Capitulo XVII

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Capitulo XVII

A la mañana siguiente, Meira está sentada sola en el mesón. En su mesa hay jugo natural, frutas cortadas, pan y mermelada.

Se pone en pie y ve a su madre pasear en el jardín con su pequeño hermano en brazos, puede verla cómo le habla al bebé, le sonríe, luce feliz. Luego piensa en su padre, quien desde tempranas horas salió a cazar en compañía de la guardia real y su fiel consejero, Breogan. Respira hondo mientras observa sus manos, camina por el salón perdida en sus pensamientos hasta que una voz la sobresalta.

- ¿Qué puede ser lo que preocupa una mente tan joven como la suya, su majestad? –Robroy camina hacia ella con una sonrisa en el rostro.

- ¿Qué podría preocuparme? –dice intentando sonreír.

-La conozco desde que era una bebé, sé que algo la tiene intranquila.

Meira guarda silencio por un momento y dice

- ¿Crees que soy valiente?

-Princesa...

-Pienso en mi misma, en quién soy, qué me caracteriza y no encuentro nada que resalte. Tomo clases de historia, danza, cómo ser una princesa, pero no soy más nada.

-Meira, ¿a qué se debe este ataque sin escrúpulos en contra de ti misma?

-Yo...

-Eres inteligente, cálida. Las personas a tu alrededor reconocen la luz que eres. A pesar de ser tan joven he sabido que has aconsejado muy bien a tus damas. Talvez no seas aguerrida como para discutir con tus padres día y noche, pero eres sabia, y esa sabiduría llegará el día que te construirá tu futuro.

-Usted está enterado de lo que siento por Cedric.

Robroy llena de aire sus pulmones y dice

- ¿Él te ha hecho dudar de qué tan especial eres?

-Por supuesto que no. –responde con seriedad. –Pero mírelo, él ha vivido años en pueblos lejanos está acostumbrado a mujeres con carácter, libres.

-Meira sabes que es un imposible, no puede, no debe haber nada entre ustedes.

-Lo amo. –dice sollozando.

-Y estoy seguro que él también te ama, pero no pueden estar juntos. Estás comprometida con su hermano, y el rey jamás permitirá que rompas con ese lazo.

-Usted le pidió que se alejara de mí.

-Conozco a Breogan, jamás, nunca aceptará que tú y su hermano...sería humillante para él.

-Da igual, supongo que Cedric seguirá su consejo.

Robroy al escuchar esas palabras respira aliviado y sonríe, aunque al verla salir del salón con la tristeza en la mirada, se queda de pie meditando si es correcto matar la felicidad de una persona por el llamado "deber real".

En el bosque, el rey ha logrado herir a un siervo, pero éste aún tiene fuerzas para correr.

-Déjelo, mi señor. Yo lo traeré por usted. –dice al ver que el rey intenta seguirle.

Se hace acompañar de un par de hombres y se interna más en el bosque, la vegetación es espesa. Ven sangre en la tierra y en un par de hojas, les índice que no hagan ningún tipo de ruido entonces lo ven agonizando entre unos matorrales.

Lo ve y de un movimiento hunde su espada directo en su corazón, los hombres que le acompañan se disponen a atarlo para llevarlo hasta el rey cuando un suave cantar llama la atención de Breogan.

-Sshhh-se coloca el dedo sobre sus labios indicándole a los hombres que guarden silencio.

Empuña su espada y se interna más en el bosque, les ordena que regresen con el rey mientras el avanza. Entonces sale a un claro, no hay árboles solo flores de campo y un rayo de sol entra en el lugar sin nubes que le cubran y justo frente a él está una mujer bañándose en el río. De cabellera rubia platinada, la mujer al verse descubierta lo ve fijamente y dice

-Te he visto Breogan O'leary.

- ¿Quién eres y qué haces en las tierras del rey? –pregunta alzando su espada.

- ¿El rey? –pregunta saliendo así del agua. Con un movimiento de su dedo índice hace que aparezca ropa cubriendo su desnudez y añade. - ¿Cuál rey?

-Hechicera. - dice con desagrado.

-Usa el nombre que te haga sentir cómodo. –se acerca a él y lo ve fijamente a los ojos. –Solo soy un espíritu libre que decide dónde habitar y a quién servir.

Breogan no puede hablar, está inmóvil mientras la mujer lo ve fijamente y sin parpadear directamente al azul profundo de sus ojos. –Hay una oscuridad en ti que desea salir, y yo puedo dártela.

- ¿Quién eres?

-He venido por ti Breogan, en sueños te he visto usando la dorada corona gobernando estas tierras, pero antes debes entregarme lo que te pida.

Él retrocede unos pasos e intenta alejarse, pero ella le detiene diciendo

-Ella no será tuya, no mientras tu hermano viva.

Breogan corre espantado mientras la mujer lo ve alejarse, delinea una sonrisa y se evapora en el aire.

- ¿Breogan, ¿qué ha pasado? –pregunta el rey al verlo aparecer de entre los arbustos y con la tez pálida.

-Nada mi señor, solo eran conejos.

- ¿Y no has casado ni uno solo? Hombre, debiste traer alguno para la cena. Vamos de una vez. –puntualiza regresando hacia el castillo.

La Reina MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora