—Tenemos que seguir el juego, al menos por ahora. No logro entender lo qué ha pasado... no, no puedo.
Niego con la cabeza frenéticamente, coloco una mano sobre mi boca.
No lo entiendo.
—Se supone que debería haber muerto. —Suelta Alex, sin rodeos. Mirando hacia la nada.
Estamos sentados en una banca, en una pequeña plaza en el centro de Holmes Chapel. Muy cerca de mi casa.
Las lágrimas pican mis ojos. Rápidamente me dirijo hacía él, me siento sobre sus piernas y lo abrazo, colocando mi cuello en la curva de su hombro.
—No lo entiendo —Vuelvo a decir, esta vez en voz alta.
—Lo... siento, desde que me enteré lo que ha pasado de verdad, no he parado de buscarte y cuando te encontré ahí... no esperaba hacerlo. Han pasado tres semanas y de alguna forma pensé que tu ya lo sabrías... sabrías que todo ha cambiado.
—Ni siquiera me he acercado a mí casa desde que llegué... —Respondo.
Alex acaricia mi nuca con las yemas de sus dedos.
Cierro lo ojos.
Después de un largo momento me separo de él y dejo que nuestras caras queden solo a centímetros.
—Yo... he comprado un pasaje de avión, se supone que hoy tenía que irme... —Susurro dejando las palabras en el aire.
Alex da un leve asentimiento y luego mira alrededor. Son al menos, las cuatro y media de la tarde y hay sólo dos niños jugando en las hamacas cerca de nosotros.
—Solo recuerdo despertar tendido sobre mí cama y no entender nada. Por un momento pensé que de alguna forma tu me habías salvado y lo creí completamente, empecé a llamarte. Pero luego, luego al escuchar mis gritos... mí madre entró corriendo a la habitación dando un portazo...
Alex niega con la cabeza.
—Cuando la vi... no supe que hacer, ni siquiera me atreví a acercarme a ella. Me había quedado sin palabras, el aire había escapado de mis pulmones, no puedo explicarlo.... Recuerdo caer al suelo de rodillas y gritar. Ella se acercó a mí y me gritó también, preguntándome qué me pasaba, yo no podía contestarle, solo podía mirarla hasta que luego.. luego susurré tu nombre y empecé a llamarte de nuevo pensando que todo era un sueño. Ella tampoco entendía nada, solo me agarraba de los hombros y me zarandeaba. Yo miré sus ojos castaños y grité tu nombre. Ella me preguntó quién eras y ahí fue cuando lo comprendí todo. No supe que hacer.
Las mejillas de Alex estaban empapadas en lágrimas.
No supe que contestar, no supe que hacer, todo era tan irreal. ¿Cómo es qué todo había cambiado? ¿Qué había pasado? Era como si todo se hubiese revertido, habíamos acabado con ellos y entonces el universo había dado un giro de 180° grados.

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Tormenta (Editando)
Mysterie / ThrillerAnne llega a un pueblo en el norte de Inglaterra tras tener una terrible vida en los Estados Unidos. Con dieciséis años y sin amigos su padre decide enviarla a un campamento de verano para poder adaptarse a su nueva vida. ¿Pero exactamente a qué nu...