Capitulo XII

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Capitulo XII

Unas manos recogen agua del riachuelo cristalino, forman un cuenco para así humedecer su rostro. Las lágrimas que brotan de sus ojos se confunden con el agua, el caballo relincha y le dice

-No creo que estés más fastidiado que yo.

- ¿Y eso por qué? –pregunta Meira desde su corcel.

-Su majestad. –dice Cedric haciendo una reverencia.

-Basta ¿quieres? No es como que seamos extraños.

-Lo somos su majestad. - comenta con seriedad.

Meira siente algo distinto en el timbre de voz entonces comenta

- ¿Te lo han dicho?

- ¿Qué está prometida a mi hermano mayor? Sí, me lo ha comunicado él mismo.

-No sabía cuál era el mejor momento para decirte eso.

-Comprendo, no hemos tenido oportunidad alguna de conversar. –responde con malestar, dándole la espalda.

-Cedric. -demanda con molestia.

Éste se gira dejando su cabeza levemente inclinada, muerde sus labios y dice

-Perdón su alteza real, no he debido de faltarle el respeto.

- ¿Qué te molesta tanto? Seremos hermanos, una sola familia. –dice con un atisbo de dolor en su voz, algo imperceptible para él.

-Yo jamás he sido considerado un O'leary mi señora, pero desde ya espero que su unión con el duque Breogan O'leary sea todo lo que el reino necesita.

-Cedric –dice con cariño sujetando su mano, él de inmediato aleja su mano de la suya y sube al caballo.

-Su majestad. –dice para luego alejarse.

Meira solloza mientras lleva sus manos al estómago como si intentase sostenerse a sí misma.

Cedric deja salir un par de lágrimas, lágrimas de dolor, rabia, celos. Su madre no fue la esposa legitima de su padre, Cameron O'leary, éste viudo y con un hijo de seis años conoció a su madre quien era parte del servicio de la casa. Una noche de dolor extrañando su fallecida esposa, tuvo sexo con la criada algo que se reprochó hasta el último día que respiró pues sintió que le había faltado a la memoria de su esposa. De esa única noche nació un niño, Cedric, Cameron le reconoció e intento siempre darle un lugar entre los nobles, pero su origen como bastardo pesaba y fue relegado a caballero, por eso el rey optó por encomendarle la misión de las minas, porque confía en él, pero también para alejarlo de su hija, pues ya había notado cómo la pequeña princesa le gustaba gastarle bromas y jugar con él.

Detiene el galope de su caballo a pocos metros de la entrada principal, nota como los arboles están llenos de flores color rosa, se queda admirándolos por un instante entonces reconoce una figura hermosa avanzando por el camino.

La cabellera larga y negra juega libre en el viento, a medida que se acerca siente como el pecho arde. Y la ve pasar justo frente a él, pero ella le ignora entra al castillo sin dirigirle la mirada. Entonces decide no regresar, al menos hasta que sea seguro que no la encontrará por algún pasillo del castillo.

Se dirige hacia una taberna, entra y hay risas, bailes, parejas besándose y conduciéndose a las afueras del local. Reconoce en la mesa del fondo a su amigo, Mael.

-Hola. -dice sentándose frente a él.

- ¡Otra ronda! –grita Mael, el cantinero le escucha y rápidamente les lleva una jarra de cerveza. –Veo que quieres ahogar penas. –comenta extrañado.

-No, solo necesito algo de diversión. La vida en la ciudad no es lo mío.

- ¿Regresarás a las minas?

-Sí, espero poder tener audiencia mañana con el rey.

-Creí que tal vez querrías quedarte un poco más.

- ¿Por qué no me dijiste que Breogan está comprometido con la princesa?

-El anuncio real fue un par de semanas antes del nacimiento del príncipe, no creí conveniente ser yo quien te lo comunicara.

-Dejaste que mi hermano se regodeara.

-Oye, tu hermano y tu han llevado una buena relación a pesar de...

- ¿De qué?

-De que eres bastardo. –dice bebiendo cerveza.

-Desgraciado hijo de puta. –dice sonriendo mientras bebe de un sorbo su tarro de cerveza.

Mael ríe a carcajadas y le sirve más diciendo

-El rey Whelan aprecia mucho a Breogan, al igual que la reina. Meira... -hace una pausa mientras los ojos azules de Cedric lo ven con insistencia. –Ella le quiere de eso también estoy seguro, pero...esa joven princesa estoy más que seguro que entregó su corazón el día que te conoció.

-Era una niña. –responde con desdén.

-Pero ya no lo es. ¿Cuánto llevas aquí, tres o cuatro semanas?

-Casi un mes.

-Los he visto conversar, Cedric hermano, he visto cómo te mira y de esa forma no lo ve a él.

-Para lo que eso sirve, es un compromiso real.

- ¿Nunca has desobedecido un mandato real? –pregunta Mael mientras bebe su cerveza.

La Reina MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora