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~Arizona~

Como cada año teníamos que mudarnos, está vez a new York y empezar de cero. Hoy llovía como nunca, estaba encerrada en mi habitación ignorando la discusión de mis padres, están en una especie de ruptura.

Veía por mi ventana las Pequeñas gotas de lluvia que se deslizaban, yo las veía atenta esperando cuál llegaría primera.

Escuché el ruido de mi puerta abrirse y entro mi pequeño cachorro.

Lo mire atenta, no estaría mal salir y sacarlo a pasear - pensé -.

Salí de la ventana y lo tome en mis brazos, no había notado lo mucho que creció, le coloque el paseador de perros con mucho cuidado, el estaba entusiasmado y me llena de ternura.

Me puse mis botas de lluvia y mi protector, salí de ahí de desaparecida, ellos estaban ocupados en sus problemas.

— ¿Dónde iremos? - hable con el perro, al parecer me estoy volviendo loca.

Decidí en ir al central park guiada con mi celular, me tomo un poco de tiempo ya que es un poco lejos de donde yo vivo.

— ¡Quieto roqui! - solté el paseador por la fuerza del perro y el salió corriendo y yo tras el.

Estos son juegos entre mi perro y yo, el salió corriendo por todo el césped mojado y yo por detrás, estaba tan cerca de el que me tire y lo agarre callendo en el pasto mojado, lo que implicaba estar llena de lodo.

Yo reía junto a el, últimamente mi perro era mi única felicidad.

Una vez más se me soltó de las manos y fue corriendo a dirección de una chica que se encontraba tomando café en una banca.

— ¡Roqui no! - corrí junto a el, pero no llegue a tiempo, mi mascota le tiro el café al piso.

Tape mi boca con mis dos manos, ella se quedó callada, cuando pensé qué las cosas no se podían poner peor, mi pero se tiró encima de aquella chica, haciendo ensuciar su ropa con lodo.

— En verdad lo siento - saque mi perro de ella.

— No te preocupes - ella porfin me miro.

Fue ahí cuando la conocí por primera vez, ella es una morena, de ojos cafés y linda sonrisa, melena oscura y unos labios carnosos. Que la irán conociendo con el tiempo.

— ¿Cómo se llama este travieso? - Pregunto, al parecer mi perro le agrada. Ella jugaba con el.

No podía hablar, me quedé embobada viendola. Su look era muy atractivo y su flequillo le daba el toque.

¡Habla ya!

— Ro- roqui... Siento haber arruinado su atuendo y el café, déjeme pagarle uno.

— No importa - ella me observo nuevamente.

Mierda, esos ojos cafés...

— ¿Tu nombre? - Pregunto.

— Robbins, ¡No! - me equivoqué - Arizona... Arizona Robbins.

Ella río de por bajo.

— Un gusto Arizona - ella extendió su mano - Calliope torres.

— Un gusto a ti también calliope - la acepte.

Ella se puso de pie, es unos centímetros más alta que yo.

— Debes de cambiarte, tomaras un resfriado - dijo.

— Tu igual... - dije - entonces...

— ¿Entonces? - Pregunto.

Lo raro de todo esto, es que no nos quitabamos la mirada de encima.

— ¿Aceptarás el cafe?

Ella me miraba pensativa.

— Claro - dijo, y yo sonreí - Pero...debemos cambiarnos, nos mirarán raro ¿No crees? - ella apunto a nuestra vestimentas.

Yo parecía más bien un vagabundo, y mi perro, un perro de la calle, y Callie no se quedaba atrás.

— Tienes razón - rei - Pero si mis padres me ven asi me matarán.

Nos quedamos nuevamente en silencio, tal vez pensando.

— ¿Quieres ir a mi casa? Asi te limpias y podrás volver a tu casa sin ser matada. No está tan lejos.

Abrí mis ojos como platos, no debo de irme con desconocidos, eso es una regla muy principal cuando sales sola.

— Tranquila, no te secuestrare no te obligare a ir.

Yo ¿Debia hacerlo?

My first winterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora