Capítulo 20.

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Desde ese día dejo de sentirse tan solo, a pesar de que su mamá se encontraba en aquel frío hospital y pasaba la mayoría del tiempo solo en su casa, Sheila iba a visitarlo bastante seguido dándole el dinero prometido, dándole su preocupación, confort y hasta pequeños regalos para el bebé. Eso lo agradecía, aunque no lo demostrará; quizás, le empezó a tomar cariño a Sheila desde aquellos momentos de su vida. Le solía enseñar a la mujer fotos de Caín, contándole también sus anécdotas de cuando era un bebé; mostrándole sus avances y sus pequeños detalles, cosa que Sheila agradecía en demasía, porque a pesar de que no hubiera sido la mejor opción, ese bebé seguía siendo su nieto y no podía evitar no encariñarse con la pequeña criatura.

Era un mundo tan extraño en el que había vivido, nunca lo hubiera esperado. Es todo lo opuesto de lo que hubiera imaginado, pero aquí estaba, en ese mundo que consideraba tan incierto y espeluznante.

Todo hubiera ido para mejor en ese momento si no hubiera sido por...

—Papá...

Si no hubiera sido por... Él.

—¡Papá arriba! —acató a esos llamados lejanos abriendo sus ojos con pereza, enfocando la cara decadente de su retoño mirándolo con arrepentimiento y pena, se le notaba ese sentimiento con solo echarle un pequeño vistazo por encima.

Eric subió sus manos hechas puños restregando sus ojos buscando desperezas. —... Hola Calabacita, ¿Qué hora es? —murmuró dejando sus ojos para después sentarse en su cama de blancas sábanas.

—Son las siete y media, ya me voy para la escuela, pero... —Caín desvío la mirada hacia una de esas paredes rojas, evitando la mirada del castaño. —quería disculparme por lo que he hecho. —formando una línea en sus labios comentó mientras que el mayor solo negaba con la cabeza.

—Ya te lo dije, es mi culpa por no haberte contado nada. Ven aquí. —el castaño palmeo su cama haciendo alusión a qué se sentará a su lado cosa que su hijo obedientemente acató, tomando un poco de valor para verlo, pero se vio interrumpido por su padre, el cual le dio un abrazo de oso bastante fuerte, apretujándolo contra sí. —n-no pue-puedo respirar... Papá. —trató de hablar el más joven haciendo que su padre lo soltará sin evitar soltar una gran carcajada por lo exagerado que podía ser a veces el chico.

—Deja de llorar, solo fue un apretoncito o... ¿Es que no puedes contra el gran Eric Cartman? —le restó importancia, alzando un brazo el cual flexionó dando a demostrar lo "musculoso" que era. Esa acción hizo reír al joven pelirrojo que no hizo más que agacharse, rodeando con sus brazos la pancita regordeta de su progenitor de manera cariñosa, enterrando su rostro en ella. —... Lo siento, papá, en serio.

Eric rodó los ojos hartándose un poco de tantas disculpas, cuando su hijo se ponía así era bastante sospechoso de alguna manera, pero no quería hacer juicios de honor con su pobre hijo el cual estaba lidiando con una probable crisis existencial. —ya te dije qu-

—¡Lo sé!, Pero de igual manera... —su voz se amortiguó un poco por el hecho de tener su rostro con la panza del mayor.

—... Hagas lo que hagas, siempre tendrás mi perdón porque eres mi vida, mi hijo, ¿De acuerdo? —el pelirrojo asintió sintiendo unas pequeñas caricias en su cabeza. —te amo mucho Caín, no lo olvides.

—Yo también te amo. —dijo alejándose un poco de la barriga del castaño, viéndolo con esos ojos verdes que no podían evitar trasmitir culpa cosa que Eric tomó en consecuencia de lo descubierto el día anterior, pero, lastimosamente su hijo al pedir tanto perdón se refería a otra cosa. Su instinto nunca le fallaba, pero no quiso prestar mayor atención porque esa herida estaba tan fresca que veía poco probable que el pelirrojo intentara algo.

Caín se separó de su padre, levantándose de la cama sin decir nada más que un simple "adiós pá", agitando su mano para irse a su escuela sin tomar real reparo de lo que sus decisiones desencadenarían, pero él ya tenía una idea en su mente, una que llevó pensando toda la noche que se pasó en vela debido a la manera en la que se había enterado de que era la consecuencia de una violación y el hijo de un supuesto lunático que lo único que sabía hacer era daño, pero no entendía porque se comportaba así de bien con él si supuestamente no había cambiado y no lo conocía de nada... Realmente estaba confundido y dolido, sentía tanto rencor que por ese mismo, no había querido desistir de saber más. Ya había llegado a ese punto, ¿Por qué detenerse ahí?, ahora que sabía una gran verdad, necesitaba saber lo demás y eso le generaba demasiada ansiedad. Ya no le importaba si se hería a si mismo.

Soltó un suspiro, saliendo de su casa apurándose en ir a la parada autobús que se salía del campo de visión de su hogar. Al llegar se encontró con Violet que se veía bastante cohibida e incómoda; el de ojos verdes levantó una ceja en señal de extrañeza ante esa actitud.

—¿Pasó algo? —se paró a su lado, sacando uno de sus cigarrillos para proceder a prenderlo, viendo a la joven de reojo esperando que hablará.

Violet lo miro con sus mares violetas tratando de contener lo que quería decir, ella no quería delatarse, pero la culpa que la invadió fue más de lo que esperaba, haciendo que sucediera una gran lucha en su interior que a finales de cuenta terminó perdiendo y hablando con mucho arrepentimiento y culpabilidad. —... Lo siento por traicionarte. —ella no podía ocultarle las cosas a Caín, ella lo quería mucho y no podía hacerlo, a pesar de sentirse por un momento tan traicionada por él.

—¿De qu-

—Le dije al tío Eric sobre lo de Broflovski, lo siento. —la chica habló tan rápido que Caín apenas y logró entender esas palabras. —no podía con la culpa por eso te lo estoy diciendo.

El pelirrojo solo pudo abrir los ojos de la impresión al entender aquello, haciendo que se ahogara con la calada que le había echado a su cigarrillo. Sus mejillas se tiñeron de rosa, tosiendo frenéticamente tratando de respirar. —¡¿Qué hiciste, qué?!

Violet se encogió por el grito que le pegó Caín, notando la notable molestia del chico, realmente no entendía porque era tan malo que lo hubiera dicho; si, quizás el código de amistad lo había roto, pero fue por el bien de su tío, estaba preocupado y sumándole el pequeño rencor que sintió por su primo al enterarse de que le había mentido, no había estado demás una pequeña venganza. Al parecer fue una gran equivocación.

—¡¿Acaso sabes los problemas en los que me metiste?!, ¡Maldita sea, Violet! —la rubia cerró los ojos con fuerza, girándose hacia otro lado y tapando sus oídos con sus dos manos, intentando no prestarle atención a esos explosivos sentimientos del pelirrojo el cuál se encontraba como un tomate de lo rojo que estaba por su asfixia y su cólera que iba en aumento. ¡Con razón su papá lo encontró!, estaba tan jodidamente molesto, tenía que, tenía que... Calmarse. Violet no soporta ese tipo de explosiones y no la quería estresar, no le queía hacer daño por más que la pecosa lo fastidiara o arruinara sus planes.

Se giró viendo hacía la calle soltando un suspiro, botó el cigarrillo que tenía en la mano, últimamente no lo dejaban ni fumar tranquilo. Tocó su cabeza, pasando a sus rodillas, subió a sus muslos y finalmente su cadera, cantando la canción que su padre le había enseñado. —... Muslos y caderas, cabeza, rodillas, muslos y caderas. —murmuró repetidamente, hasta que logró calmarse un poco, cerró sus ojos soltando un suspiro. Esto era demasiado para él.

Tomó con delicadeza una de las manos de Violet que cubrían sus oídos separándola de ella para apretarla un poco, dándole un poco de seguridad. —... Lo siento por gritarte, Bunny. No debí hacerlo, pero por favor, no vuelvas a decirle algo a papá sobre lo que hablamos. —a pesar de su bajo tono y el apodo cariñoso que solo usaba para calmarla, Caín miraba con una seriedad bastante medida a esos ojos violetas que solo expresaban que querían llorar, pero asintió sin más, apretando un poco su mano con la del pelirrojo en busca de perdón. Ella no lo volvería a traicionar. 


Palabras: 1408.
Fecha: 18/06/2023.
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©Joinju

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