Capitulo XXIV

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Capitulo XXIV

Antes que caiga la noche, Breogan cabalga hasta la cabaña de Mael, observa humo salir de la chimenea entonces aguarda a que éste salga, se oculta tras unos árboles. Al cabo de un rato lo ve salir, observa cómo desata su caballo y le sigue a unos cuantos metros de distancia.

Cuando ya han recorrido una distancia prudente, Breogan le da alcance gritándole desde su caballo.

-Siempre me he cuestionado si tu vida te satisface.

Mael se detiene de golpe al escucharle tras él, Breogan lo rebasa mientras la mirada fría y penetrante se clava en los ojos de Mael.

-Es extraño verlo por aquí, señor. -Mael ordena a su caballo seguir, pero lo hace muy despacio entonces le detiene nuevamente

- Has anhelado un lugar en la corte toda tu vida, has deseado oro, posición desde que eras solo un niño.

Mael lo ve sin decir nada entonces Breogan prosigue

-Vengo a ofrecerte todo eso y más.

Mael se sorprende y desciende del caballo dando un salto, y dice

-No ofrecerías todo a cambio de nada.

-A cambio... -dice Breogan.-Me dirás todo lo que sabes de los planes de Cedric y Meira.

Mael palidece e intenta regresar a su caballo, entonces Breogan dice

-Así cómo te ofrezco todo lo que puedas desear del reino, así mismo puedo quitarte todo...todo lo que tienes.

Mael calla mientras lo ve fijamente.

Llegada la noche, los pasillos del castillo están fríos, pero el cielo está despejado. No hay estrellas en el firmamento, la luna nueva permite la noche ideal para lo que se avecina.

Breogan está de pie en el umbral de la puerta de su recamara, todo en el lugar transcurre con normalidad.

Escucha la voz de la reina decirle palabras de amor al príncipe, se acerca al borde de balcón y mira al rey inspeccionar los arcos de los guardias.

Llena de aire sus pulmones y siente que su pecho arde, su cuerpo tiembla, sabe que esa noche su hermano ha de morir. Entonces sin aviso alguno una serpentina blanca ilumina el firmamento, es silencio total.

La princesa prepara lo poco que llevará consigo mientras sus damas no dejan de sollozar.

-Estaré bien, no se preocupen más. Mi madre me conoce muy bien y sabrá que ustedes no se enteraron de mis planes.

Breogan siente cómo en su interior crece el odio y la ira, siente deseos de acabar él mismo con la vida de su hermano entonces cae de rodillas en un intento de controlarse a sí mismo.

-No se resista mi rey. - dice la mujer

- ¿Qué eres?

- Soy lo que los hombres no se atreven a ser, soy el odio que se esfuerzan en esconder. - mientras dice estas palabras toma las manos de Breogan guiándolo a ponerse de pie. –Soy toda la riqueza, poder, deseo que anhelan en sus vidas...les doy todo solo pido una cosa a cambio.

- ¿Qué cosa? - pregunta Breogan sobre el oído de la mujer.

-A usted mi señor, solo deseo que me entregue todo el odio que lleva en interior, los celos que lo dominan, la avaricia que corre en sus venas.

Cuando dice eso el cielo se ilumina con estruendosos truenos y relámpagos,

-Es hora. -dice desapareciendo ante él.

La Reina MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora