecer.

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— Jimin, amor, ¿te sientes bien? Por favor despierta.

El azabache se encontraba hincado a un costado de la gran cama, miró a su abuelo con preocupación en los ojos, para alzar su voz algunas octavas de más. — No abuelo, no me interesa lo que ese medicucho diga lo llevaré al hospital.

— Ese medicucho es un excelente médico Jungkook, sólo fue un desmayo por un gran sobresalto, su pulso se encontraba desbocado, así que tranquilízate y dime qué pudo impresionar tanto a tu esposo como para hacerlo desvanecerse en el acto.

Jungkook percibió un malestar asentarse en su estómago, después de ver ahí a su padre, a escasos metros de distancia de Jimin, sintió que el mundo le caía encima, su cuerpo temblaba, aunque sabía que debía ignorarlo, ser fuerte, por lo que se esforzaba por correr aún más rápido y llegar a él, antes que ese monstruo, no sabía qué le haría a su psique el enfrentarse al que por mucho tiempo debió llamar padre, aunque de lo que si estaba completamente seguro era que daría la vida por salvar la de Jimin, así que se enfrentaría a él, aunque fuera lo último que hiciera, con esa decisión aumentó la velocidad para por fin llegar a su objetivo, ante sus ojos Jimin cayó al suelo desmayado, mientras su padre daba pasos lentos hacia él, sacó su arma para accionar, pero en el momento en que llegó al cuerpo del rubio que se encontraba tirado sobre el césped, su padre desapareció, tan rápido como una sombra.

Había notado a los dos hombres que en cuanto comenzó su carrera, salieron del vehículo aparcado frente a la puerta de la casa principal, los cuales comenzaron a seguirlo, por lo que estaba dispuesto a pelear con ellos también, hasta que notó que trataban de proteger a Jimin de él, así que, aunque su alter ego le gritará con todas sus fuerzas que los enviará al infierno, por primera vez aquel sentimiento de protección lo hacía sucumbir ante todo, sin pensarlo se rindió tiró su arma y pidió ayuda a los dos escoltas, solicitando que registraran la propiedad, que aquel hombre trataría de dañar a Jimin, los dos chicos algo dubitativos, asintieron al ver la desesperación tatuada en las facciones del azabache. Por lo que él tomó en brazos a su esposo, para ingresar a la casa, esperando que su abuelo se encontrará bien, a sabiendas de que su pequeña hermana estaría en el colegio en ese momento, en cuanto su abuelo se percató de lo sucedido llamó al un médico, quien había asegurado que el rubio se encontraba en perfectas condiciones, pero su inquietud no mermaba, después de que le informaran que no había nadie extraño en la villa, parte de él sabía que su padre no se dejaría atrapar tan fácilmente, pero tuvo un poco de esperanza, que todo fuera fácil, su padre cayera y toda esa locura llegara por fin a su inevitable final.

— ¡Jungkook! Reacciona, dime qué fue lo que pasó, no me digas que te atreviste...

El mencionado se obligó a regresar de los recuerdos de hace apenas algunos momentos, mirando a su abuelo con incomodidad.

—    Nunca me atrevería, no soy como él.

—    ¡Jungkook!

—    Nunca golpearía a mi esposo, no soy como mi padre, no soy un monstruo, no quiero serlo.

Su abuelo agachó la mirada, estaba consciente que su hijo nunca fue un gran padre o esposo, tenía una inclinación a la violencia y él no intervino en ello, pero no le creía un monstruo, por lo que las palabras de su nieto lo dejaron perplejo, parecía que le había hecho mucho daño, como si lo detestara.

Cuando te olvide ♥️Kookmin♥️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora