Capítulo Treinta y uno.

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Todos cometemos errores, pero existen ocasiones que ese error te atormente hasta no verte total e irrevocablemente destruido, acabado y con lo único hermoso en tu mente los recuerdos de algo que tal vez jamás volverá a ser.

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Un maltrecho y derrotado equipo ingresaba por las enormes puertas de cristal con el logo del National Inteligence Service, varios médicos los esperaban para asegurar su estado de salud, en cuanto traspasaron las puertas comenzaron a revisarlos de pies a cabeza a excepción de Yoongi quien caminaba malhumorado y apresurado hacia las escaleras evitando los ascensores.

— Capitán Min, por favor déjenos comprobar su estado físico.

La doctora al mando seguía a Yoongi para tratar de detenerlo cuando estaba a punto de alcanzarlo y tomarlo del brazo, una mano se posó en la suya impidiéndolo.

— Dra. Ga-young yo no haría eso, el capitán no está para nada de humor, así que es mejor que le dejé continuar.

— Sargento Wang, lo entiendo, pero, así como ustedes hacen su trabajo, también debo hacer el mío y revisar su estado físico para reportarlo al presidente, es lo que debo hacer.

Yoongi continuó de largo sin importarle los argumentos que la doctora pudiera dar, al ingresar a su oficina tenía ganas de gritar o romper todo, tomó el teléfono de Jimin que llevaba en su bolsillo para colocarlo en el cajón de su escritorio, miró su oficina con detenimiento, por vez primera se sentía ajeno a ese lugar, maniatado, cegado, irracionalmente ineficaz, simplemente el peor ser humano en la tierra, prometió cuidar de Jae, prometió cuidar de Jimin y les falló a ambos, sentía que su sangre se espesaba en sus venas por lo que a su corazón le costaba bombearla, deseaba arrancar aquellos sentimientos que Jimin había despertado en él de manera paulatina aunque sabía que sería casi imposible hacerlo, pues era como arrancarse el corazón del pecho, se culpaba por sentirse de esa forma, por haberse enfrascado tanto en aquellos sentimientos, por querer desesperadamente desplazar a Jeon en el corazón de Jimin, que nubló su juicio, perdió aquella excepcional habilidad que siempre lo hizo sentir tan orgulloso, descifrar detalles ocultos a la vista de los demás, que para él eran como mantener una charla a simple vista, pero sobre todo su gran pericia con la estrategia, hasta ahora ni una sola vez había perdido o estado cerca de hacerlo, su gran inteligencia y astucia habían sido su marca personal en cada cosa que llevaba a cabo, pero en ese preciso instante se sentía como el peor mentecato de todo el mundo.

Como si de un volcán se tratase necesitaba hacer erupción, derramar todos aquellos sentimientos que lo llevaban a la desesperación haciéndolo sentir colérico, sabía que era su culpa, de nadie más, se odiaba por ello, había culpado y golpeado a Min Ho cuando la culpa recaía en él y solo en él.

Del cajón contiguo tomó dos vendas nuevas colocándolas sin cuidado en sus manos, no sé preocupaba por nada más que aquellos sentimientos, por lo que bajó al gimnasio y comenzó a golpear el saco de arena con furia dejando salir sus sentimientos en cada impacto de sus blancas manos en el saco, su corazón latía con violencia, sus músculos se tensaban doloridos por el esfuerzo después del enfrentamiento en el orfanato, el sudor comenzaba a perlar su frente, pero a él nada le importaba solo continuaba impactando golpe tras golpe, como si deseara expiar aquella culpa martirizando su propio cuerpo, su mente no se quedaba atrás, continuaba recriminándose lo sucedido, contabilizando y remarcando con mayúsculas, cada error que había tenido desde que comenzó con el caso, desde que conoció a Jimin y por más que daba vueltas a todo llegaba a la misma conclusión, debía alejarse de él por lo menos hasta que todo eso terminara o podría ser el causante de la muerte de quien ahora sabia comenzaba a amar, pues cómo lo protegería después de tantos errores, cómo pedirle que confiara en él después de defraudarlo de esta forma permitiendo que fuera secuestrado, su mente comenzó a volar aún más dándole escenarios donde el rubio era torturado, golpeado o abusado, como aquellos indefensos niños, comenzó a aumentar la velocidad de sus golpes y patadas, la herida del rozón de la bala en su costado comenzaba a sangrar así como sus nudillos.

Cuando te olvide ♥️Kookmin♥️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora