Capítulo 30

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POV LUNA
Día del Accidente

¿Estás segura que llegarás a tiempo? —. Terminé de dejarles un beso en la mejilla de cada pequeño y asentí.

Prometo que estaré aquí antes de que el sol se ponga —. Coloqué ambas manos en las mejillas de mi novio mirándolo con una sonrisa. El solo mirarlo me hacía tan feliz, y no podía esperar para tener la cita que tanto anhelaba mi corazón.

Es una promesa. Ve con cuidado, te amo —. Avancé alejándome y antes de irme, giré mi cuerpo para verlo una última vez.

También te amo —. Pronuncié y mi vista cambio de mi casa a la muralla.

Si no estaba equivocada, Copito dijo que esperaría aquí por mí. No pienso engañarme, sin duda estaba nerviosa. Hablar con Copito es una cosa, pero el estar en un lugar de la federación con quién sabe cuántas personas más, me daba escalofríos.

—¡Luna! Ya estás aquí —. Me giré al escuchar la voz detrás de mí y sonreí viendo al albino que esperaba. —Sigueme, te llevaré a una de las oficinas de la federación.

Pasaron alrededor de veinte minutos, ambos caminábamos en silencio. Eso no ayudaba a la ansiedad que me causaba está situación. Nos detuvimos frente a un hueco en la muralla, entre demasiada vegetación.

—Es solo una forma de camuflar la entrada. Tranquila, no te estoy llevando a un nido de ratas —. Sonreí como forma de asentimiento. No, esto no era un nido de ratas, parecía la entrada a mi muerte.

El hueco no conducía a un pasillo, más bien a unas escaleras que apenas y estaban iluminadas por una antorcha.

Un total de diez escalones, una cuenta regresiva básicamente. Copito sacó una tarjeta blanca del bolsillo delantero de su saco y apenas introduciendola, un bip.

No pude evitar esconder mi sorpresa cuando noté lo que escondía la puerta trás de si. Paredes totalmente blancas y perfectamente iluminadas, no había ventanas solo más puertas por el angosto pasillo.

—¿Qué hay detrás de esas puertas? —. Ni siquiera me interesaba lo que hubiera detrás, o tal vez sí. Lo único que quería era distraer mi mente de las peores situaciones por las que podría pasar.

Dudó un poco antes de hablar. —Son solo habitaciones, nada en especial —. Asentí ante su respuesta. Supongo que solo eran eso.

Después de cruzar otra puerta, que abrió con una tarjeta color morado, llegamos a una sala.

—Toma asiento, ¿Quieres agua? ¿Café? —. Negué a su propuesta tomando asiento en la silla que me señaló. Tomando distancia el uno del otro debido a un escritorio.

El lugar era tal cual como en las películas de investigación policíaca. Un solo escritorio, un espejo que cubría la mitad de una de las paredes, pero la única diferencia era que todo era completamente blanco.

—Comencemos de una vez. Solo nos tomará alrededor de una hora —. Me acomodé mejor en el asiento aclarando mi garganta. —Primera pregunta, ¿La Dungeon a la que fueron, es la que estaba marcada en la misión?

—Sí. Seguí la misma que me marcaba la misión —. Copito asintió mientras anotaba cualquier cosa, supongo que mi respuesta, en unas hojas que tenía en el escritorio.

Una ronda de preguntas más tarde y unos cuantos sorbos al agua que finalmente acepté, dieron por terminada la sesión.

Sin duda, creí que iba a ser más larga o que me iban a torturar para sacarme más información de la que no tendría detalles. Si bien fue un episodio que no olvidaré, el dolor que sentí por mi pequeña flor, no dejó más que un recuerdo con algunos borrones.

Cuando creí que por fin Copito iba a levantarse para retirarnos, el repiqueteo de unos tacones se escucharon estruendosamente en el pasillo. No fue hasta que abrieron la puerta del cuarto donde estábamos que vi a la persona de tal desfile.

Mis ojos se vieron deslumbrados por una mujer alta, con un traje pulcramente blanco, un cabello hermoso igual de blanco pero un escandaloso lápiz labial rojo.

—Un placer conocerte, querida —. Me coloque sobre mis pies haciendo rechinar un poco la silla donde me encontraba. Extendí mi mano en modo automático pero la ignoro yendo directo a darme un beso en la mejilla. Sin evitar un escalofrío recorriendo mi espina dorsal.

—U-un placer igual —. Por el tono en que salió mi voz creí que ni la mosca que no existía en la sala, hubiera podido escuchar. Y antes de formular cualquier otra frase, me aclare la garganta.

—Zero, querido —. Solo hizo una ligera inclinación de cabeza en dirección a ¿Copito? O ¿Zero? Como lo había llamado ella. Usando un tono dulce pero con algo que no podía descifrar. —Aprecio el trabajo que haces, pero en esta ocasión quisiera hacerme cargo de la investigación a la señorita Luna.

—Y-yo hice la entrevista, y tengo todo lo que necesitas aquí, no e-.. —. La mujer hizo girar completamente su rostro mirándolo haciendo callar toda palabra. —Lo siento.

Y antes de que me dejará, me echó una última mirada que mostraba algo de preocupación. Una mirada que hizo correr un escalofrío logrando que me removiera en mi lugar.

—Ahora que estamos solas, me gustaría presentarme debidamente: soy Beatrix —. Sonreí ligeramente por cortesía, pero es que la mirada de esa mujer, es decir, de Beatrix, me daba una sensación horrible que estaba comenzando a surgir en mi estómago.

—Cop- Quiero decir, Zero. Me hizo una entrevista completa sobre aquel día, no sé que otras dudas podría ayudarle a resolver —. Respondí intentando que no se notará como me empezaba a temblar el labio inferior a causa suya.

—Creeme querida, cuando te digo que hay muchas dudas que aún necesito que me resuelvas —. Me dedicó una sonrisa tan extraña que terminé con una imagen de La Otra Madre, un personaje que apareció en aquella película que vi con Tallulah y Wilbur. ¡Ay Dios! Solo quiero irme a casa.

—Entonces habría que tomar asiento —. Hice un ademán indicándole el lugar donde antes estaba sentado Zero con una pequeña sonrisa. Pero poco a poco se fue desvaneciendo cuando empezó a reír.

—¡Ay querida! Que graciosa eres. Aquí no, esto es un simple cuarto que para nada me es agradable. —. Indico la puerta de la habitación que aún estaba abierta. —Despues de ti.

Enderece un poco mi espalda que se encontraba ligeramente encorvada y camine a pasos lentos saliendo de la habitación.

Antes de que me girará para preguntar dónde demonios se suponía tenía que ir. Un pinchazo tomo lugar en mi cuello y el ardor del líquido entrando me dejó pero unos segundos pasmada.

Intenté retirarlo pero ya era tarde, empecé a sentir el adormecimiento en mi cuello y bajando rápidamente al resto de mi cuerpo. Ni siquiera alcanzo a tomarme antes de que mi cabeza golpeara el suelo, o tal vez ni lo intento.

Mi visión se fue borrando poco a poco solo viendo como se posaba delante de mi visión hasta volverse totalmente negro.

Y hasta en el último segundo en el que tuve conciencia, pensé en Wilbur y en nuestra cita.

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Aquí W.

Uyuy ¿quién será esa tal Beatrix? No lo sé, pero yo espero que se descubra pronto, o tal vez no.

Si quieren imaginarla como yo lo hago, entonces piensen en el papel de Lady Gaga, en American Horror Story: Hotel. Se van a enamorar.

Gracias por su paciencia a esta autora, lxs he abandonadx por mucho, y créanme que me siento mal cuando paso tanto tiempo sin actualizar.

Pero ¡Ay de mí! Si dejo esta historia, porque no lo haré.

Nos vemos participantes.

𝐖𝐄𝐋𝐂𝐎𝐌𝐄 𝐓𝐎 𝐓𝐇𝐄 𝐐𝐒𝐌𝐏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora