Cap 22: Un hombre con confianza

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La noticia de la muerte de los dos hijos de Wen Rouhan corren como pólvora por todos los territorios. En la oficina de vigilancia en donde se esconden, hay el temor de que las represalias los alcance y mueran por la fuerza de la ira del líder Wen. Saben que están tomando a cualquier rehén para llevarlo a la ciudad sin noche y que, de allí, probablemente no vuelva.

Jiang Cheng tiene que tomar decisiones. Mientras observa los entrenamientos que retoman y la nueva gente que llega gracias a que Lian Hua se ha unido a Xu Zedong a la tarea de reclutar a más discípulos. Ante la ausencia de siervos, todos tienen que lavar sus propias túnicas y Jiang Cheng hace el ejemplo al hacerlo en frente de todos, sin sentir que pierde un poco de la elegancia que su crianza le imprimió desde joven. Los que están para trabajar las labores comunes, tienen demasiada labor entre limpiar las áreas y cocinar para todos, sobre todo guardando las reservas para aprovechar cada grano de arroz. La comida no es perfecta, pero se las arreglan. El día que hay cerdo para comer, casi lloran de felicidad.

Pasa así un mes más.

No ha llegado a recuperar todo lo que perdió en Chongyang, pero tampoco se puede quedar inmovil, enviando grupos de reconocimientos y dejando las misiones de rescates en manos de Wei Wuxian, para evitar que la gente que secuestran en Yunmeng Jiang lleguen a La ciudad sin noche. Sobre todo ahora, que el invierno ha llegado y cubierto todo los alrededores de niebla gris y nieve blanca. Necesitan invertir tiempo en recolectar leña para calentar las habitaciones, en destapar los caminos para que el agua siga corriendo y en limpiar los techos para que la nieve no los haga ceder bajo su peso. La guerra no se ha detenido, pero ciertamente ha bajado su ritmo. Se espera que en primavera todo se acelere.

Eso significa que debe estar preparado. Debe tomar provisiones, entrenar a sus discípulos y crear formaciones de avanzada para cuando llegue el momento.

Esa mañana, Jiang Cheng ve llegar a los nuevos discípulos, cuatro docenas más de jóvenes y adultos, mujeres y hombres de distintas edades que están haciendo juramento ante Yunmeng Jiang. Muchos de ellos cediendo a la venganza como él. Otros, buscando un lugar seguro para dormir y comer en un invierno más pesado. Lan Wangji observa todo en silencio, manteniendo su posición con los discípulos Lan que sobrevivieron al ataque de Chongyang y otros más que, según comentó, envió Lan XiChen a su posición tras ser relevada.

—XinYan, XinYin —Es todo lo que dice para dar voz a su orden. Sus arañas, que ya saben lo que pide con solo ver sus expresiones en el rostro, se acercan y toman las muñecas de cada uno. Los aptos para el cultivo, que tienen oportunidad de desarrollarlo, son colocados a la derecha, los que no tienen esa posibilidad, a la izquierda.

Jiang Cheng los mira a todos, pasa frente a ellos con su espada derecha y sus ojos orgullosos. Wei Wuxian está sentado aparatosamente sobre un barril de aceite, jugando con su nuevo dizi entre sus dedos. Viste las nuevas túnicas de la secta Yunmeng Jiang, pero por el frío se ha quedado con el manto rohoso que se trajo de Yiling. Su cabello peinado en una cola alta tiene las mismas dos trenzas adornando los costados, las que él diligente le peina porque su maldito gege es incapaz de hacer una trenza decente. Se detiene en medio de ellos, tras haberlos observado y es en ese momento que Wei Wuxian salta, se endereza y se acerca a su lado.

—Encargate de la derecha —ordena. Wei Wuxian hace un ruido de reconocimiento—. Yo me encargaré de los de la izquierda.

Así pasa la mañana: catalogando los nuevos reclutas, diciéndoles dónde van a dormir y las reglas de juego en la secta, midiendo quien puede ser bueno en espada y en arco. Quién puede ser un buen espía, un buen mensajero o colaborar con las actividades del hogar que necesitan. Todos, sin pestañear, aprenderán a defenderse en espada porque no pueden depender su vida en ellos, no en medio de la guerra. Pero ninguno estará obligado a estar en el frente si no es ese su deseo.

Un hombre sin núcleo (MDZS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora