22 - Editado

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El temor se apodera de cualquiera sin importar quien sea, y sobre todo, sin importar quien sea el causante del temor

La lluvia no paro sino hasta después de unas horas. La luz llegó una hora después de eso, y con ella, la noticia de que otra víctima había sido añadida a la lista de muertes de Harvey Village.

Judith llegó a casa preocupada, era obvia su razón de estar así, pues me salí del instituto y al ella verme en el estado que estaba...

Es decir, ya me había bañado, pero aún tenía las marcas en mi cuello. Ella no pudo ver la de mi brazo ya que me había puesto un suéter que la cubría, pero aún así su preocupación era inevitable.

—¿Me dirás en dónde estuviste, Megan?—cuestionó ella una vez baje a la cocina para cenar. Cuando llegó yo estaba saliendo del baño pero volví a entrar en el con la excusa de ganar tiempo para no tener que hablar con ella tan pronto.

—Tuve que... salir del instituto de emergencia. No tenía más clases—use esa mentira barata. La verdad no quería dar explicaciones, pero Judith estaba muy nerviosa y preocupada. Temía que si seguía así quizás se le antojara llamar a mis padres.

Y yo no quería eso.

—¡No puedes irte así como así!—Exclamo aterrada, con una cara de horror—Las calles cada vez más son peligrosas. No puedes andar por ahí sola.

—Pero... no estaba sola, estaba con un amigo —se me ocurrió decir.

Y fue un error.

Judith automáticamente se giró hacia mí, y su mirada destilaba desconfianza y una pizca de temor.

—¿Qué... amigo? —preguntó con detenimiento.

Ah, las consecuencias de mentir...

—Desmond... El vecino de al lado —respondí con naturalidad, pero su mirada aún seguía desconfiada.

—¿Ese muchacho al que fuiste a ver anoche?.

—Si, ese mismo... ¿Por qué?—ahora la desconfiada era yo, mientras que mi tía tenía la mirada perdida en... otra galaxia quizás. Parecía estar pensando muchas cosas y tenía el presentimiento de que ninguna era buena.

—por nada... Nada—balbuceo de forma nerviosa. —Me gustaría conocer a ese muchacho, Megan. —concluyó dándose la vuelta.

Formé una mueca inevitable.

—No creo que eso sea posible ahora...

Y nunca.

—¿Por qué? —preguntó confusa, mientras se acariciaba las manos, de espaldas a mí.

—Mhm... pues—me preparé para otra mentirilla—, Desmond está mal por la muerte de su padre. No quiere ver a casi nadie. —invente. Pues está claro que a Desmond no le afecto nada que su padre haya muerto y empezaba a creer... Cosas referentes a ese comportamiento.

—Oh, bueno... sería agradable que viniera a cenar algún día...—se apresuró a decir:—Que sea pronto.

Fruncí el ceño. ¿Por qué ese repentino interés?

After Dark (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora