10 - Editado

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Si prestas atención, verías con más claridad...

¡Bienvenidos a la fiesta de la hoguera!

Aquí encontrarás:

¡Una chica que no sabe que rayos hacer con su existencia!.

¡Un grupo de adolescentes con muchas hormonas!.

¡Un chico guapo y su mejor amigo!.

¡Otro chico extremadamente guapo que no debería estar en el lugar!

¡¡¡Y un bosque que pareciera tener ojos!!!.

Mi mente no sabía que hacer ya.

Ha pasado casi media hora y yo me siento como pez fuera del agua. Quisiera decir que desde que Gaspar me saludó todo fue arcoiris y rosas pero lo único que vino después del saludo fue una gran y agobiante incomodidad. Ahora todos estaban sentados en sus puestos a punto de contar las historias, la mayoría de los presentes ya estaban algo tomados, Ryan solo se había tomado dos vasos de licor y Gaspar más de cinco pero él parecía muy sereno y centrado en todo.

Admiré eso.

—Bien, ¡llegó la hora del terrorrr! —exclamó David, haciendo muecas que deberían de ser espeluznantes. Todo el mundo soltó risas ante su imitación—¿Quién quiere contar primero?.

Y así empezamos, algunos contaban cosas inventadas, otros contaban leyendas que ya había oído. Algunos solo se levantaban para hacer el ridículo. Empezaba a aburrirme, de hecho. Pensé que iban a contar historias sobre el pueblo. No le había agarrado seriedad al asunto hasta que David me lanzó una mirada que entendí en el instante.

—Cuenta una, Megan —dijo e inmediatamente las miradas de todos fueron hacia mí, como si fuera a hablar sobre el origen del universo.

—¿Yo?, no... No me sé ninguna historia—dije en un tipo de balbuceo.

—Vamos, aquí ninguno se sabe una real, solo cuéntanos —insistió afable, aunque lo único que yo sentí fueron ganas de arrancarle la cabeza.

—Cuenta una, Megan —alentó Ryan.

Los presentes me miraban esperando una respuesta por mi parte, pero hubo solo una de esas miradas que se clavo en mí de manera que sentí como si tuviera una gran caja de acero encima. Gaspar me observaba de manera cautelosa, con tan solo ver sus ojos supe que me trataba de decir algo.

Pero eso no importaba mucho, tenía que averiguar la forma de contar una historia y no pasar el ridículo en el intento. De pronto recordé lo que había leído en la biblioteca la otra vez. El bosque rojo. Supuse que esa sería la manera perfecta de empezar.

Baje mi rostro para observar las palmas de mis manos con nerviosismo. Tragué saliva y a la final me acomode en mi asiento y aclaré mi garganta para poder hablar:

—Bueno... hace un tiempo leí algo, sobre una cosa que ocurrió hace muchos años—comencé, fijando mi mirada en las brasas de la fogata.— Hablaba sobre una tragedia... que había empezado justamente en este mes, según lo que leí: la gente empezó a desaparecer. Abundaban los secuestros, desaparecieron niños, adultos, ancianos. Tanto hombres como mujeres, fueron cincuenta personas en total.

Ya para ese momento tenía la atención de todos. Gaspar tenía una expresión demasiado seria, mientras que los otros me miraban entretenidos con la historia, así que continué:

—La policía estuvo buscándolos por todo el mes, nadie nunca supo nada de ellos hasta la última semana de octubre. En la noche de brujas del día  treinta y uno... fueron encontrados cincuenta cuerpos sin vida en este bosque.—trague grueso al recordar las imágenes que había visto —La mitad de los cuerpos estaban desmembrados y algunas partes de sus cuerpos desaparecieron. La policía de ese entonces jamás llegó a descubrir quien fue el asesino, y hasta la fecha nadie lo sabe...

After Dark (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora