Capitulo III

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Capitulo III

La música retumba en las paredes del salón, todo es algarabía. Las personas

danzan, comen, cantan, ríen, ella desde el mesón observa cuánta dicha inunda el

reino. Un varón, el legítimo heredero...su hermano, un criado le ofrece una copa

de vino a lo que ella acepta con una cálida sonrisa entonces mira entre la multitud

y le parece ver a alguien familiar.

Es alto, de espalda ancha, la cabellera es larga y está peinada en una trenza.

Pasa un nudo por su garganta pues han pasado años, pero no ha logrado olvidar

por completo, el hombre está acompañado de otro sujeto están conversando y

riendo y justo cuando ella se disponía a mover su mirada aquel misterioso hombre

se gira quedando frente a ella. Lleva una barba, rubia como sus cabellos

trenzados, sostiene una copa entonces su mirada la encuentra, su respiración se

detiene y mira cómo nace una sonrisa en sus labios, pero de repente ella está sola

en el salón. No hay música, es un silencio espantoso entonces escucha el alarido

de un animal y unas negras garras la arrastran hacia el interior de la tierra

mientras ella grita con todas sus fuerzas.

-¡No!-grita dando un sobresalto. Lleva su mano al rostro, sus uñas están sucias y

rotas, su cabellera negra enredada. Siente en su paladar el horrible sabor a

sangre entonces salta del catre en busca de agua es cuando escucha una voz.

-¿Buscas esto?-el hombre está sentado en una vieja silla, alza con su mano un

cuenco de agua mientras delinea una sonrisa con sus delgados labios.

Meira corre para cubrirse con la vieja frazada y no responde nada, se limita a

mover la cabeza de forma afirmativa.

-Regresaste muy tarde a casa. -susurra mientras se acerca a ella lentamente,

cuando la distancia entre ambos es nula él pasa su dedo índice sobre la mejilla

pálida y helada de la mujer, ésta deja sus ojos verdes fijos en el techo. El hombre

de ojos azules intensos como el océano devora su belleza.

-No puede ser que después de tantos años, tu belleza perdure. Debe ser obra de

un demonio porque no puede ser que seas real. - esas últimas palabras las

susurra sobre sus labios poseído de deseo. Entonces se aparta de golpe y agrega.

-Traje lo que corresponde. -pasa su mano peinando su corta cabellera intentando

despojarse de lo que ella provoca en él. - Ropa, comida, cosas para aseo, un mes

Meira, no lances todo al lago porque no traeré más hasta dentro de un mes.

Necesitas comer mejor, un lobo de vez en cuando no es suficiente. -puntualiza

para luego cruzar la puerta.

La mujer se resbala hasta el suelo mientras lo escucha bajar los escalones de

piedra, ligero como si no se tratase del mismo infierno encarnado en él. Escucha

los caballos alejarse, entonces se pone en pie se asoma por la ventana no hay

guardias visibles, pero está segura que permanecen escondidos al otro lado del

lago. Inspecciona las cosas una por una, encuentra jabón, ropa, queso, vino,

frutas entonces una enorme sonrisa aparece en sus labios, un par de zapatos, es

la primera vez que le lleva zapatos.

Inmediatamente se acomoda para usarlos, pero entonces ve sus pies llenos de

sangre y sucios, pasa un grueso nudo por su garganta mientras una lágrima cae

de su ojo izquierdo, la seca de inmediato y corre hacia las escaleras. Baja

emocionada y sin pensar se lanza al agua, se sumerge y nada feliz por primera

vez en tantos años. Al cabo de casi una hora al fin se siente limpia, no huele a

sangre y muerte, corre hacia las ruinas y sube los escalones. Al ingresar a la

habitación se dispone a secar su cuerpo, peina su larga cabellera, busca entre la

ropa qué usar y encuentra un vestido color oro, de inmediato se lo coloca para

luego calzar el par de zapatos blancos, sale al balcón, mira hacia el cielo y dice

con el susurro de una voz dulce pero quebrantada por el dolor.

-Un nuevo sol-cierra sus ojos permitiendo que los calores de los rayos solares

toquen su piel-Un día más contigo. -no puede evitar sollozar, hace un esfuerzo por

traer a su mente el rostro del hombre que ama, pero es vago su recuerdo, abre los

ojos llenos de lágrimas y dice. -Te seguiré amando.

La Reina MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora