Podrías olvidar el gran amor que en algún momento sentiste, para darle lugar a uno nuevo, podría alguien conquistar el corazón, que alguna vez le perteneció o perderlo para siempre.
El amor es un sentimiento dulce, cruel e infranqueable, que nos p...
Lo nuestro es tan especial, tan fuerte e inalcanzable, que podríamos surcar el mismo inframundo y salir airosos de sus oscuras entrañas.
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Yoongi caminaba por el pasillo de la casa azul delante de su equipo. Uno de los guardias personales del presidente abrió las enormes puertas de madera en cuanto éste llegó a ellas. Su equipo se quedó en resguardo para tomar sus puestos. En cuanto cruzó el umbral, el parlamento comenzó a mirarse entre sí preocupados. El primer ministro fue el primero en hablar, expresando su molestia.
— ¿Qué hace este traidor aquí?
El presidente le respondió sin dudar. — El general Min ha aceptado volver a su puesto, después de todos los acontecimientos, debemos comenzar a pensar que nos enfrentamos con el círculo de oro.
Los murmullos no se hicieron esperar, cada miembro nuevo del parlamento que reemplazaba a los que habían sido asesinados, sólo estaban ahí para apoyar bajo unanimidad al primer ministro, por lo que la decisión había tomado a todos los presentes desprevenidos. El ministro se levantó para enfrentarse al presidente. — Me opongo a esa decisión, él dimitió. Ahora habla del círculo de oro, por favor, pero qué tontería es esa, yo no creeré esas sandeces hasta no tener pruebas.
— ¡Basta, primer ministro! Le recuerdo que quien tiene la última palabra en este tipo de decisiones soy yo, su presidente.
— Lo siento, "presidente" pero esta vez, no lo dejaremos tan fácilmente destruir la tranquilidad de la ciudadanía.
— ¿Qué está diciendo, primer ministro?
— Lo que escucha es muy simple; no tiene pruebas de todos los galimatías que el joven Min viene a decir sobre el círculo de oro, así que, si es necesario votaremos, será acusado de traición.
El presidente sonrió girando para ver a Yoongi. — General, por favor.
Este asintió caminando hasta él, sacando un control y haciendo bajar una pantalla para luego dirigirse al primer ministro. — ¿Quiere pruebas? Aquí están sus pruebas, señor.
Encendió la pantalla en la cual se le veía saliendo del parlamento junto a sus guardaespaldas, exactamente cuando éste estaba siendo atacado. El pálido le sonrió de lado para continuar hablando.
— ¿Es usted verdad, ministro?
— Claro, yo... Debía huir, eso no prueba nada.
— No, espere que venga la mejor parte de esto.
En el video se le veía cerrando las puertas del parlamento con llave, para luego marcharse con una sonrisa. Mientras conversaba con alguien por teléfono, el hombre comenzó a sudar frío.