Capitulo XVI

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Capitulo XVI

Una semana ha transcurrido desde la última conversación que tuvo el rey Whelan con Cedric, los días han transcurrido lentos pero llenos de dicha para los enamorados.

Logran compartir algunas horas de la noche y alguna que otra sonrisa o mirada cuando coinciden en el salón o pasillos.

Meira comparte las tardes con Breogan, le está enseñando algunos datos históricos del reino, siente culpa y vergüenza pues no solo le engaña, sino que lo hace con su hermano.

- ¿Estás bien? –pregunta Breogan al verla distraída.

-Sí, claro. –responde con una leve sonrisa.

Breogan guarda silencio y aunque intuye que algo pasa entre ella y su hermano se resiste a romper con el compromiso, la ama y también ama la idea de unirse a la familia del rey.

-Quisiera preguntarte algo Meira.

-Dime. –responde con cariño.

- ¿Me amas?

Meira se sorprende ante tal interrogante, juega con la tela de su vestido y luego con su cabello

-Puedes ser honesta conmigo, lo sabes.

-Yo te quiero Breogan.

-No he preguntado si me quieres.

-Breogan yo te quiero y mucho, pero si tu pregunta es sobre amor-hace una pausa y añade- No es así, perdón.

Breogan se pone de pie mientras llena de aire sus pulmones, se gira hacia ella y siente que lo desarma con la tierna mirada que le dedica

-Yo...-

-No me digas más. –dice con una leve sonrisa, se arrodilla ante ella tomando una de sus manos entre las de él. La besa con devoción para luego acariciar su mejilla.

Cedric sale de la biblioteca pues los últimos días ha pasado leyendo mapas para saber qué región es la más segura para escapar con Meira en el caso que el rey y su hermano no desistan del compromiso. Cuando vuelve su mirada al jardín, los ve, detiene sus pasos y siente cómo su sangre hierve de celos. En todos estos días jamás los había visto tan cercanos, una voz lo saca de su trance de ira

-Has de estar muy feliz por tu hermano.

-Monje Robroy. –dice con malestar. Intenta continuar con su camino, pero éste se lo impide.

-Sé...- dice caminando hacia él mientras ve sobre los hombros para asegurarse que nadie los escucha. –Que tú ves con otros ojos a la princesa.

Cedric se sorprende y da un paso hacia atrás pero el monje lo detiene sujetándolo del ante brazo.

-No pongas en riesgo tu vida, y la de ella. Los reyes jamás permitirán que ella se enlace con...

-Dígalo... -dice con rabia acercando su rostro al del monje. –Con un bastardo.

-Cedric hijo...

-Esa elección es de ella y de nadie más.

- ¿Es esto una competencia para ti? ¿Es ella solo el precio para sentirte al fin más que tu hermano?

-No se atreva a faltarle el respeto a Meira. –susurra rabioso tomándolo de sus ropas y empujándolo contra la pared más cercana. El monje nervioso baila su mirada de un lado a otro para cerciorarse que no los descubran. - ¿Quién se cree usted para reducir a la princesa a una vil competencia? La amo. –dice con lágrimas en los ojos. –Daría mi vida por ella.

-No hablemos de sacrificios muchacho, por favor aléjate de ella. Tu hermano...

-Es digno de ella, lo sé. Él es un buen hombre.

-No lo conoces como yo, él jamás desistirá. –alza su mano y golpea su mejilla con cariño. Cedric suelta su ropa y baja la mirada mientras el monje retrocede unos pasos.

Caída la noche, Meira le espera en el mismo lugar. Entonces escucha el galope de un caballo.

-Al fin. -dice con una sonrisa.

Cedric la ve con seriedad mientras desciende del caballo, una vez en tierra ella se lanza sobre él e intenta abrazarlo, pero él la rechaza.

- ¿Qué sucede? -pregunta preocupada.

-El monje Robroy sabe.

- ¿Qué? –dice angustiada. - Pero, ¿cómo?

-No lo sé, pero quiso persuadirme de alejarme de ti. –dice con enfado.

- ¿Y estás considerando su consejo?

-Tú, dime.

-No comprendo.

-Los vi, hoy por la tarde en el jardín. –exclama lleno de celos.

-Cedric...

- ¡¿Lo amas?!

-Cómo puedes siquiera dudar de lo que siento por ti.

-Estaba demasiado cerca de ti Meira, ¡¿por qué?! Puedo comprender que no has querido que hable con el rey, que tengas temor, pero muero de celos de imaginar que intente besarte.

- ¡Él jamás osaría hacer tal cosa! –exclama ofendida.

-Claro que no, él es un noble no un bastardo.

Meira lo mira con indignación, seca una lágrima que cae de ojo izquierdo

-Me voy, no quiero perder un minuto más en esta discusión sin sentido.

-Aguarda...-dice tomándole la mano, pero ella se suelta de inmediato diciéndole

-Él tiene todo para amarlo, sin embargo, una mañana de invierno cuando salía de la biblioteca vi a un joven practicando con una espada de madera bajo la lluvia, solo. Su cabello rubio cubría su rostro y lo observe no sé por cuánto tiempo hasta que mi padre le reprendió y le advirtió que pescaría alguna enfermedad.

-Meira...

-Me oculté tras una columna y luego corrí a mi habitación. Sí-dice en un tono de voz delicado –te he amado desde siempre aun cuando te marchaste. En todo ese tiempo me convencí que no volvería a verte. Y Breogan fue un buen amigo, una excelente compañía y lo quiero...

Cedric frunce el cejo ante tales palabras y ella prosigue

-Pero amor, ese que te consume. Que te despierta y te hace valiente, ese que te hace ver el color en la vida y sentir el dolor de los besos...ese amor, solo contigo Cedric, solo era contigo.

-Meira perdona por favor...-intenta abrazarla, pero ella se apresura a subir a su yegua.

-Si quieres aceptar el consejo del monje Robroy, tienes toda la libertad de hacerlo. -dice alejándose de él.

La Reina MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora