~Calliope~
Hoy finalmente era el día, estábamos a punto de pisar el orfanato. Tanto Arizona como yo estábamos muy nerviosas.
La directora del lugar les explicó a cada niño y niña que tal vez uno de ellos sería adoptado por dos madres.
― Callie, estoy nerviosa ―dijo Arizona, apretando mi pierna cuando llegamos al orfanato.
― Tranquila, va a salir todo bien, te lo aseguro ―acaricié su mano.
― Sí...
Afuera nos esperaba la directora del orfanato, sonriendo ampliamente por recibirnos.
― Bienvenidas ―nos saludó a cada una.
― Gracias ―respondimos al unísono, Arizona y yo.
― Los niños están esperándolas en la sala, están ansiosos ―comentó con entusiasmo.
― Nosotras igual, estuvimos nerviosas todo el viaje.
Con su permiso, ingresamos. Caminamos por un largo pasillo hasta llegar al final, donde se encontraba la sala. Antes de entrar, Arizona me susurró algo preocupado.
― Antes de entrar aquí, vi a una niña arriba ―dijo con inquietud.― ¿Por qué no baja?
― Es Sofía ―respondió la directora al escucharnos.― Perdón por interrumpir su conversación, ella no quiere bajar porque ha perdido la esperanza de encontrar una familia. Su anterior adopción fue cancelada.
― Qué cruel ―murmuró Arizona, llena de dolor.
― ¿Podemos verla? ―pregunté con un nudo en la garganta.
― Se puede, pero el tema es si ella quiere.
― Haremos el intento ―respondió Arizona con esperanza renovada.
Cambiamos de rumbo y subimos las escaleras guiadas por la directora. Ella abrió una puerta y entró primero para explicarle a Sofía nuestra llegada.
― ¿Crees que quiera vernos? ―me preguntó mi rubia con incertidumbre.
― Tal vez... ―susurré antes de abrazarla con fuerza.
― Aceptó la visita ―comunicó la directora con una sonrisa suave.
Asentimos y entramos en silencio. Allí vimos a una linda niña jugando sola con algunos juguetes en un amplio cuarto. Arizona se adelantó con mucho cuidado.
― Hola ―saludó con dulzura.
La niña nos miró y susurró muy bajo un:
― Hola...
― Tienes juguetes muy bonitos ―dije esta vez yo.
― Gracias.
― ¿Podemos sentarnos contigo?
Ella asintió tímidamente.
― Dime una cosa pequeñita, ¿cuántos años tienes? ―preguntó mi rubia con una voz suave y cariñosa.
― Cinco años, los cumplí hace tres días atrás.
― ¡Feliz cumpleaños atrasado!
La niña sonrió tímidamente ante el cumplido.
― Y dime, ¿por qué no bajaste?
Su respuesta me rompió el corazón:
― No quiero que me devuelvan y dejen mi corazón en trocitos otra vez.
Vi el rostro de Arizona tornarse triste ante las palabras de esa pequeña tan vulnerable y herida por la vida.
― Esas personas son malas, no tuvieron corazón. Pero sabes una cosa? ―le dije suavemente mientras tocaba su naricita.
La niña negó con la cabeza.
― No todas las personas son iguales, nosotras queremos adoptar a una niña tan linda como tú.
Ella bajó la mirada, desalentada.
― Ya no puedo confiar en nadie...
Me sorprendió cómo una niña de Cinco años podía expresar tanto dolor, era simplemente desgarrador.
— Te voy a contar un secreto —dijo Arizona esta vez—.
— ¿Qué secreto?
— La primera persona en quien me fijé al entrar fuiste tú.
— ¿En serio? —su rostro se iluminó con curiosidad y alegría.
— Sí, lo prometo —aseguró Arizona sinceramente.
— ¿Por el meñique? —preguntó levantando su pequeño meñique hacia nosotras.
Ambas reímos ante su inocencia encantadora.
— Por el meñique —confirmé entre risas.
[...]
― Entonces, ¿ustedes serían dos mamás?
― Exacto.
― ¡Eso es genial! ―dijo en español, lo que me sorprendió y dejó a Arizona confundida.
― ¡Hablas español!
― Sí, soy mexicana ―confesé.
― ¡Eres muy inteligente! ―exclamó Arizona.― Pero, por favor, no me hables en español porque no entiendo.
Sofía y yo nos reímos.
― Arizona es una loca ―le susurré a Sofía en español, y ella se rió.
― ¿Qué dicen? ―fingió molestia Arizona.
― Callie dijo que eres una loca ―respondió Sofía, sin darse cuenta de mis gestos desesperados por guardarme el secreto.
― ¿Con que loca, eh?
― Upsi ―Sofía tapó su boca con las manos.
― Vamos a ver en casa ―dijo Arizona con un tono juguetón.
En ese momento, la directora volvió a interrumpirnos.
― ¿Se divirtieron?
― Señora directora, ¡Callie y Arizona son geniales y divertidas! ―comento Sofía con mucha emoción.
― Me alegra escuchar eso. Lamento ser yo quien comunique que se acabó el horario de visita.
― Oooh ―dijimos las tres al unísono, tristes por la noticia.
― Volveremos a visitarte, Sofía ―dijimos mientras nos acercábamos a abrazarla.
― Espero su visita. Prometan por el meñique.
Después de una larga charla con Sofía y luego con la directora, nos dimos cuenta de que Sofía era la elegida.
― Esa niña es un encanto. No entiendo cómo pudieron ser tan crueles al devolverla.
― No tienen corazón...
Hubo un silencio, no incómodo, donde las dos reflexionábamos hasta que una de nosotras habló.
― Quiero adoptar a Sofía. ¿Qué dices?