Cap 14: Un hombre con propósito

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Cobardes.

Son unos cobardes.

Jiang Cheng mira a todos los líderes que lo increpan por querer su venganza. Escucha los cuchicheos entre ellos, la forma en que cuestionan su capacidad para liderar, como retuercen el hecho de que no queda nadie para minimizarlo. Sus ojos queman y todo lo que quiere es morder: morder sus brazos, morder sus dedos y arrancarlos, morder sus orejas y descuartizarlas hasta que se conviertan en una masa oscura en su boca. Es un pensamiento primitivo, unas ganas de manchar sus nudillos con estos imbéciles hasta que queden irreconocibles.

Zidian responde a ese sentimiento. Dibuja una chispa que eriza la mirada de Yao-zhongzhu, sentado a la distancia. El tuerce una sonrisa cuando recuerda que esta arma espiritual está cargada, la energía de XinYan está allí aún y, aunque no pueda desplegarla y usarla, sí responde a sus emociones con facilidad usando la energía guardada. Es un arma feroz como su madre y sentirla responder de esa manera le hace imaginar que es ella quien está allí, a su espalda, con esa mirada oscura y amenazante, mientras eleva una ceja:

Cobardes.

—¡Jiang Cheng! ¡No creas que puedes convencernos de unirnos a tu venganza!

¿Cómo se atreve a usar su nombre de nacimiento? Jiang Cheng abre sus ojos, siente la ira burbujeando en su sangre. Puede percibir en su espalda, a un par de pasos de distancia, la desaprobación de sus arañas, pero él está viviendo su propio infierno en este momento.

—¡Eso es correcto! —eleva su voz—. ¡Quiero mi venganza! Mientras pueda destruir a la secta Wen, ¡estoy dispuesto a hacer cualquier cosa! Si no tienen las agallas de unirse a nosotros y escogen ser cobardes, ¡entonces siéntese y esperen que Wen Ruohan los destruya!

XiChen lo ataja antes de que pueda hablar más. Estuvo a punto de decirles un par de palabras nada amables sobre las pocas pelotas que tienen y que seguro preferirán estar arrastrando su cabeza y lamiendo los pies de Wen Ruohan antes de enfrentarlo. Palabras más o palabras menos, Lan XiChen comenta el peligro que la secta Wen significa para todo el mundo del cultivo, demostrado de muchas formas y sin lugar a duda. Entonces, Nie-zhongzhu, en una muestra de pura valentía, declara ante todo que, con ayuda de ellos y sin ella, él se levantará y matará a Wen Ruohan.

Es inevitable que Jiang Cheng mire ahora al hermano mayor de Nie Huaisang. No es la primera vez que lo hace, pero ahora hay una distancia que se ha eliminado entre ellos. Lo mira de líder de secta a líder de secta, admira sus agallas y quiere verlo en el campo de batalla. Quiere ver como esos fuertes brazos seguramente aplastaran cabezas de los Wen y su sable degollará a ejércitos completos. Inició joven el liderazgo después de que su padre fuera asesinado, dicen las malas lenguas, por una desviación de Qi provocada por Wen Ruohan. Eso no impidió que levantara a su secta y se proyectara como una de las mejores aún, sin bajar su fuerza de combate.

Ahora entiende porque XiChen le habla con tanta familiaridad. Le dice Mingjue-xiong, mucho más cercano que el Nie-xiong que él usa con Nie Huaisang. Ahora, se pregunta qué será de él en esta guerra cuando sus intereses jamás estuvieron en el combate y evitó bajo todo pretexto el uso de su sable. Ni siquiera se sintió en ese descabellado adoctrinamiento. Todo lo que recuerda es haberlo ayudado a salir de las aguas antes de que muriera ahogado ante su falta de habilidad y cuando lo sacó del agua, él lo miró con ojos llorosos y rojos, aferrándose en su hombro. No hubo tiempo de nada, tuvo que pedirle que huyera lo más antes posibles mientras los Wen los cercaban.

Todo quedó lejos. Supone que, como todos, tendrá que buscar su lugar en esta guerra en cierne. No hay espacio para pintar abanicos, contrabandear alcohol y libros pornográficos y juguetear a altas horas de las noches. Esos días donde era solo un niño acabaron ya.

Un hombre sin núcleo (MDZS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora