Capitulo XXII
A la mañana siguiente la reina entra en la capilla y se sorprende que las velas están apagadas, el frio en aquella habitación cala en sus huesos y con una mirada al guardia que la sigue le ordena que busque al monje.
Se acerca al balcón que da hacia el jardín y ve a su hija conversar con Cedric, ambos están sentados bajo un frondoso árbol, pero la distancia entre ellos es la justa. Él no se acerca a ella ni nada extraño se nota, gira sobre sus talones cuando escucha unos pasos apresurados en el pasillo, sale y se encuentra con el guardia
-Su majestad, el monje Robroy no se encuentra en su habitación.
La reina frunce el cejo y sale aprisa.
Cedric la ve mover sus labios, como la sonrisa engalana su hermoso rostro, el brillo en sus ojos, pero no la escucha, no tiene idea de lo que habla puesto que las palabras de su hermano son las que martillan sus sentidos.
-Cedric, ¿qué ocurre contigo hoy?
-Lo siento es que no he visto a mi hermano, no estaba en el salón cuando tomé el desayuno con los demás señores.
Meira piensa por un momento y dibuja una mueca en sus labios, su rostro se ensombrece y añade
-Él merece ser amado.
Cedric la observa y cuando se dispone a conversar con ella sobre los sentimientos de su hermano ella prosigue
-Mi padre si supiera podría comprender, y le escogería una esposa leal y que lo ame. Sería feliz.
- ¿Tu padre aceptaría que te casaras con un bastardo?
-Cedric deja eso ya.
-Es una pregunta real. –dice con seriedad.
-Mi padre quizás pero mi madre, la reina, jamás.
Cedric calla.
****
Breogan está sentado en su habitación, entre sus dedos juega con una moneda de oro, su mirada fría está fija en un punto en la pared. En absoluto silencio se pone en pie y camina hacia la ventana de su torre, observa el paisaje nebuloso. Las copas de los arboles apenas y logran distinguirse entre la espesa neblina, respira hondo y por su nariz sale el frio que inunda todo el lugar.
Un susurro escalofriante viaja en el frío, Breogan trata de poner atención a aquella voz entonces nota cómo de la neblina se forma una silueta que se dirige hacia él.
-Sé lo que piensas, los reyes no son la solución.
Breogan retrocede sobre sus pasos, espantado de aquello que ve, entonces la neblina inunda su aposento y el frío lo hace temblar entonces la hermosa y misteriosa mujer aparece frente a él.
-Se lo he dicho mi señor, le he visto gobernar. Usar la corona de oro y acusar a la princesa con los reyes no es la solución más acertada.
- ¿Y cuál es la solución? -pregunta con rabia.
-Todo final, marca un inicio-se acerca a él y susurra en su oído. - Cada muerte trae un nacimiento. –entonces desaparece frente a sus ojos.
****
- ¡Robroy! –exclama la reina, al encontrar al monje durmiendo entre los cerdos.
Su guardia lo obliga a despertar lanzándole agua, lo ponen en pie y éste al verse en ese estado cubre su rostro repitiendo una y otra vez.
-Perdón su majestad.
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La Reina Maldita
FantasíaEn las enigmáticas tierras de un reino que goza de paz y prosperidad nacerá un amor inquebrantable entre dos jóvenes desafiando al mismo rey y volviendo vulnerables los muros del reino ante el odio y la magia. Aprovechando la fisura creada por los j...