Capítulo 12.

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—¿Bubbala?, ¿Qué haces aquí? —preguntó con confusión el pelirrojo el cuál se encontraba con la misma bufanda verde de siempre, al ver que ese chico lo estaba viendo de una manera bastante dura, cosa que lo confundió aún más.

—Quiero hablar contigo, ¿Puedo pasar? —a Kyle se le hizo aún más extraño aquello, pero lo dejo pasar sin más, haciéndose a un lado. Sabía que solo era un muchacho y que por ende no habría peligro alguno al tratar con él.

Caín entró a aquella gran casa divisando la espaciosa sala de estar, el color que predominaba era el crema, dorado y el verde tan fúnebre que caracterizaba su fachada. El mayor terminó cerrando la puerta, alcanzando el paso del jovencito que estaba anonadado viendo el lugar, indicándole que se sentará en aquel gran sillón se ubicaba en la casa.

Caín se sentía bastante abrumado por la situación, Kyle no lo dejaba de sorprender; porque, era cierto que tenía la imagen de un hombre con dinero, pero no esperaba que a ese nivel. Quería ir despacio con sus preguntas porque de alguna manera eso no le parecía tan confiable como aparentaba.

Al estar ambos pelirrojos sentados en el sillón color crema, Caín suspiro siendo observado por el mayor mientras se dignaba a hablar; —¿Tú me conoces? —Kyle levantó una de sus cejas viendo el aura de cúmulo que pululaba alrededor del cuerpo del menor. —no realmente, sé lo poco que me has dicho.

El menor elevó su mirada hacia Kyle que lo seguía observando de forma escéptica, mientras él se estaba muriendo por dentro, por toda aquella presión que se ubicaba en su pecho y en su mente, dando a notar lo tenso que se encontraba. —Oh, si...

—¿Por qué?, ¿Hay algo que debería saber?

Caín bajó nuevamente su vista apretando sus labios, decidiendo si era o no el momento de dar aquella noticia que en su mente se repetía una y otra vez, pero antes de confirmar su teoría tenía que asegurarse de algo primero. —Si, pero antes quisiera saber si conoces a Eri-

Un grito proveniente de una mujer bastante mayor interrumpió al menor en aquella sala, desviando su atención hacia donde había provenido aquel sonido, cosa que molestaba un poco al menor, por interrumpir su tan importante plan.

Aquella mujer los veía con los ojos extremadamente abiertos, estaba tan tensa que se podía ver claramente que estaba a nada de romper la taza que tenía en sus manos y es que Sheila estaba presenciando la escena que ninguno de los que conocen aquella historia, hubiese disfrutado ver; sabiendo las acciones detrás de lo que era el verdadero Kyle. Sinceramente todo estaba arruinado y ella lo sabía con tan solo ver a aquel no tan pequeño pelirrojo al lado de su hijo.

Kyle se levantó del sofá rápidamente viendo lo alterada que estaba su madre, se acercó a ella rápidamente buscando sostenerla de alguna manera para que no se cayera por la impresión. —¿Estás bien, mamá?

Sheila negó rápidamente, desviando la mirada de su hijo a su nieto y viceversa, observando al lindo gordito que se levantó con la intención de socorrerla de igual manera, pero se detuvo al escucharle decir; —¿Qué haces aquí, Caín? —el muchacho se extrañó ante el conocimiento de aquella mujer sobre su existencia puesto que nunca en su vida la había visto, pero si era como había escuchado, la mamá de Kyle, eso significaba que su teoría había sido confirmada, dando como respuesta que efectivamente era un Broflovski. Ella en todo caso sería una de sus abuelas, y lo conocía a pesar de que sus familiares nunca habían hecho mención sobre ella, solo eran los rumores del pueblo, de aquella familia fantasma lo que sabía. —quiero respuestas. —dijo severamente el muchacho, porque sabía que ella entendería a lo que él se refería.

Sheila apretó aún más su mandíbula desviando su mirada hacia otro lugar, era demasiado mayor para este tipo de emociones, ya estaba tan harta de tantos problemas que su hijo le había causado. A pesar de que lo amaba, también sabía que ese hombre que había criado, era un completo loco, pero ella de verdad estaba tan cansada. —... Es mejor que te vayas, tu papá debe estar preocupado.

Caín reacio ante aquellas palabras, negó con su cabeza y se volvió a sentar en aquel sillón dispuesto a quedarse en ese lugar, hasta que no le dijeran porque le ocultaron todo aquello a la existencia de su padre, el por qué nunca antes lo había visto, el por qué lo abandonó. —no lo haré.

—Ya lo sabes, ¿No es así? —preguntó la canosa, viendo cómo los ojos verdes de su nieto se empezaban a regodear, porque había acertado.

—Así es.

—Tan obstinado. —soltó un suspiro la mujer, mientras se liberaba del agarre de Kyle, y se iba a sentar en un sillón individual que hacía juego con el sillón principal. Tarde o temprano aquello se iba a descubrir y aunque no quería ser la causante de una catástrofe, ya era demasiado tarde como para ocultarle la verdad a aquel chico y a su hijo, estaba demasiado vieja para seguir preocupándose por aquello, solo quería tranquilidad. Solo esperaba que Eric la pudiese perdonar, por aquello que iba a revelar.

A todas estas, Kyle se encontraba sumamente confundido ante la conversación que había entablado su madre con el muchacho que se encontraba en aquel sillón. Ahora era él, el que no entendía una jodida mierda de lo que ocurría a su alrededor y eso lo empezaba a desesperar, el no tener el control de las situaciones lo hacía sentirse sumamente jodido, y esto era malo por el hecho que se solía volver algo loco de vez en cuando. Él necesitaba sentir que tenía el control, para tener una verdadera detención en su mente.

—Ven Kyle, ya es momento de que lo sepas. —lo llamó su madre viendo cómo su hijo fruncía el ceño, pero sin protestar se acercó a ellos y se sentó al lado del muchacho, dónde anteriormente se encontraba; —¿Saber qué?

Sheila dio largo suspiro preparándose para dar la noticia que le había ocultado por tanto tiempo a su hijo. —¿Recuerdas al pequeño bebé que aparentemente Eric Cartman había perdido? —aquel nombre hizo eco en el cerebro de Kyle. ¿Cómo olvidarlo?, había sido extremadamente desolador para él, el perder a su pequeño bebé que no había tenido la oportunidad de nacer, o eso creía él. —... Bueno, ese bebé si sobrevivió, de hecho, es él. —señaló al gordito el cual se mantenía con el ceño fruncido, pero no soltaba palabra alguna, tratando de comprender las palabras de aquella anciana. —te presento a Caín Cartman, el pequeño bebé que creíste muerto, tu hijo.

—... Me tienes que estar jodiendo.




Palabras: 1124.
Fecha: 22/04/2023.
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©Joinju

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