Capítulo VI
El rey está en sus aposentos, camina de un lado a otro, copa en mano. Está semidesnudo a pesar que la noche es fría, la noticia que le diera su fiel sirviente le ha dejado inquieto, bebe de un sorbo el vino restante y lanza la copa contra la pared liberando un grito de furia. Cinnia desde su catacumba lo escucha, lentamente se dirige hacia un libro muy viejo, lo revisa una y otra vez hasta que encuentra lo que necesita, pasa su huesuda mano sobre aquellas letras y sonríe tenebrosamente.
La granja de los Lyon queda al norte del palacio, mas allá de los muros de la ciudad real, el cielo está negro sin una sola estrella que le adorne, la luna se esconde tras las espesas nubes que presagian tormenta, muerte.
En la casa principal de la granja todos duermen, en una de las habitaciones duermen las dos niñas menores del matrimonio Lyon, una pequeña de siete y otra de cinco años. En el siguiente aposento, está la hija mayor y el marido de ésta, ambos duermen profundamente y en el dormitorio principal, están los señores Lyon, él permanece sentado en una vieja silla junto a la ventana. Sostiene un hacha en su mano mientras su esposa duerme plácidamente.
El viejo inspecciona a través del cristal de la ventana, le llama la atención el pesado silencio que reina esa noche.
Justo al frente de la casa se alza un frondoso árbol, sus ramas son largas y espesas entonces de entre la profundidad del ramaje brillan dos ojos rojos, se escucha una respiración pesada, un ronroneo escalofriante y un par de pesuñas sujetando una de las ramas.
- ¡Es a mí a quien buscas! –exclama el anciano saliendo de la vivienda, agita el hacha con sus manos y grita una vez más - ¡A mi estás buscando, a ellos déjalos vivir! – su voz es desesperada, entonces la criatura le permite verla, grita de una forma terrible haciendo que el anciano caiga en el suelo cubriendo sus oídos ante tal alarido.
El yerno del anciano se despierta al igual que todos en casa, el animal vuela dejándose caer sobre el techo justo en la habitación de los señores Lyon, la esposa del granjero grita despavorida mientras intenta huir, pero es inútil, las garras la alcanzan partiéndola en dos. El anciano corre hacia el interior en un vano intento de salvar a su familia, las niñas lloran y corren en busca de auxilio. Su hermana mayor las abraza y corre con ellas en busca de la salida, pero entonces un llanto la hace girar, y descubre que solo sostiene una pequeña mano, su hermana luce destrozada en el suelo, grita y llora horrorizada mientras su esposo le da alcance y la guía hacia la salida. Su padre los deja salir mientras hiere la pata de la criatura con el hacha, ésta lo observa y de un fuerte golpe lo arroja a la pared matándolo al instante.
- ¡Corran al bosque...! –les grita el esposo al tiempo que el animal lo toma entre sus garras lanzándolo con fuerza contra las paredes de la casa.
La mujer y la niña no dejan de correr, pero es inútil, la pequeña cae desmayada haciendo que su hermana se detenga intentando reanimarla, pero ya no puede ayudarle entonces nota como la criatura la observa fijamente, hay algo extraño en el mirar de la criatura, la mujer lleva sus manos al vientre protegiendo a su bebé no nato, llora lista para la muerte, pero nada pasa. El demonio le deja vivir y vuela de regreso al castillo.
****
-Este conejo sabe demasiado bien. –comenta Mael mientras muerde un trozo de carne.
Cedric calla y entonces nota como en medio de la noche las aves se agitan, los lobos aúllan. De entre la maleza aparecen corriendo un par de zorros.
-Cállate. –susurra empuñando su espada. Mael se pone en pie y toma la daga de Cedric, entonces dice
-Es la criatura.
El corazón de Cedric da un vuelco y sin pensarlo se interna en el bosque en dirección contraria hacia donde huyen los animales, seguido pasos atrás por Mael.
Cedric no sabe hacia dónde corre o qué pueda encontrar, ha guardado su espada en su funda sobre su espalda.
- ¡Cedric aguarda! –grita Mael tras él.
Entonces llegan a un claro en medio del bosque, frente a ellos el cadáver de un ciervo a medio devorar.
-Está aquí. –susurra Mael tras él. –Saca tu espada, no sabes lo que veras.
Cedric ignora ese comentario y con cautela se acerca al ciervo, esta tibio y la sangre brota, entonces deja su mirada fija justo en un punto entre los árboles, es muy oscuro, cuando está a punto de acercarse más un animal salta sobre él y deja salir un grito infernal sobre su faz.
Mael salta intentando ayudarlo y clava la daga en el lomo de la bestia.
- ¡No! ¡No lo hagas! –grita Cedric con gran esfuerzo de liberarse del agarre de la bestia.
Las garras del animal se entierran en su pierna haciéndolo gritar de dolor, Mael sube al animal e intenta herir sus alas, pero el animal con un solo movimiento brusco lo hace caer.
- ¡No la lastimes! –grita Cedric.
Entonces los endemoniados ojos de la bestia lo ven fijamente, Cedric tiene sus ojos llenos de lágrimas, gime al ver cómo detiene su ataque él intenta colocar su mano sobre la fría y áspera piel de la cara, pero el animal grita una vez más y se alza a los cielos.
Cedric no puede ponerse en pie debido a sus heridas, pero llora, grita de dolor, pero no dolor físico sus heridas son nada comparadas con la herida que lleva en el alma.
-Meira. –susurra entre lágrimas mientras lleva sus manos al rostro.
La criatura vuela sin rumbo, está desorientada y solo grita. Grita una y otra vez, llenando de miedo las villas al escuchar el alarido infernal, algunos ebrios en las tabernas salen a las calles para ver los cielos, pero no ven nada, solo se escuchan los alaridos espantosos.
Mael recupera el conocimiento, tiene una herida en la cabeza y con dificultad se acerca a Cedric, quién intenta contener el sangrado de su pierna.
- ¿Qué mierda fue eso? –pregunta Cedric con ira.
-Intentaba ayudarte.
- ¡¿Matándola?!
Mael guarda silencio, baja la mirada y añade entre dientes
-Nada humano puede matarla.
- ¡¿Qué?! –grita sujetándolo del cuello.
-Su vida está atada... -hace una pausa mientras se libera del agarre de Cedric. –A la del rey. Solo él puede acabar con ella, y si él muere ella también lo hará.
Cedric lo ve con espanto y odio, ni siquiera es capaz de ofenderle o golpearlo, jamás imaginó algo así. –Pero hay una manera, por eso debemos ir con Robroy. Ahora déjame vendar esa herida, es grave.
Cedric está en una especia de shock entonces obviando la revelación que hace poco hiciera Mael, dice
-Ella me reconoció. –Mael calla, mientras hace presión en la herida. –Sus ojos me miraron.
- ¿Cedric comprendiste lo que dije?
-Por eso me llevarás con Robroy. –comenta con odio torciendo su mano. –Y si resulta ser un engaño juro que dejaré que los cuervos hagan festín contigo –hace una pausa y añade –Mientras aun vivas.
Libera la mano de Mael y piensa en cómo esos ojos rojos inyectados de muerte lo reconocieron. Mael pasa un nudo por su garganta y dice
-Si te reconoció quiere decir que algo de su conciencia permanece con esa bestia.
-Quizás.
****
El animal se deja caer en la fría roca de la torre de las ruinas, grita espantosamente entonces entre la oscuridad aparece el rey, vestido completamente de negro, cubre su cabeza con una capucha y se acerca lentamente al animal, acaricia suavemente su lomo entonces la criatura se gira hacia él y grita una vez más.
El rey sol poco a poco nace en el horizonte, y Breogan se queda mientras la dolorosa transformación ocurre, hasta que al fin aparece frente a él, ella.
Llora desconsoladamente, está cansada y adolorida, Breogan se retira la capa y la coloca sobre el cuerpo desnudo y la abraza. Esos segundos son la gloria para él entonces ella reacciona y se aparta de él, acurrucándose contra la roca.
Sus ojos azules llenos de lágrimas se encuentran con los del rey y dice
-Quiero ver a Cedric.
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La Reina Maldita
FantasyEn las enigmáticas tierras de un reino que goza de paz y prosperidad nacerá un amor inquebrantable entre dos jóvenes desafiando al mismo rey y volviendo vulnerables los muros del reino ante el odio y la magia. Aprovechando la fisura creada por los j...