04 - Editado

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Ahora resulta que la gente se cura una herida grave en menos de veinticuatro horas.

(Procede a hablar con más ironía de la que existe)

Ya frente a la puerta me tome mi tiempo para abrir con algo de pereza, pero en lo que la abrí y pude ver quién estaba tras de ella causó que eso activara algo más allá de la curiosidad dentro de mí.

La sorpresa, confusión, y extrañeza llegaron a mi en un instante.

Desmond se hallaba al frente de mí con una apariencia agotada, tenía pinta de haber trotado por todo el pueblo y más allá del bosque, su camiseta gris estaba empapada de sudor y tenía una gran mancha negra en la parte baja del abdomen.

Su cabello estaba todo revuelto, su lentes estaban llenos de tierra al igual el resto de su vestimenta y sus pálidos brazos.

—Hola, Maggie —su tono de voz no me dejaba muchas cosas buenas que pensar, se oía cansado y nervioso. Como si hubiera huido de algo.

Ja, Maggie, así me dice él desde que comenzamos a hablar por primera vez. Pero cada vez que me dice así sé que quiere algo o que va a burlarse de mí.

Con el ceño fruncido— y además confundida— hablé con algo de molestia en mi voz.

—¿Qué carajos te pasó?.

Si fui brusca con él tal vez fue porque me sentía algo resentida desde su desaparición en el instituto.

—Yo...—Él tenía intenciones de responder, pero frunció el ceño y se calló en el instante, algo parecía dolerle. hablaba con voz ahogada—¿Me dejas pasar, Maggie?.

Y a pesar de que preguntó no espero a que yo le respondiera si podía hacerlo, solo paso por mi lado y entro a la sala como si fuera el dueño de la mismísima casa, desplomándose en el suelo. Ni siquiera se sentó en el piso, parecía ser consciente de que no podía sentarse en el sofá en ese estado.

Negué con la cabeza y cerré la puerta para dirigirme a su lado con precaución.

—¿Desmond... estás bien?—Mi pregunta fue cautelosa y tranquila, pero él no respondió, se limitó a negar con la cabeza y levantar lentamente su camiseta gris.

Ahí pude entender su mancha negra en la camiseta, pues no era ni siquiera un líquido negro...

La sangre brotaba en su abdomen de una manera que yo jamás había visto, él estaba herido. El rostro se me helo, ¿Qué digo el rostro?, ¡El cuerpo completo!, Por primera vez en mi vida sentí lo que era el pánico en realidad.

—¿¡Pero qué demonios...?!, ¡Desmond!—Me agaché al instante para ver su herida. La línea abierta justo en la zona de su cadera era larga, la sangre que salía de ella con cada movimiento de Desmond era impactante.

—¿Qué pasa?—se oía muy desorientado. Incluso su voz tenía una nota inocente y perdida, como si justo ahora lo que quisiera fuese dormir.

—¿Cómo te hiciste eso?—pregunté tratando de mantener la calma.

Sus ojos bajaron lentamente a la herida.

—Creo que me caí...

—No puede ser, Desmond —Murmuré antes de salir corriendo a la cocina por servilletas, luego pase por el baño para buscar cosas necesarias como: alcohol, gasas, agua oxigenada, ungüento, cosas para curarlo.

After Dark (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora