23 - Editado

15 6 1
                                    

La verdad. ¿Cuál es la verdad?. Ah, sí... Ya sé cuál

Pero mejor es que te la cuente Desmond Hall.


Le escribí a Ryan para que viniera a casa antes de las siete. Judith había salido otra vez y ni cuenta me había dado. Ya eran las tres. Yo estaba vistiéndome después de un largo baño.

Busque entre la ropa de mi madre y encontré un suéter cuello tortuga que me ayudaría bastante. Limpie los rasguños de mi cuello y me coloque el suéter crema de mi madre. Me quedaba perfecto, gracias a Dios algunas de sus cosas me quedaban.

Según el último mensaje que me envió Ryan, decía que él vendría a la las cinco, veríamos la película y él se iría a las seis—segun lo planeado en mente, mi mente—. Peine mi cabello enmarañado para dejarlo caer bien a los lados se mi cara. Aún a seguía amando mi cabello corto, no se me complicaba nada peinarlo.

Me puse un pantalón sin ningún tipo de rasgadura que no se ceñia a mis piernas  pero tampoco quedaba del todo holgado.  Me calce los botines antiguos de Converse que tenía y guarde el extraño collar que me obsequio la tía Judith. Me lo pondría para la cena, pero ahora lo retiraría de mi cuello.

Luego de estar lista, revise mi teléfono esperando una respuesta de alguien que seguramente no me contestaría.

Sí, le envié un mensaje a Desmond, citándolo esta noche a mi casa para cenar pero me dejó en gris cuando claramente se había conectado hace dos minutos.

Imbécil. Idiota.

Solté un largo suspiro y fui escaleras abajo para salir de casa e ir a la de mis vecinos.

Al estar frente a la casa Hall, un mal presentimiento se apoderó de mí. Incluso no quise estar ahí, recordé lo sucedido la noche que murió el padre de Desmond... Luego la historia de Liam... La imágen ensangrentada de Desmond.

Cerré los ojos y me arme de valor para tocar el timbre de la casa.

Fijé mi vista en las rosas plantadas que la señora Hall tenía en la entrada de su casa. Aunque esas rosas ya no son lo que antes eran.

Ahora estaban marchitas, y las espinas en su tallo lucian más filosas.

La puerta se abrió y aparte mi vista de las rosas para ver a la señora Hall.

Pero no era la señora Hall la que había abierto la puerta...

Desmond estaba parado frente a mí, luciendo algo confundido y arrepentido, seguramente, de haber abierto esa puerta.

No sonreí, no parpadee. Me mantuve sería, recordando todo lo que ahora sabía y con una punzada de dolor en el fondo de mi ser. Y no por mí, ni por Jimmy— si es que Desmond es culpable en verdad de su muerte—. Sino por él, que no supe en que momento se perdió ese chico que yo creía conocer.

—Megan... —empezó en un tono de advertencia.

—No—lo interrumpí antes de que me dijera lo mismo que me dijo a las puertas del instituto —Mi tía quiere conocerte, por eso te envié el mensaje. Solo asiste a la cena, comes y te largas. No pienso molestarte luego —declare con frialdad.

Tanta frialdad que Desmond me miró extrañado. Cómo queriendo decir con la mirada: ¿Estás bien?.

Pues no, no estaba bien. Para nada bien.

After Dark (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora