Cap 24: Un hombre con valor

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Antes de que empiece una fuerte nevada, llegan a la carpa que está ocupando XiChen. Jiang Cheng la esperaba diferente al resto, quizás apoyado por las riquezas que aún cuenta Gusu Lan, así que encontrar que no tenía nada diferente de las otras, lo sorprende. XiChen abre la carpa para permitirle el paso y Jiang Cheng aprieta un poco más la gruesa capa exterior que su amigo le prestó cuando el viento empezó a soplar más y el frío se metió en sus huesos.

—Llegamos a tiempo —susurra Xichen, sacudiéndose los rastros de nieve que cayeron sobre sus hombros y cabeza—. ¿Estás bien, Wanyin?

—Sí. Esta capa es bastante caliente.

La sonrisa de Xichen también es cálida y hace el efecto de una buena fogata cuando la ve. Jiang Cheng le devuelve la sonrisa tímidamente antes de quitarse la capa que huele a incienso y eucalipto, aún si está lejos de Gusu Lan.

—Puedes dejar tus pertenencias aquí. —XiChen muestra su baúl de madera—. No tengo pantalla de privacidad pues no suelo compartir mi carpa, pero me daré la espalda para que te sientas más cómodo.

Sin esperar su respuesta, XiChen le da la espalda mientras enciende la estufa de carbón. Las telas de la carpa suenan fuertemente con la brisa y se nota que el viento está bastante fuerte afuera. Jiang Cheng no es que tenga desconfianza de la seguridad de ella, no con XiChen allí, pero se distrae un momento en eso antes de dejar la capa que su amigo le prestó sobre el catre cubierto de cobijas de lana. Se quita su campana de claridad, luego desarma el cinturón y lo dobla sobre la cama para acomodarlo todo, antes de despejar su túnica exterior. El hanfu lo va desarmando poco a poco y la sensación del metal de la coraza cada vez se va sintiendo menos opresora hasta que sus manos se detienen. Levanta su mirada para notar que XiChen lo está contemplando a pesar de lo que había dicho.

Su amigo se bochorna. Jiang Cheng tuerce una sonrisa divertida.

—¿Qué? ¿Ahora te vas a poner pudoroso, XiChen?

—No —dice al bajar la mirada. La estufa muestra el rojo que se ha alojado en sus orejas—. Pero falté a mi promesa de mantenerme de espaldas para no incomodarte.

—Me viste en situaciones más indeseables, XiChen —Jiang Cheng solo puede imaginarse lo patético y frágil que se vió en esos primeros días durante la larga caminata, cuando dormía en cuevas y en el bosque en medio de la lluvia y tenía ropas cada vez más sucias y andrajosas.

—Tienes razón, estoy siendo pudoroso en exceso con un amigo.

Y, sin embargo, Jiang Cheng también se ha detenido en la tarea de quitar la coraza. Arruga su rostro ante la imagen que debe estar dando ahora, muy lejana a lo que se supone debe ser un cultivador. No debería avergonzarse en ese punto cuando XiChen ha podido verlo incluso peor, vomitando en sus pies, desmayándose, sin ser capaz de caminar. Quizás, fue el notar la mirada de XiChen sobre él que lo hizo consciente de que era la primera vez que lo veía con ella.

—¿Puedo acercarme? —pregunta XiChen, sacándolo de sus pensamientos. Jiang Cheng asiente antes de pensarlo—. Parece pesada.

—Para ti no.

—No, para mí, no. —XiChen se acerca y la inspecciona con cuidado, revisando primero los bordes como si buscara que no le dañaran la piel—. Pero parece incómoda.

—Uno se acostumbra... como los soldados del emperador y esas pesadas armaduras.

—Creo que como cultivadores hemos subestimado la capacidad que tenemos de ser heridos y dejamos que nuestro núcleo se encargue de todo —susurra mientras pasa una palma por el acero.

Jiang Cheng no sabe porque se hunde su estómago cuando la palma de XiChen baja por donde cubre el pectoral hasta su costilla. No siente su tacto y, aún así, su corazón ha empezado a latir con fuerza.

Un hombre sin núcleo (MDZS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora