Capítulo 5

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Desperté de golpe debido al estruendo de al parecer un trueno. Me levanté del sillón acomodándome los lentes que de milagro no quebré mientras dormía y apague el televisor que solo reproducía una señal de estática. El reloj marcaba las 8:40 horas pero debido a la tormenta que había afuera parecía que aún era de noche.

Mientras caminaba a mi habitación que estaba en la planta alta estire los brazos que sentía algo dormidos por la posición en la que dormí. Entre y fui directo al baño, me quite los lentes y lave mi rostro; con la toalla que había a un lado me seque volviendo a colocarme los lentes.

Y no fue hasta que me ví en el espejo que me di cuenta que mi cabello era un absoluto desastre, sin duda un pájaro podría hacer su nido en mi cabeza. Comencé a cepillarlo logrando que volviera a su estado natural. Después de diez minutos intentando hacer un peinado que me gustará termine por hacer dos trenzas en los costados y luego unirlas por detrás de mi cabeza; un peinado sencillo pero bonito.

Salí del baño a mi habitación, y gracias a una ráfaga de viento que entró sentí que la casa estaba vacía. Creo que la construcción de esta casa fue algo bastante ambicioso; era de dos plantas, en la planta baja estaba la sala, cocina, comedor, baño y una estancia con una mesa de billar. La segunda planta solo se dividía en dos habitaciones con baño propio, otra estancia en el centro y unas puertas que daban al balcón compartido con vista al jardín delantero de la casa.

Creo que la razón por la que decidí hacer la casa tan grande fue porque solo pensaba en la compañía de los demás, pero claro, ellos estarán aquí solo un día y el resto de los días volverá a ser otra casa vacía.

Camine a la estancia de la planta alta notando que la tormenta se había reducido a una ligera lluvia. Abrí las puertas dejando entrar el aire frío y la lluvia empezó a mojar el suelo. Cerré los ojos y solo disfrute el sonido de las gotas chocando contra la superficie y las rafagas de viento que llegaban a entrar de vez en cuando.

Si sigues ahí vas a enfermarte de un resfriado —. La voz de un chico me saco de mis pensamientos y viendo quién era cerré las puertas.

Hola Wilbur, ¿Hace cuánto que entraste? —. Pregunté dando un paso pero olvide el hecho de que la lluvia había entrado dejando mojado el suelo y terminé cayendo sobre mis rodillas.

—¡Cuidado! ¿Estás bien? —. Se acercó deprisa para ayudarme y como si fuera una broma de la vida también resbaló y cayó al suelo cerca mío.

¡Ah! ¿Tú estás bien?—. Puedo asegurarte que hice todo mi esfuerzo por no hacerlo, pero todo mi esfuerzo fue en vano porque apenas mis ojos cruzaron con los suyos estalle en carcajadas y al instante las carcajadas eran mutuas.

No sé cuánto tiempo nos tomo dejar de reír, estuvimos como en una montaña rusa en la que cesabamos la risa y en cuestión de segundos uno de los dos volvía a reír contagiando al otro.

Cuando por fin termino limpie las lágrimas que había soltado de tanto reír y nos levantamos del suelo con cuidado de no volver a caer.

Esperame aquí, iré por algo para limpiar el agua —. Mencioné y baje a la planta baja. Justo debajo de la escalera hay un cuarto pequeño que uso para guardar utensilios de limpieza, saque una cubeta junto a una fregona.

Volví a subir y comencé a limpiar el agua. Termine dejando el piso seco y sin peligro de volver a resbalar. Bajé junto a Wilbur, deje la fregona ya seca en el cuarto y deseche el agua sucia en el desagüe.

Guarde el cubo y fui con Wilbur que estaba en la sala esperando.

—Listo, ahora sí podemos retomar la conversación, ¿Cómo encontraste mi casa? No recuerdo haberte dicho dónde vivía —. Cuestione sentándome en el sofá donde estaba Wilbur.

𝐖𝐄𝐋𝐂𝐎𝐌𝐄 𝐓𝐎 𝐓𝐇𝐄 𝐐𝐒𝐌𝐏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora