~Calliope~
Después de largos años, finalmente puedo decir que soy feliz con Arizona. Hemos pasado por tantas cosas juntas, pero siempre estamos a la par, apoyándonos mutuamente.
― Callie, ¿podrías dejar de tontear? Mi padre vendrá de visita y esto es un verdadero chiquero - dijo, visiblemente estresada.
― ¡Bien, bien!
― Y vístete, no quiero que mi padre te vea desnuda - me empujó hacia las escaleras con cierto apuro.
― Okeeey - respondí con desgano.
Arizona ha experimentado un gran cambio, la veo más madura, una adulta responsable que se estresa por todo. Sin embargo, siempre será mi pequeña...
Mi pequeña...
― ¡Callieeee! - escuché un grito desde abajo, lleno de reproche.
― ¡Ya vooy! - respondí apresuradamente.
Después de vestirme, bajé las escaleras. Ella me esperaba justo ahí, en cuanto llegué al último escalón, la besé sin previo aviso y ella correspondió con ternura.
― Mmm, para con tus provocaciones - dijo cuando mi mano se deslizó sin querer hacia su trasero. Ella retiró mi mano y se dirigió a la puerta justo cuando el timbre sonó. - ¡Papi!
Me acerqué a ellos mientras observaba una tierna escena entre padre e hija.
― ¡Señor Robbins!
― Callie, aún sigues con la formalidad. Ya estás casada con mi hija y sigues así.
Arizona soltó una risa burlona.
Dejamos al padre de Arizona en la sala mientras terminábamos el almuerzo. Ella estaba radiante por tenerlo de visita, no lo ve muy a menudo y no puede visitarlo porque aún no habla con su madre.
― Amor, tranquila, te vas a quemar - advertí al desplazarla suavemente. - Deja que yo lo termine y tú ve con tu padre.
Ella me sonrió y se inclinó para besarme.
― Gracias.
Cuando terminé de cocinar, Arizona me ayudó a poner la mesa. Justo antes de sentarnos, el timbre sonó nuevamente. Extrañadas, ambas nos dirigimos a la puerta.
― Mamá... - exclamó Arizona sin poder creerlo.
Su madre lucía mal, sus ojos estaban hinchados y rojos.
― ¿Puedo acompañarlas? - preguntó con voz temblorosa.
― Claro - Arizona no dudó en recibirla, al instante se abrazaron.
― Lo siento tanto.
Después de una charla extensa en la que Bárbara se disculpó tanto con Arizona como conmigo, finalmente almorzamos. Teníamos mucho que hablar.
― A todo esto, se están tardando mucho. Yo ya quiero nietos - comentó Daniel esperanzado.
Ambas nos miramos cómplices y sonreímos traviesas.
― ¿Qué ocurre? - preguntó Bárbara curiosa.
― Verán - Arizona se puso de pie y se acercó a mí antes de sentarse sobre mis piernas. - Callie y yo estamos esperando la confirmación para adoptar. Bueno, primero tenemos que visitar el orfanato - me abrazó feliz en ese momento.
― ¡Qué gran noticia! - exclamaron ellos poniéndose de pie para felicitarnos.
― Hay más - añadí recordando a mi rubia la otra gran noticia.
― ¿¡Hay más!?
― También vamos a probar el método de ropa, así que es probable que tengamos más de uno.
Saltaron de felicidad ante la idea de ser abuelos. ¿Y nosotras? Un par de mamás felices en camino.
...
― Adiós, vuelvan pronto - dijimos ambas despidiéndonos de Daniel y Bárbara.
Ya era tarde y debían regresar a sus casas, eso angustiaba a Arizona.
― Lo haremos. Cuídense mucho, chicas.
― ¡Ustedes igual!
Al cerrar la puerta, Arizona se dio la vuelta y me abrazó fuerte.
― Qué inesperado todo - suspiró; sé que lo dice por su madre.
― Tranquila, después de lo que hablaron no debes preocuparte. Tu madre parece muy arrepentida y ahora entiende que solo quiere verte feliz.
— Lo sé. ¿Has visto cómo se puso de feliz con la noticia de que será abuela? —sonrió radiante—.
— Sí, realmente lo desea —contesté sincera—.
— Y yo quiero ser una buena mamá —me miró fijamente antes de depositar un beso sobre mis labios—. Junto a ti.
— ¡Ya quiero que tengamos nuestro bebé! —respondí con emoción, imaginando el hermoso futuro que nos espera juntas.— Oww —exclamó, acariciando mis mejillas antes de acercarse para besarme. Pero yo lo demore con un beso largo y provocativo, deslizando mis manos por su cuerpo. — Cariño —dijo, alejándose un poco—. Recuerda que estoy en mi periodo.
— Aaah! —me quejé, sintiéndome un poco frustrada.
Ella soltó una risa suave.
— Pero voy a tomar un baño. ¿Quieres acompañarme? —tomó mi mano al ver que asentía.
...
Después de disfrutar de nuestro baño, nos preparábamos para dormir. Arizona estaba peinando su cabello mientras yo secaba el mío, y nos observábamos en silencio, disfrutando del momento.
Cuando terminó, se lanzó a la cama, esperándome con una sonrisa. Me acerqué, me senté a su lado y mientras peinaba mi cabello, le di un corto beso.
— Adoro tus besos inesperados —dijo con una sonrisa. Justo antes de que pudiera responderle, su celular sonó.
— No puede ser! —exclamó, tapándose la boca.
Era una llamada desde el orfanato.